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Recuerdos dolorosos

TIANA

Unidad de Uspeyma.

12 años atrás.

1:36 am.

Ya había perdido la cuenta de cuánto tiempo llevaba llorando.

Me sentía sola y literalmente estaba sola. Toda la sección tres estaba vacía, sin nadie y a oscuras. Todas las luces estaban apagadas y lo único que producía algo de iluminación era la luz que salía desde el pasillo para ir a las otras secciones. Estaba sentada en las gradas del campo de entrenamiento. Sollozando, con mis piernas recogidas en mi pecho y mi cara enterrada en medio de ambas. Mis manos sobre mi cabeza rapada.

Me sentía destruida, mi cabello era lo más hermoso que tenía, y me lo habían arrebatado. Pero ya no podía hacer más nada, solo llorar y esperar a que creciera de nuevo, aunque eso tardara mucho. De solo recordar mi hermoso cabello rubio caer al suelo en trozos hacía que mis ojos volvieran a llenarse de lágrimas. Pero no era de tristeza, sino de impotencia, de rabia de pensar que yo permití que esto me pasara, que no me defendí cuando estaba bien claro que podía.

—¿Por qué lloras? —Pegué un brinco cuando escuché una voz cerca de mí. Levanté la cabeza de golpe en busca de esa voz y me encontré con un chico comiendo una barra de chocolate. Él no me miró extraño, ni me dijo fea por no tener cabello. En cambio, se quitó el gorro azul oscuro que tenía sobre su cabeza y me lo pasó.

—Gracias, desconocido. —Le agradecí colocándome el gorro; ya no me sentía tan fea.

—Me llamo 38. —Dijo dándole un mordisco a su barra de chocolate. Lo miré extraño. ¿Sus padres no le habrían puesto un nombre? ¿Por qué se llamaba como el número que nos daban en la unidad? Era la primera persona a la que llamaban por su número, y me sentía rara porque es muy poco común escuchar que tu nombre es un número, pero bueno, supongo que es la unidad de Uspeyma después de todo.

—¿No tienes nombre? —Pregunté, él negó con la cabeza.

—No me gusta, prefiero que me llamen por mi número. ¿Tú cómo te llamas?

—Me llamo Tiana. —Respondí jugando con la manga de mi chaqueta.

—Tonta Tiana. —Dijo con una risita; yo lo miré mal.

—¡No soy tonta! —Exclamé molesta.

—Si lo eres, entonces ¿por qué lloras? —Él se sentó a mi lado. 38 acercó su mano a mi cara y con la manga de su chaqueta limpió con cuidado mis lágrimas, luego me acarició la mejilla. —No llores, te pones más fea cuando lloras. —Me había hablado en un susurro tierno y delicado.

Eso hizo que sollozara más fuerte, ¿acaso me llamó fea?

—Ay, te dije fea para que no llores más, no porque realmente eres fea. —dijo exaltado.

—¿En serio? —Pregunté, limpiándome las lágrimas.

—Eres hermosa, Tiana.

—Solo lo dices para que no me sienta mal. —Yo bajé un poco la cabeza jugando con mis manos; me estaba poniendo nerviosa.

—No, no, no, realmente eres hermosa. El cabello volverá a crecer, tú no te preocupes. —Él acarició con cuidado mi mejilla.

—Pero, ¿por qué mi cabello? Ya estaba muy bonito. —Él se levantó y me extendió su mano hacia mí.

—No lo sé, pero verás que pronto crecerá y volverá a estar así de bonito como estaba o mejor. —Yo tomé su mano y nos levantamos de las gradas.

UN CIELO SIN ESTRELLASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora