One shots Snulciber

Feral

Pequeñas cosas, pequeñas cosas que se van juntando a lo largo.

Durante los primeros días cayó en su engaño.

No lo veía como nada más que el secuaz de Black y Potter, menos patético que Pettegrew, pero igual de inútil e irrelevante, solo le importaba tener la aceptación de esos dos sangres puras. Siempre parecía irritado cada que tenía un encuentro con sus amigos, pero nunca los detenía. Había aprendido que Lupin era uno de los merodeadores menos importantes, con cicatrices en su cuerpo, un cuerpo enfermizo que lo tenía en constantemente en la enfermería y una personalidad tan contradictoria entre sí. Podía ser exigente, sarcástico y mezquinó, pero se dejaba mangonear por sus amigos, se dejaba llevar a donde ellos lo llevaran y hacer lo que se le plazca, quejarse de las reglas sin detenerlos. Hipócrita.

Lo odiaba por ser un hipócrita, por ser un chico bueno que los profesores usaban como referencia, pero ser un bueno para nada en cuanto a poner su pie firme, siempre lo miraba con estos ojos llenos de pena y lástima que le daban ganas de vomitar y gritar aún más, la daba suficiente roña como para querer atacar aún más.

Y no había reparado mucho en él.

Hasta que lo hizo durante una tarde de pociones. La primera señal.

Fue separado (muy contra la voluntad de ambos) de Klaus, para ponerlo como compañero del Gryffindor. A esas alturas, el conflicto entre él y los merodeadores ya había escalado mucho más de lo que los maestros pueden controlar, cada enfrentamiento se volvía más agresivo y violento que el anterior. Y en cuanto estuvieron en la misma mesa, la tensión creció, Lupin como culpable indirecto y testigo de un sinfín de humillaciones y Snape con memoria clara y un fuerte resentimiento. Trabajan en silencio, una amenaza muy clara de parte de Snape; "Arruina mi poción, y te dejare en un coma de cinco meses", después de su último contrataque con una versión diluida de Elixir de los Muertos, Lupin no quiso jugársela. Por lo que se limitaba a cortar las raíces que estaban en la lista de materiales. No es que Snape fuera a usarlas, desconfiado incluso en eso, pero al menos lo mantenía ocupado y fuera de la vista del profesor.

Severus paso su tiempo leyendo la lista de ingredientes, conocía algunos y sabía cómo cortarlos para obtener el mayor beneficio de ellos, por lo que ignora el pobre intento de ayuda de Lupin y toma el control de poción, al menos hasta que llega a una raíz. Suspira fastidiado. La raíz de árbol Pastorelas Luminiscentes era un verdadero dolor de cabeza, seca o fresca, viva o muerta, era estúpidamente dura, tomaba diferentes hechizos poder cortar al menos un trozo sin lastimar sus propiedades mágicas, un triste cuchillo de escuela no va a ser nada por ellos, antes se rompe la hoja. La mira unos momentos, tan grande como el doble de su mano, echarla completa esta fuera de cuestión, pero no puede romperla por mucho que lo intente, piensa en llevarla con Klaus, normalmente es él quien las parte, cuando Lupin interrumpe.

—¿Qué pasa? —pregunta el Gryffindor, algo alterado por su repentina quietud. Se asoma sobre el caldero y después a la raíz. —¿Necesitamos otra?

—De nada nos sirven dos si no podemos cortar ninguna. —Farfulla en respuesta. Vuelve a buscar a Klaus con la mirada, lo encuentra sentado unas mesas delante de ellos. Klaus es rápido en notar su mirada y abandonar cualquier dibujo que estuviera garabateando, una pregunta en su rostro.

—Puedo... puedo ayudar. —Lupin habla, Severus lo ve, algo confundido. Lupin señala la raíz en manos. —Déjame... —cauteloso, alcanza la raíz, Severus se dé la da, dudoso.

Observa a Lupin tomarla entre sus dos manos, ajustar su agarre. Alza una ceja, y apenas va a decir algo sobre el mal momento para intentar demostrar hombría con fuerza bruta, pero el sonido de la raíz comenzar a girar, tronar y partirse en pedazos cierra su boca. Sus ojos se abren y su cerebro deja de funcionar por un segundo.