CAPÍTULO. 3 ~Buenos amigos~

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Las calles como era de esperar estaban repletas de personas, era difícil caminar entre todo aquel mar de gente pero todo era más fácil a su lado.

—¡Mira Quarks! ¡Ya casi llegamos!— Su alegre voz resonó entre todo el ruido de la ciudad, o mejor dicho fue lo único que escuche.

No se cuanto tiempo llevamos juntos, perdí la cuenta de los años pero sí sé que son los suficientes como para decir que es la persona más especial en mi vida.

—Voy, solamente no corras o te vas a caer.—

Era como un niño lleno de energía, sus ojos pese a estar vacíos siempre parecían radiantes, su rostro inocente y infantil quedaba tan bien con su personalidad, lo único que no encajaba era su estatura, casi un metro ochenta, pero que importa, el es perfecto tal y como es, incluso con toda la mierda que se oculta tras esos hermosos ojos.

~Narración tercera persona

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~Narración tercera persona.~

La puerta fue hubiera, escuchando se una pequeña campana de metal resonar y un "Bienvenidos" por parte del bartender, ambos saludaron cortésmente mientras buscaban con la mirada un lugar libre para sentarse, encontrando uno a fondo pegado a la ventana, había una buena vista por lo que casi corrieron hacia aquel lugar. El café era sencillo con unos aires vintage, plantas, libros, pósters y discos de vinilo decoraban aquel café, por las bosnias se sintonía abajo música de los años sesenta y setenta para darles más ambiente, realmente había sido una buena elección.

—Buenas tardes soy Nickolas y seré su mesero el día de hoy, ¿Díganme ya saben que van a ordenar?—

Una voz socarrona y tranquilos llamó a ambos muchachos, Karl lo miro de manera despreocupada y se podría decir incluso desinteresada, pero Quackity no, el se había quedado hipnotizado al verlo, su cuerpo, su rostro, su cabello, sus ojos, sus manos, sus labios, era la primero vez que veía tal atractivo en una persona, ¿Acaso era un alfa? ¿O un Omega dominante? No, parecía ser un beta, pero aquella belleza no era normal en un beta, era extraordinario.

—Yo quiero unos waffles de mora con un batido de fresa por favor.—

El sonido del lápiz contra el papel llegó a los odios del de menor estatura, pero estaba tan perdido en su mente que cuando hubo si mirada frente a él no supo cómo reaccionar, su cuerpo se tensó, sus manos temblaron, fue como si le dieran una descarga eléctrica en todo el cuerpo.

—¿Y a usted? ¿Ya sabe que pedir?—preguntó con amabilidad, esperando paciente a que le respondiera.

—U, unas suizas enchiladas un y americano café.—

Silencio, tan metido en su mente estubo que nisiquiera pudo fórmulas las palabras con claridad, ahora se vería como un idiota frente a aquel chico tan atractivo, quería que lo tratara la tierra y lo escupiera lo más lejos posible.

Una suave risa hizo que levantara la vista, al parecer no lo había echado a perder. —Enseguida les traigo su comida, con permiso.— Y con esas suaves y tranquilas palabras se fue, dejando un silencio en aquella mesa que fue roto por la risa de Karl.

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