Capítulo 02: Un Pequeño Golpe de Suerte.

2 0 0
                                    

A la mañana siguiente, la joven se volvió a encontrar con aquella "pirata" en la misma taberna, entró con valentía, la mujer la miró de arriba a abajo con desagrado:

— Hola, me llamo Elisabeth. Os vi ayer aquí y... quería acercarme a hablar pero... no... no pude.— Dijo.

— Mira... ¿Elsbeth? Bueno, cómo sea, eres muy valiente al entrar aquí y "hablar".— Aclaró la mujer. Todos se empezaron a reír de lo dicho y continúo: — Pero en mi tripulación no se permiten a "niñitas de mamá", así que empieza a largarte de aquí montada en tu unicornio blanco a tu palacio de colores.— Dijo.

Elisabeth sin pensarlo, agarró un cuchillo que tenía atrás suya y lo clavó en la pared, rozando la blusa de la mujer. La joven se acercó a su oído y le dijo en un susurro:

— No soy una "niñita de mamá", y hasta puedo ser mucho más peligrosa de lo que crees. Quién sabe, posiblemente sea mejor que tú.— Susurró.

        Entonces quitó el cuchillo de la pared, lo dejó bruscamente en la mesa y se dio la vuelta para irse.

— Está bien, ¿estás segura de que quieres? Podría ser un poco peligroso para ti, jovencita.

— Podré con ello.- Dijo Elisabeth con seguridad.

— Por cierto, me llamo CJ, por si no sabías quién soy.— Dijo. Se terminó el vaso de ron y se fue con su tripulación, esquivándo a la joven y diciéndole que la esperaba mañana al alba en el puerto.

Elisabeth tenía una sonrisa clavada que iluminaba su rostro, iba a hacer lo que fuese por formar parte de su peligrosa tripulación de piratas.

Al alba, Elisabeth se puso la ropa más sucia y desgastada que encontró en su armario para poder "encajar": se puso una una felpa para sujetar su cabello largo platino, se pintó los labios y se fue. Cuando llegó al puerto, empezó a llamar a CJ, Elisabeth miró hacia arriba y vio a la mujer bajando de un lado a otro por una cuerda, cuándo llegó al suelo, CJ suspiró cómo si estuviese cansada, aunque físicamente no lo parecía.

— ¡Buenos días grumete! Hoy vamos a empezar por... El cambio de look. Por favor, que somos piratas, no vagabundos. Un poco de estilo no hace daño a nadie.— Dijo CJ agarrándole del brazo y llevándosela a su camerino. Primero le puso una camisa blanca de manga larga ancha con un corsé negro, unos pantalones de cuero negros, alrededor de la cintura un pañuelo rojo, joyas de oro en sus dedos y por último, unos pendientes de oro en forma de aro. Le quitó el maquillaje y la volvió a maquillar de forma más natural:

— ¡Perfecto! Esto es otra cosa. Y, ahora, ya puedes formar parte de mi equipo.— Dijo CJ.

Elisabeth se miró al espejo y se quedó impresionada, no parecía ella, las pecas de su cara se notaban más, los ojos parecía tenerlos más abiertos y las ojeras desaparecieron. Por no hablar de sus voluptuosos labios rojos que destacaban gracias al pintalabios.

— Muy bien, ahora que ya estas aceptable, vamos a ver de que estás hecha. Levántate, y acompáñame a fuera.— Dijo CJ. — ¡En guardia!.— Gritó una vez fuera mientras le lanzaba a Elisabeth una espada. La joven se sorprendió, agarró la espada y empezó a esquivar los ataques de CJ. Hasta que por sorpresa, Elisabeth atacó a la mujer, poniendo su espada justo en el cuello de esta, como si fuese la derrota para CJ.

Al terminar el pequeño entrenamiento, la mujer llevó a Elisabeth a su propio camerino, o sea, al camerino de la joven. Resulta que su habitación era muy elegante y muy grande, de color azul agua y blanco con una cama que colgaba del techo.

— Bueno, espero que te guste. Te voy a dejar que te acomodes, ya que va a ser tu habitación a partir de ahora. ¡Que descanses!.— Dijo CJ.

Cuándo la mujer se fue, Elisabeth se tumbó en la cama abrazando una de los cojines que había hasta quedarse dormida. De pronto, oyó un sonido que venía de la mar, había dormido durante horas, y ya se hizo de noche. Salió a ver y vio a una chica que caminaba por el agua. Su piel era muy blanca, su cabello era gris, llevaba un moño con una tiara, un vestido blanco muy elegante, y cargaba joyas plateadas que brillaban mucho. Empezó a sonar una melodía muy bonita, con la que las mariposas y unos seres muy similares a las hadas, volaban alrededor de aquella extraña chica. Se quedó mirando estupefacta al movimiento de la chica con la melodía de la misteriosa música. Entonces, CJ, interrumpió. Elisabeth se dio la vuelta para mirarla, y ahí estaba ella:

— Elisabeth, ¿se puede saber que haces despierta a estas horas mirando al... agua?

— Um... yo...— La joven intentaba hablar boquiabierta, mirando cada dos por tres al agua, dónde se encontraba aquella chica pálida bailando, pero no había nada.

— Anda, vete a dormir. Que descanses, grumete.— Dijo CJ.

Elisabeth se volvió a dar la vuelta, y en sus pies, había un colgante. Un colgante dorado en forma de corazón dónde se podía ver escrito el nombre "Luna", se lo guardó en uno de sus bolsillos y se fue a dormir.

✶ 𝐇𝐢𝐣𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐋𝐮𝐧𝐚 ✶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora