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El dragón de madera, que el príncipe Lucerys le había regalado hacía un par de semanas, no aparecía por ningún lado.

Recuerda haberse quedado dormido con él en sus manos. Pero al despertar no lo encontró por ningún lado.

— ¿Alguien ha entrado a mi habitación durante el tiempo que estuve dormido? — pregunto Aemond a los guardias que estaban afuera de sus aposentos.

— Nadie, Príncipe. No a entrado nadie. — respondió uno de los guardias.

— Pues alguien entro mientras yo dormía, una de mis pertenencias más preciadas desapareció. — dijo el de ojos violetas.

Ambos guardias se miraron asustados y decidieron entrar inspeccionar cualquier lugar extraño en la habitación.

Pero el dragón de madera no aparecía por ningún lado y no apareció.

— Príncipe, su madre nos pidió que le informará que al medio día tomarán un barco. — hablo una de las mujeres que comenzó a arreglar su ropa para llevar en el viaje.

— ¿Con dirección a…?

— Driftmark.

— ¿Sabes la razón?

— No, mi príncipe. No me dijeron la razón.

Aemond se alegró, pues significaba que miraría probablemente a la familia de su hermana. Pero después se enteró de que no era por una buena razón.

Lady Laena había muerto e irían a un funeral.

Al llegar, busco con la mirada a su hermana y a sus sobrinos encontrándolos en una esquina. Cuando quiso ir con ellos, una fría mano lo tomó de la muñeca y lo jaló hacia atrás. Regresándolo a su lugar. Su madre se lo había impedido.

Con su mano, saludo a su hermana, Luke y Jace.

El hermano de Corlys comenzó un discurso algo largo. Aemond no entendió por completo, pero odio la manera en la que Vaemond miraba hacia su hermana Rhaenyra y sus hijos.

Algo dentro de él quiso ir y cortarle la cabeza.

Un pensamiento muy malo para alguien de su edad, pero le fue imposible no pensar en querer matar a ese hombre.

Cuando el funeral terminó Aemond finalmente se libro del agarre de su madre y se acercó a sus sobrinos y primas.

Estuvo con ellos durante horas, platicando y jugando. Hasta que en un momento se quedó junto a Lucerys y la pregunta que más temía, el de cabellos platinados, salió de la boca de Luke.

— Hace casi una luna no nos mirábamos. ¿Ocurrió algo? ¿Aún tienes el dragón que te regalé?

— Mamá. Mamá es la razón por la cual no he ido a Dragonstone. No me deja, hace todo lo posible para que no llegue a tomar el barco. — explico el mayor jugando con sus manos.

— Sabes, deberías ir y no regresar. A mamá no le importaría que vivas con nosotros.

El rubio asintió con una sonrisa, pues sabía que aunque lo hiciera, su madre iría por él.

— No me respondiste…

— ¿Qué? Acabo de responder a tu pregunta, Luke.

— El dragón de madera. ¿Aún lo tienes?

— Sí.

— Mond… ¿Estás seguro?

— No lo encuentro, lo buscamos por todas mis aposentos. Lo tenía en mis manos cuando me quedé dormido, cuando desperté no estaba. Alguien me lo robo. Y no sé quién fue.— explico con mucha desesperación en su voz el tío de Lucerys. — Lo siento, Luke.

El castaño lo miro con tristeza, pero asintió y colocó su mano en el hombro del más alto.

— Está bien, en algún lugar estará y cuando menos lo esperes aparecerá. Eso me dijo mamá.— el de rizos le dijo que lo acompañará y se fueron hacia la mesa de aperitivos.

...

— Aemond. — le llamo Rhaenyra.

— Hermana. — se giró el pequeño niño con comida en su boca.

— Quería preguntarte una cosa. ¿Quieres que envíe el huevo de Syrax, o quieres que se quede en Dragonstone?

— Nyra, creo que debería estar en Dragonstone. Estará mejor cuidado y así mi madre no atentará contra él.

— Eres pequeño pero muy maduro, mi querido Aemond. — dijo la mayor acariciando con dulzura las mejillas de su medio-hermano. — Quiero recordarte que también está la opción de que quizás puedas reclamar a Silverwing.

— Lo tendré en cuenta, Nyra.

La mujer asintió y se alejó para ir con su padre.

El pequeño Aemond se quedó pensando en lo que su hermana había dicho y tenía razón. Quizás podría reclamar otro dragón. Uno pequeño tardaría años en crecer y él sería adulto aun sin un dragón al cual montar, para ese entonces.

...


La noche cayó y los niños deberían estar en sus aposentos dormidos, en cambio, se encontraban cerca del mar jugando tranquilamente. Hasta que un borracho Aegon y una antorcha en su mano aparecieron detrás de ellos.

— ¡Aemond~! — exclamó el mayor de todos. — Mira lo que tengo aquí.

Todos prestaron atención al rubio esperando ver de qué se trataba. Hasta que miraron un dragón de madera.

El dragón de madera que Lucerys le había regalado a Aemond.

— ¿Cómo es que tú lo tienes?

— Dormías con él. Cuando lo tome prestado. — dijo mientras se tambaleaba de un lado a otro.

— Regrésamelo.

— ¿Lo quieres? Ven por él…— Aemond vio como su hermano lo lanzaba a un monto de varas de madera que había traído el mar, pero ya estaban secas.

— Aegon, para. — dijo Luke con enojo.

— ¿O qué bastardo?

— Deja de llamarlo así. — dijo ahora Jace.

— Pero si son bastardos, y lo saben. No deberían enojarse.

— Déjalos en paz. — ahora fue turno de Aemond de defenderlos.

— Tú cállate, y ven por tu falso dragón. Si tanto lo quieres. — el de pelo blanco haría cualquier cosa por recuperar ese regalo tan valioso para él de las manos de su hermano.

Pero no del fuego que su hermano le prendió cuando estaba a dos pasos de tomarlo.

— ¡Cómo te atreves! — grito Aemond con un enojo en su voz, lanzándose encima de su hermano.

Las hijas del príncipe Daemon salieron corriendo en busca de ayuda. Mientras que Jace y Luke intentaban detenerlos.

No funcionaba, ninguno de los dos cedía.

Fue entonces que todo comenzó a pasar en una velocidad muy rápida.

Aegon tomando una piedra para golpearle la cabeza a Aemond.

Lucerys tomando una daga del pantalón de Aegon.

Forcejeo y golpes por todos lados.

Aegon queriendo quitarle daga a Luke.

Hasta que un fuerte grito proveniente de Aemond hizo que todo se detuviera.

Voltearon a ver como el platinado se agarraba el rostro y sus manos llenas de sangre.

Aegon y Lucerys habían herido a Aemond.



...

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⏰ Última actualización: Aug 02 ⏰

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My Strange Addiction | lucemondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora