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Un sonido me despertó totalmente asustada. Me senté en la cama y me puse una mano en mi cabeza.

Me dolía un montón.

-Perdón -dijo Víctor recogiendo un secador para el pelo.

Que la tierra me trague ahora mismo, pensé que todo había sido un sueño.

—Buenos días —lo saludé avergonzada

—Buenas tardes, son casi las dos de la tarde

—¿Qué? —chillé preocupada

Miré por debajo de las sábanas por si tenía ropa puesta.

No pasó absolutamente nada entonces.

Me levanté, agarré mis tacones y me hice una coleta para ordenar mi pelo.

—Me tengo que ir —le dije acercándome a la puerta

—¿Te vas? Sofi, ni siquiera has comido... —se acercó a mí —Come algo y te voy a dejar a tu casa

—No quiero molestar, enserio.

—No estás molestando a nadie. No quiero que te vayas de esa manera po —dijo y tomó los tacones para dejarlo nuevamente en el piso

—Bueno —me toqué la frente porque me dió una punzada.

—¿Te duele mucho? —preguntó preocupado.

—Muchisimo, no me acuerdo cuanto tomé. ¿Y tú porqué te ves tan bien?

—Pediré que traigan algo para el dolor... Y yo no tomo. Ayer lo hice solo para llamar tu atención de alguna manera —se rió avergonzado —Soy deportista y cada cierto tiempo nos hacen exámenes

—Ahora saldrá positivo por mi culpa, perdón —también me reí

—No importa, sería una buena historia para contar —puso atención a mi rostro —Tus ojos son los más lindos que he visto —susurró mientras se acercaba.

—¿Q-qué? —me alejé con un poco de timidez. El alcohol se había ido por completo de mi cuerpo, había vuelto a ser la misma Sofía introvertida.

—Perdón, no te quería incomodar

—No, tú perdóname a mí, soy un poco diferente cuando tomo.

—Eres chistosita.

Luego de un rato hablando, Víctor volvió a pedir por teléfono, el menú de almuerzo con analgésicos para calmar el dolor de cabeza.

Pasamos el rato almorzando encima de la cama mientras había puesto una película de fondo.

Todo se había vuelto otra vez más cómodo. Supongo que lo que había pasado en la noche solo se quedó ahí.

—Yo creo que vas a empezar a trabajar recién como a los treinta años —se burló de mí

—¡No son tantos años! siete de medicina, el año de internado y creo que luego tres años de pediatría!

—Eres mala para los números —rió a carcajadas —Si tienes veinte, a los treinta estás lista, son diez años más

—Tienes razón —reí y saqué la bandeja de la cama.

—¿Y por qué pediatría? ¿Te gustan las guaguas? —cuestionó.

—Si me gustan las guaguitas, me gustaría trabajar en el sector neonatal o infantil —respondí

—Para estar estudiando medicina en otro país es porque debes ser muy inteligente, me gustan las mujeres así —confesó.

—Ah, ¿Te gustan las mujeres inteligentes? —dije seria, acercándome un poquito más a él

—Sí, de hecho creo que eres la mina más interesante, chistosa e inteligente que he conocido —dijo eso antes de terminar de acercarse a mí y darme un beso.

Éste beso fue diferente; lento, rico, apasionado y con lengua.

Puse mis manos alrededor de su cuello y lo apegué más a mí.
Rápidamente me subió encima de él y sentía que algo crecía cerca de mi zona íntima.

—Oh Sofía, no me hagas esto —jadeó mientras le daba besos en el cuello y me movía en círculos sobre él.

—Disfruta el momento —le susurré en el oído y volví a su boca para besarlo.

Escuchaba su respiración fuerte y agitada.

Me separé de él para quitarle la polera y el me desabrochó botón por botón la camisa que tenía de pijama. Con cuidado me bajó y me acostó sobre la cama para luego besar mis senos y apretarlos.

—Víctor... —gemí su nombre, sentía el calor intenso por todo mi cuerpo sobre todo en mis mejillas.

—Espera un poquito más —sonrió y me bajó el pantalón.

Dió besos sobre los muslos y cerca de la ingle, cada vez me sentía caliente, me estaba desesperando.

Puso un dedo cerca de mi intimidad y se sorprendió.

—De esta manera te quería tener —dijo antes de meter un dedo dentro —Así de mojada.

Gemí suavecito al sentir su tacto.

Podía sentir como metía y sacaba su dedo de al medio. Volvió a mi boca y nos besamos otra vez por un rato.

—Parece que ya estás lista —comprobó y yo le asentí varias veces con la cabeza.

Bajó su pantalón y yo sólo podía mirar lo que había debajo de ese bóxer. Se veía muy duro y parado.

—¿Qué pasó? —preguntó acercándose nuevamente.

—Nada, estoy un poco nerviosa...

—No tranquila, tú me dices si seguimos o paramos

—Quiero seguir —respondí segura.

Me dió un beso corto sobre los labios y tomó su billetera, sacando un condón.

Se me había olvidado por completo ese paso.

Lo abrió con cuidado, bajó un poco su bóxer y se lo puso desde la punta hasta el final.

Abrió mis piernas y se puso en la entrada, tratando de entrar.

—Estás muy apretada, lo haré con cuidadito, ¿Ya? —dijo tranquilizandome y yo le asentí con la cabeza, poniendo una mano sobre su hombro.

Seguía pasando su punta por mi entrada, eso hizo que me calentara más, mojandome.

Y por fin entró, lo sentía enorme.

—Ah —gemí fuerte y retorciendome un poco

—Tranquilita que esto será solo un ratito ¿Quieres que pare?

—No quiero que pares, sigue —le ordené y siguió moviéndose despacio.

Cuando me fuí acostumbrando al tamaño, fue elevando el movimiento y la fuerza.

—Víctor... —jadeé gozando como entraba y salía.

Lo único que escuchaba eran los gemidos de él cada vez que entraba.

De repente salió por completo y se acercó para besarme con intensidad, bajó por mi cuello, bajó más y llegó a mis senos nuevamente para besarlos.
Rápidamente me levantó y me puso contra la pared.

Algo inesperado.

Entró a mí de nuevo, pero dándome más duro, escuchaba como sonaban nuestros cuerpos cada vez que chocaban entre sí.

Puso una mano en mi cintura y la otra bajó hasta mi clítoris para comenzar a tocarlo suave pero rápido.

Eso fue un plus para que me corriera junto a él.

Gemí fuerte por última vez y el me dió las últimas embestidas dentro de mi para luego detenerse y salir.

Me acababan de dar la mejor cogida de la vida.







buenas noches calentonass
opinen, las leo jejejejeje

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⏰ Última actualización: Jul 05 ⏰

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Desliz - Víctor Dávila Donde viven las historias. Descúbrelo ahora