Mi corazón estaba a mil.
Minuto noventa y tres y nada. Ningún gol, solamente uno por parte de los canadienses el cual había sido anulado por el VAR al instante.
—Ya fue, vámonos Sofi —dijo la Antonia yéndose enojada.
—Me quedo hasta el final —le respondí sin mirarla
—Si nos vamos ahora no será tan atadoso salir cuando termine el partido po.
La ignoré por completo, siempre tan mandona.
El árbitro toca el silbato y el partido es finalizado.
¿Qué?
¿Acabamos de ser eliminados de la Copa América?
—Ya terminó, ahora vámonos. Tu papá se va a enojar Sofía
—Cállate un rato cotorra —le dije molesta —¿No estás viendo que nos eliminaron?
—Chuta prima sorry, tú sabes que no cacho nada de fútbol.
Desde lejos podía ver a Alexis sentado en el pasto de la enorme cancha. Se notaba cansado, decepcionado... Seguramente hasta desvastado por la eliminación.
Después de que todos entraron tristes, nos levantamos. Ya era hora de salir.
—Vamos a ver a mi papá —mencioné mientras caminaba a los camarines.
Mostré la credencial, me dejaron pasar y entré a la sala de recuperación.
—Papá —dije despacito.
—Hijita pase nomás —me respondió triste.
¿Ese es Claudio Bravo?
—Oye tu hija que está grande —dijo sorprendido —Yo me acuerdo cuando andabas detrás de tu papá y del Esteban, tratabas de mandar al Valdivia
¿Qué yo qué?
Me reí nerviosa, hasta un poco incómoda porque no entendía mucho.—Lamento que no se dió la oportunidad para la seguir en las fases de grupos, el partido estuvo muy injusto —mencioné recordándo a ese árbitro... Wilmar Roldán.
—Yo también lo lamento, me hubiera encantado seguir pero ya estamos eliminados. Supongo que por algo pasan las cosas...
Asentí con lástima.
Mi papá terminó de revisarle el tobillo a Bravo y empezó a vendarlo nuevamente.
Sí, mi papá es el kinesiólogo de la roja.
La conversación siguió un rato más, se sentía raro estar de vuelta metida en los camarines.
Cuando cumplí catorce años dejé de ir al Complejo de Juan Pinto Durán, donde normalmente mi papá está trabajando y moritonea todo lo que hacen los jugadores.
Me centré en mis estudios y descubrí que era bastante inteligente así que luego de muchísimo esfuerzo me becaron en la Universidad de Berkeley en Estados Unidos donde estudio Salud y Medicina.
Llevaba un año y medio sin estar con mi padre, así que esta oportunidad de tenerlo en América era un total privilegio.
—Que estés bien, cuídate mucho y sigue estudiando. No te desenfoques —me aconsejó el capi.
—Gracias, lo haré —sonreí.
Claudio salió de la habitación cojeando.
—Vuelvo altiro, tengo que ir a firmar unas cosas para que saquen el equipo médico que tenemos instalado acá —dijo mi papi.
—Estoy que me hago pipí Sofi, yo también vuelvo altiro —la Anto salió prácticamente corriendo.
Otra vez sola.
Silencio.
Empecé a curiosear, a tocar instrumentos de evaluación que tenían ahí. Leía los medicamentos, miraba los cuadros que estaban colgados en las paredes.
Mi atención fue interrumpida porque alguien golpeó la puerta.Si tan sólo no hubiera estado ahí todo sería diferente o quizás no.
¿Por qué te quedaste en esa habitación? ¿no podías haber acompañado a tu prima?
—Permisooo —habló una voz que no reconocía.
Yo estaba detrás de la cortina, sentada en la camilla. Guardando silencio.
—¿Tío Cristian? —preguntó —Sabe que me duele la ingle, siento como un tirón y me molesta al caminar... —se quejó a dar otro paso.
Veía su silueta por através de la cortina.
«¿Está caminando hacía acá?» pensé.
—¿Tío? —preguntó otra vez, abriendo la cortina.
Víctor Dávila, lo conocí cuando había entrenado hace unos diez años en el complejo de Santiago.
Alexis le había regalado unas zapatillas para jugar y él muy humildemente se las recibió feliz.Esa fue la primera y última vez que lo había visto en persona. Las otras, sólo desde la plantalla del televisor cuando jugaba por Chile y hoy por el partido pero aún así estando cerca, lo veía desde lejos.
Me quedé detenidamente mirándolo a los ojos, era muy bonito y sus facciones se notaban marcadas por la madurez. Miré sus brazos, uno totalmente tatuado.
Se veía varonil, había crecido muchísimo como hombre y jugador.—Tú no eres el tío Cristian —se burló y yo me reí.
Víctor 1 - Sofía 0
Decepcionada de mí misma, qué rápido caes Sofía.
Almendra.
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Desliz - Víctor Dávila
Fanfic"-No te preocupes, yo me haré cargo de éste problema" "-Y yo soy muy chica, me van a matar." La historia de Sofía y Víctor está llena de altibajos, sobretodo para que me odien y me amen a la vez jiji. © todos los derechos reservados.