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Sergio abrió lentamente los ojos, la habitación aun sumida en la oscuridad de la noche. Una sensación de confusión lo invadió mientras intentaba ubicarse. La luz de la luna apenas se filtraba por las cortinas entreabiertas, dibujando sombras irregulares en las paredes. Un dolor punzante martillaba en su cabeza, haciéndolo gemir involuntariamente. Con cuidado, llevó una mano temblorosa a su frente y apretó los párpados con fuerza, buscando alivio momentáneo para el malestar.
Hacía mucho tiempo que no se excedía con el alcohol como esta noche, y ahora estaba pagando las consecuencias. Recordaba fragmentos como risas, luces parpadeantes y la sensación cálida de la bebida bajando por su garganta. Pero ahora, todo parecía tan lejano y borroso como los sueños al despertar.
El zumbido en sus oídos se intensificó mientras intentaba recordar como había llegado hasta la habitación. Cerró los ojos de nuevo, dispuesto a enfrentar la resaca que lo atormentaba.
Con movimientos lentos y torpes, extendió una mano hacia uno de sus teléfonos que reposaba sobre la mesita de noche. El brillo de la pantalla ilumino su rostro cansado mientras sus ojos se enfocaban en los números: 4:00 am. La realidad de la hora solo aumentó su confusión. Estaba desnudo, a excepción de la ropa interior. Una pregunta se apoderó de su mente: ¿cómo había llegado hasta aquí?
Pasó de nuevo su mano por su cabeza, como si al hacerlo pudiera desentrañar los recuerdos enterrados de la noche anterior. Giró bruscamente hacia atrás y se encontró con un cuerpo tibio junto a el. Un sobresalto lo hizo saltar en la cama, sus ojos se abrieron de par en par en la penumbra de la habitación. Allí, a su lado, yacía Max, tranquilamente dormido, igualmente vestido solo con ropa interior.
Su corazón latía rápidamente por la sorpresa. Observó a Max con atención, tratando de recordar como habían terminado juntos allí. Fragmentos volvían a vagar, como las risas, el chocar de vasos, la música retumbando en sus oídos. Pero mas allá de eso, el resto permanecía envuelto en un manto de incertidumbre.
El silencio de la habitación era casi tangible, solo interrumpido por el suave y regular respirar de Max. Sergio exhaló lentamente, sintiendo un nudo de preocupación en el estomago.
"¿Que mierda?" Se preguntó en voz baja, apenas audible en la quietud de la habitación. Utilizo la luz de su celular para inspeccionar los alrededores, proyectando destellos y revelando prendas de ropa arrojadas al suelo.
Dejó de nuevo el celular sobre la mesa de noche y se acomodo en la cama, con la mirada fija en el techo. Las dudas se acumulaban en su mente, creando un torbellino que por un instante hizo que el intenso dolor de cabeza pareciera desvanecerse.
Fue entonces, en medio de esa neblina de pensamientos, que sintió una caricia suave en su vientre. Un estremecimiento recorrió su espalda y su corazón dio un brinco, sacándolo de su ensimismamiento. La realidad volvió a golpearlo con fuerza mientras se giraba para enfrentar lo que fuera que estuviera a su lado.
Max estaba despierto ahora, con una sonrisa picara en el rostro. "¿Que tal la resaca?" Murmuró con una voz ronca, rompiendo el silencio tenso que había llenado la habitación.
Sergio se quedó sin palabras por un momento, sintiendo una mezcla de confusión. La mano de Max aun reposaba cálidamente en su vientre.
"¿Que paso ayer, Max?" Sergio preguntó con la mirada fija en la mano de Max.
"Nada que tú no quisieras que pasara." Respondió, con una voz que intentaba sonar despreocupada. Y comenzó a mover su dedo en movimientos circulares sobre el vientre. El contacto era ligero, casi imperceptible, pero suficiente para enviar un escalofrío por la columna de Sergio. La tensión en el aire se intensificó, y el silencio que siguió a sus palabras solo hizo que la atmósfera se volviera aún más cargada de emociones.
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Me and the devil | Chestappen
Fiksi Penggemar"Max, que te detengas." "¿Que, Sergio? ¿No te gusta?" Se cuidadoso donde y con quien te metes, no querrás salir quemado.