Silencio

60 2 0
                                        

Loreto POV...

A veces, desaparecer del mundo y no hablar con nadie parecía la única solución, aunque los demás no comprendieran por qué. Llevaba días sin contestar mensajes ni llamadas, y fingía no estar en casa. No quería que nadie supiera de mí, solo quería desaparecer por completo.

Mariana había insistido mucho en venir a verme, y no pude decirle que no. Me sentía mal pensando que ella estaba perdiendo tanto tiempo en mí.

—Lore, explícame qué pasa, ¿por qué no has querido ver a nadie? —Mariana se acercó y comenzó a acariciar mi espalda, tratando de animarme.

—Días malos, como los que tienes tú y otros. —Respondí sin voltearla a ver.

—Pero tú eres Loreto, ¿sabes? Eres la chica perfecta, todo el mundo te ama y quiere verte feliz. ¿Cómo puedes estar tan apagada? ¿Qué te parece si vamos de compras y subes alguna foto con tus outfits para que la gente vea que estás bien?

Odiaba escuchar la palabra "perfecta". Sentía un dolor inexplicable en el estómago, como si esa palabra me hiriera. Esas seis letras representaban una vida llena de presión, de tener que aparentar estar bien cuando en realidad, me estaba muriendo por dentro.

—¡Que no! ¡No quiero! —Exclamé molesta. —**No quiero ir de compras, no quiero salir, no quiero hacer nada. ¡No lo entiendes!**

—**Loreto, eso no está bien.** —Dijo mi amiga preocupada.

—Si no tienes nada más que decir, vete por favor, no estoy de humor.

Mariana bufó al escuchar eso. Sabía que me había pasado, pero no podía evitarlo; solo quería estar sola.

—¿También me vas a echar de tu vida? Así como a Pablo, que también ha querido verte.

Me levanté de la cama molesta y me acerqué a ella.

—No te estoy echando de mi vida, simplemente quiero estar sola. Y Pablo... Pablo no es nadie, solo un amigo, o bueno, no sé... Pero ten por seguro que no me importa.

—Pues a él sí que le importas, y mucho. No sabes lo preocupado que está por ti.

—Ok, me da igual. Adiós. —Molesta, prácticamente empujé a Mariana hacia la puerta y la saqué de mi casa. No estaba de humor para escuchar la lástima de las personas.




Pablo POV...

Habían pasado días desde la última vez que había hablado con Loreto. No contestaba mis mensajes ni mis llamadas, y me estaba preocupando cada vez más. Sabía que algo andaba mal, pero no entendía que pasaba, no se si le había dicho algo que no le gustaba, ohh, alguien de los chicos le había dicho algo de mi. Intente buscarla por todos lados, hasta que Decidí hablar con Mariana, esperando que ella tuviera alguna idea de lo que estaba pasando.

—Mariana, ¿cómo está Loreto? —Le pregunté cuando la vi salir de la casa de Loreto, con una expresión de frustración en el rostro.

—Está... mal, Pablo. No quiere hablar con nadie, ni siquiera conmigo. —Suspiró, visiblemente preocupada.

—He intentado todo, pero no sé qué más hacer. —Dije, sintiendo la impotencia crecer dentro de mí. —Llame a su casa muchas veces, incluso me he escapado de la masía para verla, pero aún así nada.

Mariana asintió, compartiendo mi sentimiento de impotencia.

—No es la primera vez que esto le pasa, me he dado cuenta que a veces tiene como depresión, de repente esta bien un día y luego... parece otra, como si la Loreto que conociéramos no existiera.

—Buah, pues entonces no quedó nada de la niña que conocí cuando era pequeña.

—¿A ti realmente te importa? —Dijo cambiando de tema rápidamente.

—Claro que me importa y mucho, y si me tengo que colar en su casa, para hablar con ella lo voy a hacer.

—Bueno eso no sería muy legal de tu parte, pero bueno haz lo que esté en tus manos, pareces ser buen chico.

Mariana se acercó y me puso la mano en mi hombro dándome aceptación.


Loreto POV...
Finalmente, nadie me buscó y estuve más tranquila. Salí de mi cama y decidí empezar de nuevo. Me maquillé y fui directo al spa para hacerme un masaje, como cada semana. Después, me paseé por la ciudad, tomé un café y, finalmente, regresé a casa, cuando vi a alguien esperando en la puerta.

—¿Pablo? —Dije sorprendida.

—Te ves bien. —Se acercó y me dio dos besos en la mejilla.

—¿Qué haces aquí?

—Vine a ver si estabas viva, como no he sabido nada de ti en días.

—Tuve cosas que hacer y el teléfono me desconcentra.

—Sí, claro. —Respondió con una mezcla de sarcasmo y preocupación en su voz.

Nos quedamos en silencio por unos momentos. Sentía su mirada sobre mí, evaluándome, tratando de descifrar lo que realmente estaba pasando. Finalmente, suspiré y decidí invitarlo a entrar.

—¿Quieres pasar? Podemos hablar un rato.

Pablo asintió y lo conduje al salón. Me senté en el sofá, mientras él se acomodaba en una silla frente a mí.

—Loreto, ¿qué está pasando? —Preguntó suavemente, con genuina preocupación en sus ojos. —No es normal que te desaparezcas así.

—Solo necesitaba un tiempo para mí. —Respondí, intentando mantener la calma. —A veces, todo se vuelve demasiado y necesito desconectar.

—Lo entiendo, pero me preocupas. Nos preocupas a todos. —Hizo una pausa, como si estuviera buscando las palabras adecuadas. —Mariana me contó que a veces te pasa eso, y quiero decirte que si necesitas algo aquí estoy.

Sentí un nudo en la garganta al escuchar sus palabras. Quería gritar, llorar, decirle que no entendía nada, pero en cambio, solo asentí.

—Gracias, Pablo. Aprecio que te preocupes. —Dije, tratando de mantener la compostura. —Pero en serio, estoy bien. Solo necesito tiempo.

—Loreto... —Comenzó, pero lo interrumpí.

—Por favor, Pablo. —Dije, mi voz quebrándose un poco. —Estoy bien, tranquilo.

Pablo asintió, aunque claramente no estaba convencido.

—Está bien. Solo recuerda que no estás sola, ¿de acuerdo? Siempre estaré aquí para ti.

Me quedé mirando a Loreto mientras hablaba. Aunque intentaba parecer fuerte, podía ver el dolor en sus ojos. No sabía cómo ayudarla, porque no entendía lo que le pasaba.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 06, 2024 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Maldigo el episodioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora