Epílogo

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—Hemos llegado.

Observando con grandes ojos el paisaje, Jungkook se bajó del auto y sostuvo la cabeza de su cachorro durmiente contra su pecho.

—Es preciosa—Dijo, con una gran sonrisa.

Les saludaba la fachada de una gran casa adosada de dos pisos, puertas de madera maciza y lo que parecía un jardín enorme con diversas especies de plantas ornamentales. 

—Entremos. Quiero que veas el interior.

Taehyung bajó un par de maletas del coche, cerro la cejuela y guío a su esposo hacia el interior de su nuevo hogar.

No mentiría, el proceso de reincorporación a su vieja vida, antes del golpe de estado y su inducción intrincada en la política, fué de inicio borrascoso. Era ridículo el cambio de 360 grados que dieron sus vidas por los hechos transcurridos en tan solo horas.

Días después del nacimiento de su hijo, cuando Jungkook pudo caminar correctamente y obtener el alta médica, atravesaron una pequeña crisis de pareja, pero entendieron algo en conjunto: La vida que habían dejado atrás sin saberlo, ya no existía; ya no podían tomarla ni pretender regresar a lo que eran. Muchas cosas ya no encontraron su propio lugar.

Adoraban su departamento, pero en su regreso con su cachorro el espacio ya no era suficiente para una familia de tres.  Era un hecho y aunque Jungkook no hubiese mencionado el tema de una nueva casa, Taehyung se adelantó a ello y se puso en marcha. Poner en venta el departamento para irse a vivir a un sitio más grande, una casa de verdad en un buen barrio de la ciudad, fué más fácil de lo que Taehyung creyó.

Minutos antes de despedirse de su vieja residencia, deslizó el pulpejo de sus dedos por los muebles, las mesas y las paredes que habían sido testigos del amor y las caricias compartidas.  Miles de recuerdos junto a Jungkook lo atravesaron como un rayo, provocando el encogimiento de su corazón y estremecimiento de sus falanges. Ese había sido un adiós.

Los recuerdos que crearon en su antiguo hogar no se esfumarían solo porque ya no vivieran allí, los atesoraria por siempre y los llevaría dentro de su corazón.

Ahora con una nueva propiedad estaba listo para formar nuevas memorias en dónde su cachorro sería la estrella principal. Sin duda.

—¿Que opinas?

Dejó caer las maletas a sus pies. Colocó sus palmas sobre sus caderas y observó junto a Jungkook la decoración de la sala. Le había pedido a los diseñadores un estilo en concreto, algo contemporáneo, y dada la vista, el resultado era mejor de lo que imagino.

El blanco predominaba en las paredes dándole al espacio una apariencia limpia y pulcra, los ventanales desnudos permitían un buen acceso de luz natural, los techos eran altos y arquitectónicos, los muebles combinaban con la estética de diferentes tonos de marrón y beige. No todo era monótono, un par de plantas colocadas estratégicamente le brindaban vivacidad al área con su elegante color verde.

—Es... Es perfecta, mi amor.

Taehyung abrazó a su omega por la espalda con mucho cuidado de no despertar a su bebé. Aspiró el olor directo de la glándula de olor, llenándose las fosas nasales con sus feromonas deliciosas y deposito un besito sobre la frente del pequeño.

—Es perfecta para nosotros.—Concluyó con una sonrisa.

Si ignoraban a los militares armados que custodiaban las cuatro cuadras del vecindario, era la escena familiar perfecta. Claro que, Jungkook no podía hacerse el indiferente cuando sabía de primera mano que era observado.

Como rara vez ocurria, sus suposiciones sobre el futuro fueron erróneas. Desligarse de la exposición social no sería fácil, fué el regente y una figura pública, aunque fugaz, y eso las personas no lo soltarían. Sea para bien o sea para mal.

OMEGARCADO  ©  TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora