El bósque

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Cuando cayó la noche y ya era hora de dormir se acerca Zeelena para arropar a sus hijos que se encontraban en la habitación todavía es un estado revoltoso.

- Niños! saben que tienen que descansar. Mañana hay escuela y no pueden faltar. Vamos! acomodense en sus camas, si lo hacen les contaré una historia...

-De verdad? 

-Oh si, estoy segura que les encantará...es un historia con magia, mucha magia y dos personas, que ahora que lo pienso, se parecen mucho a ustedes dos.

- Lo estás inventando mamá...y ya estoy grande para cuentos. Así que solo cuéntale a mi hermana.

- Quién dijo que es un cuento? Esto de verdad sucedió! Quieren escuchar?

Érase una vez, hace mucho mucho tiempo atrás en una aldea lejos de todo lo que conocemos...allí se encontraba un humano, era un hombre que había crecido fuerte y habilidoso, capaz de afilar toda clase de herramientas. Espadachines y soldados de la realeza se acercaban a él para que cuidara y recrear sus armas lastimadas, los carniceros le llevaban sus cuchillos gigantes destroza huesos, viejos y desafilados, también era bueno reforzando escudos para aquellos que competían en los torneos medievales. Toda clase de metal que tuviera en sus manos sabía que hacer con ello o en que utilizarlo...era una vocación que perfeccionó a medida que creció.
Este hombre era conocido como el habilidoso Pruk. No le gustaba mucho el sobrenombre que los aldeanos le pusieron, sobre todo cuando las señoras lo decían en un tono incentivando a algo en lo que no era partidario....dulce sueños...

...Zee Pruk, o el habilidoso Pruk, como era conocido, es un jóven que tenía problemas para reconciliar el descanso, algo que era normal desde su niñez,  Cada vez que debía apoyar su cabeza en algún lugar llano para descansar, automáticamente se desencadenaban sueños raros o confusos en su mente, sumando una sensación de que le oprimían el pecho dejándolo casi sin respirar siempre, haciendo que estos episodios se intensificaban con el pasar de los años. Alguno de esos sueños se cumplían y esto le daba un poco de temor, el problema era cuando soñaba cosas aterradoras o amenazantes sobre algún aldeano o en la sociedad...y él no podia hacer nada para impedir los sucesos por más que haya intentado cambiar los hechos.

A sus veinticinco años estaba decido dejar la aldea, su vida llegó a un punto donde ya temía cerrar sus ojos y predecir el futuro, llegó a la conclusión que ese lugar lo terminaría enfermando de alguna u otra manera, o al contrario, él tal vez llevaría desgracias y no quería eso.

Unos meses antes de emprender su viaje, sin que nadie sepa, buscó y estudió aldeas cercas en donde poder refugiarse y desarrollar su labor, o ser un nómade hasta que el destino le designe un lugar donde poder vivir en paz.
Una noche sin querer cerró sus ojos y vió una luz azul segadora y mucha gente arrodillada, luego gritos y desesperación. Asustado y agitado se levantó, sin dudar guardó lo necesario en una carreta que estaba atado a su caballo y se despidió de su hogar en silencio, deseando que ningún aldeano lo descubriera huir mientras calbagaba hacía lo desconocido.

Estuvo horas calbagando pero no quería detenerse, a pesar de que sus ojos rogaban por cerrarlos aunque fuera un instante. En algún momento de la madrugada su pecho dolió tanto que le quitó todo cansancio, la sensación desgarradora de su última revelación era palpable todavía en él, pero más que dolor era como una corazonada que aceleraba su pulso, con miedo sumando lo perdido que se sentía en cuanto hacia donde se dirigía, guió a su caballo por un bosque que se veía lejano "perfecto" pensó, mientas más lejos de la aldea mejor se sentiría, así lo creía.
Al momento de entrar al bosque decidió ir con cautela, su corazón aún latía rápido pero no se detuvo y calbagó por un par de horas más, casi estaba amaneciendo.