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Revuelve los papeles sobre el escritorio. Agitándose en el intento de golpear la mesa con fuerza y dejarse caer sobre la silla. Rengoku lo mira sorprendido de tal repentina acción. Lo ve detalladamente, como también ve las noticias.

Parece ser que en todos los canales se está retransmitiendo el mismo video de tres minutos, una y otra vez. Ya llevan diez minutos así—Joder, ¿aún no lo quitan?—se pregunta a si mismo viendo la pantalla al lado de su jefe.

Rengoku muerde la uña de su dedo pulgar con estrés encima y su cabeza en plenos pensamientos confusos—Mia lo bueno, al menos tenemos algo. Sabemos que el político está secuestrado. Podemos buscar la ubicación del video o algo.

—¡Ya está muerto!—mirando con respiraciones profundas la mesa—Lo tortura antes de morir y después. Se nota que es un cadáver.

Comienza a acumular un poco de sudor por el pecho y la frente, justo por la parte del flequillo—Ahora solo podemos esperar que desconecten los servidores de la televisión y los reinicien para que se deje de ver el video.

—¿Y? Seguramente ya lo han visto niños, niñas, adolescentes, ¡todo el mundo! ¿Qué sentido tiene quitarlo si esto ya está visto por un país entero?—apaga la televisión con el mando. Deja su cuerpo caer con mucha fuerza sobre el acolchado de la silla—Por favor, necesito que investiguen de dónde vine ese video. A ver así así podemos averiguar algo.

Es una gran presión esto de pensar por los demás. Mechones de pelo empiezan a mojarse un poco por pequeñas gotas de sudor que caen en los laterales. Las facciones de su cara crean expresiones muy diferentes a cada segundo.

—Esa o ese maldito me va a volver loco. ¡Ni siquiera ha pasado un día desde la explosión en el pueblo A, y ahora esto! ¿Por qué he aceptado esto?—lleva su mano temblorosa a su barbilla, intenta mantener la calma; dejando salir grandes cantidades de aire por la boca. Está muy exhausto.

—Voy a solicitar que empiecen a rastrear el video. En cuanto sepa algo te llamaré—da dos palmadas al hombro del azabache, intentando animarlo de alguna forma—. Antes de irme—desde el marco de la puerta, dándole la espalda—, podrías pedir ayuda a Iguro o Sanemi. Se que no te caen bien, pero puede ayudarte mucho.

—Si les pido ayuda, será porque no puedo resolverlo de verdad. Mientras tanto, ellos pueden seguir con sus casos y yo con el mío.

—Pero, podrías pensarlo—y es así como Giyuu Tomioka, si ya de por si quiere destrozar la mesa, ahora más. Cuando el sonido de la puerta deja claro que está cerrada, pega una fuerte patada al escritorio. Aprieta sus dientes en señal de frustración.

—¿Qué cojones quieres conseguir haciendo esto?—es una pegunta al aire, una que dice mirando las cartas sobre el escritorio, al igual que fotos y demás.

—¿Qué cojones quieres conseguir haciendo esto?—es una pegunta al aire, una que dice mirando las cartas sobre el escritorio, al igual que fotos y demás

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—Otras, otra vez—se auto insulta teniendo entre manos una pieza de madera rectangular—. Este juego debe de estar trucado, ¿no?—la pequeña enfrente suya, separados por la mesa y una torre no para de reír y sonreír.

Your piscopath [ Giyuutan ] PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora