Hoy fue un día pésimo. Lo único bueno es que llegué a casa y le platicaré a la abuela todo lo sucedido, mientras acaricio a mis hermosos perritos, será la mejor manera de desahogarme.
-Abue, ya llegué ¿estás ahí? ¡Abuela!
¡Rayos! de verdad que hoy traigo mala suerte, la abuela había dejado una nota en el comedor que decía: -"Hijo dejé lista tu cena favorita, salí a un mandado, no tardaré" -Bueno, al menos pensó en mí, consintiéndome con avena de vainilla y rosquillas de chocolate.
Escuché un estruendo en el cielo y la luz de mi casa se fue por un instante. Tal parece que lloverá, y me parece raro que Lucifer y Agnes no hayan venido a recibirme, ¿Será que la abuela olvido que ésta mañana los saqué a jugar al patio? Tendré que ir por ellos antes de que sea más tarde.Al abrir la puerta trasera que conduce al patio me sorprendí al ver que Lucifer y Agnes no estaban ahí, pero me tranquilicé al pensar que quizá mi abue los había llevado a pasear. Cerré la puerta y al darme la media vuelta pude escuchar pasos que provenían del cuarto que era de mi madre. Por supuesto pensé que se trataba de mis cachorros, aunque me pareció raro ya que la abuela nunca permite el paso a nada ni nadie. Inmediatamente subí e intenté abrir la puerta del cuarto, pero me llevé una gran sorpresa cuando intenté abrir y estaba cerrado con llave como desde siempre, no puedo negarlo, me dio intriga y ganas de saber que era lo que había escuchado.
-Sí, ya sé lo que están pensando de mí, que soy el típico joven guapo de una película de terror, que se hace el valiente acercándose al peligro y muere decapitado en el primer minuto, pero no, no es así. En realidad una de mis piernas quería salir corriendo de ese lugar y otra permanecía firme. Había algo en mi interior que me llamaba a entrar y averiguar.Con mi gran ingenio logré forzar la chapa de la puerta y pude ingresar al cuarto, era la primera vez que estaba ahí, no había luz, era un cuarto oscuro, dónde sólo la luz de la luna alumbraba por la ventana, el piso de madera rechinaba con mis pasos, pinturas por todos lados de búhos al parecer hechas por madre y la cama forrada de muñecas de porcelana llenas del polvo que la verdad le daban un toque macabro. Al fondo había un tocador con un gran espejo dónde increíblemente no se veía mi reflejo. Una caja musical en el centro, llamó mi atención, le di cuerda y empezó a tocar, de pronto se abrió y una bailarina comenzó a moverse al ritmo de la melodía al parecer era "Pathetique" la sonata no. 8 de Beethoven, me entretuve disfrutando de ese tranquilo momento, después de un día devastador esa música había logrado tranquilizarme.
Al terminar el espectáculo, un resplandor salió desde el centro de la caja, era una luz intensa, la música volvió a escucharse, pero ésta vez sonaba como si una grabadora se hubiese tragado la cinta de un cassette. De repente un anillo dorado apareció en el brazo de la bailarina, lo agarré y quise ponérmelo, una tormenta eléctrica comenzó, me asusté, pero continué y me puse el anillo en el dedo anular de la mano izquierda, un rayo cayó en el patio trasero de mi casa, me segó y ensordeció por completo. El impacto quebró los vidrios de la ventana del cuarto de mi madre y me aventó al suelo.
Perdí el conocimiento...
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Pandemónium
Teen Fiction¿Las razones del cambio? Muchas, y algunas de ellas pueden ser muy poderosas... Christ Wytte, la noche antes de su cumpleaños número 18 descubre un anillo mágico en el cuarto abandonado de su madre. La vida de Christ dará un giro inesperado y se las...