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Resbala su chaqueta por el brazo. La coloca sobre el perchero de la entrada. Retira sus zapatillas evitando hacer ruido. Con sus calcetines comienza a caminar al interior del apartamento en busca de la cocina.

Se aproxima a la nevera, abriéndola con sumo sigilo. No quiere despertar a su hermana, son las tantas de la madrugada. Saca una botella de agua que claramente pone que es de Fanta. Bebe como si no lo hubiera hecho en dos años. Está sediento.

Suelta un sonido con la boca de satisfacción, guardando la botella de nuevo y preparándose para ir a su dormitorio. Se dirige con pasos marcados al pomo de su habitación, ese que gira y produce un sutil sonido al abrirse.

—¿Ya has llegado? —es Nezuko desde el marco de su habitación—¿Dónde estabas? Has llegado muy tarde —preocupada. El cuerpo que se ha tensado de Tanjiro gira ciento ochenta grados para encontrarse con la mirada asesina de su hermana; se parece a la suya.

—¿No deberías de estar en la cama? Tienes que dormir bien, eres joven y estás creciendo; dormir mucho tiene que ser tu prioridad ahora mismo —se acerca a ella y con sus manos la guía al interior de su dormitorio—. Duerme, mañana tienes colegio.

—Pero...

—Duerme —le sonríe mientras la arropa y le da un dulce beso en su entrecejo. En el lomo de la puerta, apaga las luces que había encendido Nezuko—. Buenas noches.

La pequeña no ha podido conseguir información, como siempre acaba callándose y durmiendo sin saber nada o casi nada de su hermano. Le molesta, ¡pues claro! Es su hermano y sin embargo; apenas sabe de él.

Aún así, quiere confiar en él. No va a agobiarlo mucho, al menos no pensando que no es nada malo. Suspira y al final cae rendida a los sueños, los mismos que siempre tiene; su familia viva y todos riendo.

Mientras, Tanjiro cierra su puerta detrás suya, dejando que sus hombros caigan de golpe al oír el ruido de cerrado. Hoy no puede dormir, tiene que averiguar cosas. Necesita revisar los documentos y archivos que ha llevado del pen.

Se va al ordenador, el único del apartamento. Coloca el pen en el monitor dispuesto a ver cuántos documentos hay.

—Mil... —traga saliva. Fuerza la vista sabiendo que le va a llevar como mínimo cinco horas, y eso dando gracias—. Bueno, cuando antes comience, antes acabo.

Es la única frase ahora mismo que le sube la moral un uno por ciento. Ya le duele la cabeza de ante mano por recordar a la pobre mujer que tenía sexo por dinero, como ahora estar frente a una pantalla azul que emite luz todo el rato, de noche, cuando debería de estar durmiendo.

Pero no hay tiempo, tiene que hacerlo rápido y terminar lo antes posible. Él no es de dejar las cosas a medias; no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Eso sí lo anima más. Sonríe, cliquea en el primer documento con todas las esperanzas de su lado y la suerte encima suya.

—Cien páginas de word —tres días como mínimo.

Suspira resignado, golpeándose la frente sobre la mesa y apretando sus manos. Todo sea por su objetivo, todo sea por eso. Tiene que mentalizarse y darse prisa, si no, al final si no acabará jamás.

—Vamos a ya —traga saliva comenzando a deslizar su vista por las letras que forman palabras, las palabras que formas frases, las frases que forman oraciones y sucesivamente.

—Vamos a ya —traga saliva comenzando a deslizar su vista por las letras que forman palabras, las palabras que formas frases, las frases que forman oraciones y sucesivamente

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Your piscopath [ Giyuutan ] PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora