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La familia de la princesa Rhaenyra se mudó al castillo de Dragonstone hace cerca de tres meses. En los cuales Aemond había estado yendo y viniendo como se le fue permitido.

Aunque hubo dos semanas en las que su madre le impidió por completo tomar el barco que lo llevaría a Dragonstone.

¿Razón? No quería que su hijo siguiera aumentando el vínculo que tenía con la familia de su hermana. Alicent lo encerró en sus aposentos hasta que el barco zarpó, dejando al príncipe Aemond atrás.

"Sabes, no tendrías que viajar en barco cada vez que quieres ir a Dragonstone, si tuvieras un dragón." Le dijo Aegon a su hermano, mientras que Helaena y Daeron los miraron en silencio. Esperando que la discusión estallará en la sala. "Luces más como un Velaryon, que los bastardos de Rhaenyra."

Aemond lo ignoró olímpicamente, mientras llevaba su comida a su boca para masticar tranquilamente, aun cuando la sangre hervía en sus venas.

"Aegon, déjalo tranquilo". Dijo Daeron, mirándolo de manera negativa. "Aemond tendrá un dragón algún día."

"O quizás se vuelva un Velaryon." Volvió a decir Aegon con burla en su voz. Desatando finalmente lo que estaba buscando.

Que su hermano menor se enojara.

Aemond se lanzó sobre Aegon, quien era más fuerte. Ambos golpeándose partes de sus cuerpos, mientras que un Daeron salía en busca de un guardia que los ayudará a separarse.

Mientras que Helaena susurró:

"Obtendrá un dragón, pero tendrá que cerrar un ojo."

Ninguno de los dos escucharon nada a su alrededor, ni los gritos de Alicent para que se detuvieran. No notaron su presencia hasta que los guardias los separaron.

"¿Qué demonios ocurre aquí?" Preguntó su madre, mirando a sus cuatro hijos con furia.

"Aegon se burló de Aemond por no tener un dragón." Dijo Daeron, recibiendo una mala mirada de su hermano mayor.

"¿Eso fue todo? ¿Golpeaste a tu hermano solo porque qué no tienes un dragón?" Miró Alicent a Aemond, este último sintió como un nudo se formaba en su garganta. "Quizás algún día tengas uno o quizás nunca. No quiero que estén discutiendo todo el tiempo por el mismo tema. Ya fue suficiente, a sus habitaciones, los cuatro."

Aegon solo volteó a mirar a Aemond con una sonrisa triunfante y se fue detrás de su madre.

"Aemond..."

Él mencionando salió de la habitación enojado, dejando atrás a sus dos hermanos, con dirección a la habitación donde del rey pasaba la mayor parte de su día.

"Su majestad..."

"Oh, Aemond. Que sorpresa verte por aquí. Entra." Dijo el rey, mirando a su hijo, apuntando una silla para que tomara asiento. "¿A qué debo tu visita, príncipe?"

"Padre, podría ayudarme a ir a Dragonstone. Perdí el barco que salió hoy, y realmente quiero ir con mi hermana y mis sobrinos." Dijo cortésmente el pequeño Aemond.

"Veo que realmente te gusta pasar el tiempo con ellos." Dijo el rey, y el niño asintió, mirando la ciudad que su padre tenía años construyendo. "Te ayudaré. Mañana a primera hora debes estar listo. ¿Está bien?"

El niño asintió con una sonrisa y salió de aquella habitación con rumbo a sus aposentos, listo para descansar y despertar temprano.

No es que le gustará pasar solo el tiempo con la familia de su hermana, Rhaenyra. Si no que amaba el cariño maternal que esta le daba, uno que pocas veces obtenía de su madre. Le encantaba estar con sus sobrinos porque ellos nunca se burlaban de él.

Jace alguna vez lo hizo, pero había sido obligado por el príncipe Aegon.

El día siguiente, a primera hora, su padre lo acompañó hasta que el joven Aemond subió al barco, escoltado por un guardia.

Ya se las arreglaría Viserys con Alicent.

...

Aemond pasó dos semanas en Dragonstone sin regresar a King's Landing, su hermana Rhaenyra se encargó de informarles al rey y la reina, a través de una carta.

El menor no quería irse, le gustaba más cuando le daban sus clases de alto valirio en Dragonstone que en la fortaleza. También las clases de combate que eran compartidas con sus sobrinos.

"¡Mond!" Gritó Lucerys acercándose a su tío con una sonrisa.

"¿Qué ocurre?"

"Mamá dijo que Syrax puso una nueva nidada. Cuatro nuevos huevos de dragón."

"¡Eso es genial.!"

"Mamá me dijo que uno de esos huevos será para ti, para que tengas tu propio dragón." Dijo el menor sentándose al lado de su tío, con la arena del mar bajo de ambos y el sonido de las olas. "Me dijo que es un secreto, pero realmente quería que estuvieras enterado"

Aemond sonrió, mientras que un calor crecía dentro de su pecho y unas lágrimas de felicidad querían escaparse de sus ojos.

"Por ahora ten esto." Dijo el castaño, sacando de detrás de su espalda un dragón tallado en madera. "No es un real, pero quería regalarte un dragón. Hasta que el tuyo nazca."

Aemond dejó escapar las lágrimas de sus ojos y abrazó a su sobrino, tomando con delicadeza el dragón de madera.

...

"No"

"Pero madre..."

"No aceptaremos un huevo de la nidada de Syrax." Dijo la reina, sin mirar a su hijo. "Esperarás pacientemente a que Dreamfyre tenga una nidada."

"Por favor, mamá. No me hagas esto. Mi hermana incluso me dejó elegir el huevo."

"¡Dije que no!" Gritó la mujer, llamando la atención de las sirvientas que se encontraban en la habitación. "Y no es tu hermana, es tu media hermana. Es algo muy diferente."

El príncipe Aemond contuvo su tristeza y salió de los aposentos de su madre.

"¿Qué ocurrió?" Preguntó Daeron, siguiendo a su hermano mayor en los pasillos.

Aemond volteó a ver a su hermano menor con la tristeza plasmada en su rostro y negó con la cabeza.

"¿Ya vas a llorar como una niñita? ¿De nuevo?" Dijo una voz al final del pasillo.

Los dos hermanos reconocieron la voz de su hermano mayor, Aegon.

"¿Otra vez por lo del maldito dragón?"

Aemond quiso golpearlo, pero no lo hizo, prefirió irse de ese pasillo hasta llegar a sus aposentos.

El rubio suspiró con pesadez, y sí, lloraría de nuevo por la misma razón. Un dragón.

Él solo quería ser un jinete de dragón.

Quería volar por los aires como lo hacía su hermana, sus primos, su tío.

¿Eso era algo malo?

Tomo el dragón que le regaló su sobrino, Lucerys, y lo colocó cerca de su pecho. El pequeño niño se quedó dormido con el dragón en sus manos y con el recuerdo del día en que Luke se lo regaló.

...




My Strange Addiction | lucemondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora