3. verla de nuevo

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-¡Buenos días, alteza Miriam!- dijeron todas las mucamas a la vez formando un coro.
Era el primer día de trabajo de Anna, desde muy temprano la mucama principal le hizo cambiarse con su uniforme y, a diferencia de las demás ella se mantuvo a su lado para observar la rutina matutina de todas las mucamas.

-Las mucamas de este palacio están bajo el servicio del rey.- explicó la más grande de todas. -todas nos dividimos, cada parte tiene su labor.  Están las mucamas personales del rey y la reina, así como las mucamas de nuestro príncipe heredero y las dos princesas menores.- Anna miraba con atención y trataba de memorizar cada palabra que decía. -En este caso la princesa Miriam te ha asignado a su cuidado, tu papel es más importante que el de las demás.- especificó con un tono más serio a lo que estaba acostumbrada. -A diferencia de las demás tú estarás a lado de la princesa en todo momento, y, deberás acatar cada orden que ella te dé, claro, si esto no daña su integridad tanto física como emocional, ¿Quedó claro?- Anna asintió.

-Si, señora.- Recordaba claramente lo que se le había asignado, aún no creía que ahora trabajaba en el palacio real, aunque había trabajado de mucama antes, estaba nerviosa, había tantas mujeres iguales a ella atendiendo cada cosa que se miraba, incluso la mascota real del rey tenía mucamas, era demasiado para asimilar, pero se esforzaría para mantener su vida estable, de esa forma, se olvidaría de todo lo que sucedió semanas atrás.

-¡Que tenga un excelente día, alteza miriam!- las mucamas habían dejado la habitación, Anna había quedado en ella pues no podía retirarse a no ser que la princesa lo pidiera.
El sol apenas estaba saliendo, y la princesa ya había sido arreglada, Anna observó a Miriam mirar por la ventana esperaba por alguna orden.

-y... ¿Cómo te ha ido en este primer día?- preguntó Miriam.

-Todo estubo orden alteza, fui bien recibida y he aprendido lo necesario para darle un buen servicio.- Miriam le miró y rió levemente.

-Ah, bueno... Creo que te tomará tiempo pero, cuando estemos a solas puedes decirme solo Miriam, me aburre tanta formalidad.- Anna negó.

-No hay manera de hacer eso alteza, usted es la princesa de este reino y yo soy su mucama.- Anna no quería volver a hacer un lazo tan fuerte como el que tuvo con Lily, si se hacía tan cercana a la princesa, seguramente algo lo arruinaría de nuevo.

-Pero Anna...- Miriam se contuvo al escuchar la puerta sonar.

-Alteza, tengo un comunicado para usted.- es escuchó al otro lado de la puerta, Anna se apresuró, abrió  encontrándose con una de sus compañeras mucamas la cual le informó a Anna el mensaje y posterior a eso se retiró.

-¿Qué sucede?- preguntó Miriam.

-Alteza, su majestad el rey la espera en el salón.- Anna se sintió un poco ansiosa, era la primera vez que estaría cerca de los reyes, apenas estaba asimilando el hecho de trabajar para una princesa.

-¡Oh! ¡Papá nos llama!- Anna suspiró, la princesa tenía mucha energía, era tan animada que sentía que se robaba de manera involuntaria su esencia para poder tener ese ánimo todo el tiempo. Después de que la princesa comenzó a avanzar ella fue detrás.

Los pasillos de ese palacio eran mucho más lujosos que los de una simple canción, podía notar las incrustaciones de joyas y detalles de oro en algunas paredes, los cuadros de los monarcas anteriores así como los actuales, estatuas, alfombras, cortinas, todo era tan bonito y lujoso que le asustaba un poco ver tanto objeto que cuidar al momento de limpiar.

Anna caminó detrás de Miriam en todo momento y se limitaba a responder las preguntas que ella le hacía de una manera cortante, Miriam no entendía del todo a Anna, pero no quería presionarla. Una vez llegaron al salón, los guardias abrieron las grandes puertas, al entrar, Anna bajó su mirada y se mantuvo así todo el tiempo, tomó su lugar con la mucama y el mayordomo que estaban ahí, los que atendían a los demás príncipes.

-Amado padre, querida madre.- Miriam hizo una reverencia a sus progenitores y tomó lugar a un lado de su hermano mayor.

-Bien, estamos todos.- Anna escuchó la voz de alguien mayor, por la presencia que está destacaba, supo que era el rey, se sintió tan pequeña que no pudo apartar la mirada de sus zapatos.
-Como saben ya queridos hijos, sus dos hermanas se han casado, y, siguiendo esa tradición, es el turno de mi querida Helena a quien he decido unir en matrimonio con él príncipe Samuel, así que, en una semana tendremos el baile de compromiso, y, para él siguiente año, será tu turno Miriam. Por eso en esta fiesta debes mostrarte para que tengamos buenos aspirantes a tu mano.- Anna había escuchado sobre eso, los reyes acostumbraban unir en matrimonio a sus hijas para conseguir alianzas, era ese el motivo por el cual de las cuatro princesas solo quedaban dos en ese palacio.

-Si... Padre.- Miriam respondió.

-Bien, era todo lo que quería informarles. Queridos hijos, pueden retirarse.- las mucamas hicieron una reverencia antes de marchar junto a los príncipes, al salir del salón Miriam avanzó hasta su habitación Anna la notó distinta, asi que se atrevió a preguntar.

-¿Alteza?- Anna se acercó a Miriam. -¿Se encuentra bien?- Miriam tomó asiento en la orilla de su cama, suspiró un poco y sonrió levemente.

-Mi hermana se irá en poco tiempo... He visto a todas mis hermanas irse de aquí con sus esposos- Anna se sentó a su lado. -Es solo que, sere la última que queda y tendré que irme también cuando me comprometan.- Anna sintió un poco de pena. -Es algo triste, pero, se supone que es nuestra obligación.- se levantó y después de separar los cabellos que caían en su rostro colocó una sonrisa amplia. -Quiero salir... Vamos, iremos a cabalgar.

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-¿Lily...? ¿Estás aquí?- una vez la duquesa entró a la habitación Lily se levantó de su cama con una sonrisa amplia.

-¡Duquesa!- rápidamente Lily se dirigió hacia ella para abrazarla, la duquesa correspondió a tal acto, tomó el mentón de Lily y le dió un beso.
Habían pasado varios días desde que no la visitaba solo a ella, pero Lily sabía que debía ser paciente y gracias a que había esperado, la duquesa finalmente había accedido a darle de su amor.

Lily disfrutó de esas caricias, de la sensación que la hacía estremecer, sus manos quedaron marcadas en el cuerpo de la duquesa así como las marcas de la Duquesa llenaron su piel, volvió a sentirse viva y amada.

-¿Estás feliz?- la duquesa preguntó mientras acaricia el hombro de Lily y dejaba un camino de besos sobre este.

-Lo estoy Duquesa...

-tengo una notícia...- Lily observó a la duquesa mientras ella la sostenía en sus brazos. -estoy invitada a la fiesta de compromiso de la princesa Helena, así que, quiero que me acompañes para ese día.


Lily Of The Valley... Anna's New Flower Donde viven las historias. Descúbrelo ahora