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Natasha levantó su arma apuntando hacia Dreykov.

— Cometiste el error de sacar de esta habitación a lo único que me podía detener de matarte. — dijo

—Hazlo. — respondió él.

Natasha intentaba presionar el gatillo pero no podía.

— ¿Tiene el seguro puesto? — preguntó Dreykov burlándose y tomando el arma de la manos de Natasha — No. — agregó disparando hacia el techo — Prueba con tu cuchillo. — sugirió

Natasha intento apuñalarlo, pero nuevamente algo la detenía.

— Estas en problemas. — dijo arrebatándole el cuchillo.

— ¿Cómo me estás controlando? — preguntó ella, enfadada.

— No te controlo, Natasha. — respondió — Aún no. Pero hay un bloqueo feromonal. Oler mis feromonas evita que seas violenta conmigo. — explicó — ¿Creíste que con el poder que tiene Maxine en su cuerpo nunca habría intentando matarme? ¿Huir? — preguntó — Estoy muy enojado con Melina. Es una pena que tenga que matarla. — lamento.

Dreykov se acercó a mí. Sus ojos y semblante amenazantes y al mismo tiempo llenos de decepción.

— La rebeldía es causa del enojo. Entre más molesta estés con el hecho de que eres una máquina, más rebelde te vuelves.

— Te equivocas. Mi rebeldía es causa de mi dolor. — confesé — No elegí seguirte la contraria por demostrarte que puedo contra ti, no. Elegí seguirte la contraria y escapar porque comprendí que soy un ser humano, no un perro que puede ser entrenado para matar por ti. ¿Tú crees que me importas en lo más mínimo? — pregunté riéndome.

— Debería. — respondió el.

— ¿Para qué? Matarte no me va a regresar la libertad que me has quitado. — explique — Matarte no me va a regresar mi memoria. ¿O sí? Si te sigo la contraria es por mis sentimientos, no por ti.

Dreykov se mantuvo en silencio. Camino hacia su escritorio, tomando asiento y revisando una de las tablets que tenía.

— ¿Entonces este era el gran plan? — preguntó a Natasha — Melina aterrizaba en la Habitación Roja y me entregaba a las autoridades.

Con unos simples movimientos, Dreykov suspendió el aterrizaje.

— ¿Y ahora que? ¿Me pondrás en tu patético teatro de títeres? — preguntó Natasha riendo.

— Patético, ¿Eh?

— Sí, ¿Cómo lo llamarías? — preguntó Natasha

— Yo...

— ¿Cuando fue la última vez que conversaste con alguien que no estaba forzada a hablarte? — atacó Natasha.

— Huiste para luchar en la guerra equivocada. — respondió él — La verdadera guerra se peleó aquí, en las sombras.

— No peleaste en las sombras. Te escondiste en la oscuridad. — respondió Natasha.

— El poder real viene de las influencias indetectables.

— Si nadie lo notó, ¿Por qué hacerlo? — preguntó — No eres nada. No tienes nada.

— Hay cincuenta personas en el planeta...

Natasha comenzó a provocar a Dreykov. Insultándolo lentamente para impacientar su posición. Dreykov la golpeó.

— ¿Crees que no puedo soportar un golpe? — río Natasha.

Rojo || Yelena BelovaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora