Era una mañana soleada en Bangkok cuando Pond despertó a Phuwin con un suave beso en la mejilla.
—Buenos días, mi amor —dijo Pond con una sonrisa, abrazando a Phuwin mientras este se desperezaba—. Tengo una sorpresa para ti.
Phuwin, aún medio dormido, parpadeó con curiosidad y se estiró.
—¿Una sorpresa? ¿Qué es? —preguntó, con una mezcla de emoción y confusión.
Pond se inclinó y le entregó a Phuwin una pequeña caja envuelta en papel brillante.
—Ábrela —dijo Pond, sus ojos brillando con expectación.
Phuwin tomó la caja con cuidado y la desenvainó lentamente, revelando un par de boletos de avión.
—¡¿Boletos para Chiang Mai?! —exclamó Phuwin, sus ojos abiertos de sorpresa—. ¿Vamos de vacaciones?
Pond asintió con una sonrisa.
—Sí, he pensado que sería genial escapar un poco de la rutina y disfrutar de un tiempo solo para nosotros dos en la hermosa Chiang Mai.
Phuwin, lleno de emoción, se lanzó a los brazos de Pond, abrazándolo con fuerza y cubriéndolo de besos.
—¡Gracias, gracias, gracias! —decía Phuwin entre risas y besos, sus ojos brillando de felicidad—. ¡Esto es increíble, Pond! ¡Te amo tanto!
Pond rió, encantado por la reacción entusiasta de Phuwin, y le devolvió los abrazos y besos.
—Yo también te amo, Phuwin —dijo Pond, acariciando suavemente el rostro del omega—. Pero tenemos que empacar nuestras maletas. El avión sale en unas pocas horas.
Phuwin se separó un poco, todavía sonriendo, y asintió.
—¡Vamos a empacar entonces! ¡No quiero perder ni un minuto más!
Los dos se apresuraron a preparar sus cosas, riendo y bromeando mientras seleccionaban qué llevar. La emoción de Phuwin era palpable, y su entusiasmo contagió a Pond, haciéndolo sentir más feliz que nunca por la decisión de llevar a su amado omega en una escapada romántica.
El viaje en avión fue tranquilo, y al llegar a Chiang Mai, fueron recibidos por el cálido clima y el hermoso paisaje de montañas verdes y templos dorados. Se alojaron en un encantador resort en las colinas, rodeado de naturaleza y tranquilidad.
Al llegar al resort, Phuwin quedó impresionado por la belleza del lugar, que estaba decorado con delicados detalles tailandeses y ofrecía vistas panorámicas del valle.
—Esto es impresionante, Pond —dijo Phuwin, mirando alrededor con asombro—. No puedo creer que estamos aquí.
Pond tomó la mano de Phuwin y le dio un apretón suave.
—Me alegra que te guste. Quiero que disfrutemos de cada momento juntos.
Durante su estancia en Chiang Mai, Pond y Phuwin exploraron la ciudad, visitando templos antiguos, paseando por los mercados nocturnos y probando la deliciosa comida local. Cada experiencia fue una oportunidad para acercarse más y crear recuerdos inolvidables.
Un día, decidieron hacer una excursión a un santuario de elefantes. Phuwin estaba encantado al ver a estos majestuosos animales de cerca y participar en actividades para cuidarlos y alimentarlos. Pond observaba a Phuwin con una sonrisa, viendo la felicidad en sus ojos.
—Estoy tan feliz de verte disfrutar así —dijo Pond, abrazando a Phuwin por detrás mientras observaban a los elefantes jugar.
Phuwin se giró para mirarlo, sus ojos brillando con gratitud.
—Gracias por esta experiencia, Pond. Ha sido maravilloso.
Una noche, después de un día lleno de aventuras, Pond y Phuwin se sentaron en el balcón de su cabaña, bajo un cielo estrellado. Con una manta suave extendida sobre el suelo, compartieron una cena a la luz de las velas.
Mientras miraban las estrellas, Phuwin recostó su cabeza en el hombro de Pond.
—No puedo pedir nada más —susurró Phuwin—. Este viaje, este momento, todo es perfecto.
Pond acarició el cabello de Phuwin con ternura.
—Me alegra que te guste. Para mí, cada momento contigo es perfecto.
Ambos se quedaron mirando con amor, perdiéndose en los ojos del otro. Pond, con suavidad, tomó la cintura de Phuwin y se acercó lentamente, sus labios encontrándose en un dulce beso. El omega aceptó el beso de su alfa, cerrando los ojos y entregándose al momento.
Pond, en un movimiento suave y decidido, levantó a Phuwin y lo colocó sobre sus piernas. Phuwin rodeó con sus brazos el cuello de Pond, profundizando el beso con ternura. El beso, inicialmente dulce, se volvió más apasionado, pero manteniendo siempre una sensación de amor y cuidado.
El mundo a su alrededor parecía desvanecerse, dejando solo el sonido de sus respiraciones y el latido sincronizado de sus corazones. El cielo estrellado fue testigo de su amor, mientras la noche avanzaba y ellos seguían perdidos en su propia burbuja de felicidad y amor compartido.
Antes de regresar a Bangkok, Pond y Phuwin decidieron dar un paseo al amanecer por un jardín botánico cercano. La bruma de la mañana y el suave resplandor del sol naciente creaban un ambiente mágico. Se detuvieron frente a un pequeño lago, que estaba hermosamente decorado con flores flotantes y luces suaves, reflejando una escena de ensueño.
Phuwin se quedó sin aliento al ver el lugar, sus ojos brillando de asombro.
—Pond, esto es hermoso —dijo Phuwin, tomando la mano de su alfa mientras miraba a su alrededor.
Pond sonrió, viendo la felicidad en el rostro de Phuwin. Con el corazón latiendo con fuerza, sacó una pequeña caja de terciopelo de su mochila y se arrodilló ante Phuwin.
—Phuwin, desde el momento en que entraste a mi vida, todo cambió para mejor. Has sido mi luz, mi apoyo y mi amor incondicional. No puedo imaginar mi vida sin ti. —Abrió la caja, revelando un elegante anillo de compromiso—. ¿Te casarías conmigo?
Phuwin, con lágrimas de felicidad en los ojos, asintió repetidamente, apenas pudiendo contener su emoción.
—¡Sí, Pond, sí quiero casarme contigo! —dijo Phuwin, abrazando a su alfa con ternura, sus lágrimas cayendo suavemente.
Pond correspondió al abrazo, sintiendo una inmensa felicidad al tener a Phuwin en sus brazos. Después de unos momentos, se alejaron un poco, mirándose a los ojos con amor.
—Phuwin, te prometo que siempre estaré a tu lado, en los buenos y malos momentos. Te amaré y te cuidaré todos los días de nuestras vidas. Eres mi todo.
Phuwin, conmovido por las palabras de Pond, sonrió con lágrimas en los ojos.
—Yo también te prometo amarte siempre, Pond. Eres mi hogar y mi felicidad.
Con ternura, Pond se inclinó y besó a Phuwin, un beso lleno de amor y promesas para el futuro. En ese momento, con el lago y el amanecer como testigos, sellaron su compromiso, sabiendo que estaban destinados a estar juntos para siempre.
De vuelta en Bangkok, Pond y Phuwin continuaron con sus vidas, ahora comprometidos y con el futuro prometedor frente a ellos. El viaje a Chiang Mai había sido solo el comienzo de una nueva etapa en su vida juntos, una etapa llena de amor, alegría y planes para el futuro.
Cada día era una celebración de su relación, y cada noche estaba llena de la misma calidez y felicidad que habían experimentado en su escapada. Su amor seguía creciendo, alimentado por las aventuras compartidas y los momentos cotidianos de su vida juntos.
Y así, Pond y Phuwin siguieron construyendo su vida juntos, con la promesa de un futuro brillante y la certeza de que su amor era para siempre.
FIN
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Destino en Bangkok (Prt.1) - PondPhuwin
Fiksi PenggemarEn el vibrante corazón de Bangkok, dos alfas, Joong y Pond, eran conocidos no solo por ser los mejores amigos, sino también por liderar con éxito dos de las empresas más importantes de Tailandia. Su amistad era tan sólida como sus negocios, comparti...