Cecilia

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La suave y lechosa piel desnuda de Cecilia se extendía bajo la tenue luz de una lámpara arrinconada en la habitación, la ropa yacía tirada en la alfombra gris del suelo bajo la cama.

El sudor recorría la espalda de Zhongli, mientras sus labios besaban con necesidad cada parte del cuello de Cecilia que se estremecía ante el toque dulce de sus labios, mientras sus manos recorrían los rincones más inexplorados de la dulce diosa bajo su dominio.

El aroma a manzana y vino se mezclaba en el aire, los gemidos de Cecilia eran acallados por los labios de Zhongli, mientras llenaba su interior en medio del placer.

Accediendo al clímax en sincronía, en un gemido ahogado.

Sus cuerpos se llamaban en la distancia, anhelando el calor del otro, como si llevaran una eternidad buscándose.
...

La alarma de su teléfono sonó, era hora de despertar para ir a trabajar, Zhongli se removió en las sábanas rojas que cubrían su cuerpo, una de las piernas de Cecilia descansaba sobre él, la tomó con cuidado y la quitó de encima para salir de la calidez del colchón, recogió su ropa del suelo y se vistió en completo silencio, Cecilia continuaba durmiendo sin moverse.

Zhongli se sentó en el borde de la cama y acomodó detrás de su oreja los cabellos que caían sobre el rostro de Cecilia, el ligero toque provocó cosquillas en ella y la despertó.

— ¿Qué hora es? — preguntó sin abrir sus ojos.

Un poco más de las 7 am.

— ¿Tan temprano vas a trabajar?

Sí, mi trabajo comienza a las 8 am, hoy llegaré un poco más tarde.

— Llámame más tarde, seguiré durmiendo. — Cecilia se dio la vuelta, su cabello revuelto dejaba ver el extraño tatuaje de su nuca, Zhongli lo había visto antes, la chica con la que tropezó en la estación de tren, la de la guitarra.

Sacudió su cabeza y le dejó un pequeño beso en el cabello a Cecilia para retirarse de su hogar.

Salió al exterior y subió a su auto, debía ir a casa, tomar un baño y marcharse a trabajar.

Tenía toda su tarde para poner en orden sus ideas, pues Cecilia había sido para él más que una simple noche, no era solo deseo, existía una necesidad que desafiaba la lógica y la razón, la que lo llevó al punto donde estaba, a sentir lo que sentía.

Pero un extraño vacío le invadía, una distancia impensable, un deseo inalcanzable.

...

Cecilia se despertó dándole un estirón a su cuerpo aún en medio de las cobijas, llevó su mano sobre su vientre y se topó con su pene.

¿Cómo?

¿Había cambiado de forma sin saberlo?

Levantó la cobija para revisar si estaba soñando aún, pero era una realidad, su cuerpo había cambiado a su apariencia original de forma automática.

Se levantó con prisa de la cama y se metió a su baño, revisó su rostro y su cabello, era Venti, su cuerpo original.

Confundido sin saber que había ocasionado el cambio quiso volver al cuerpo de Cecilia pero fue imposible.

Frente al espejo, desnudo, mentalizando el cambio como era su rutina, pero no tuvo éxito.

¿Qué había sucedido?
¿Porqué ya no podía volver a ser Cecilia?

Venti quiso darle la oportunidad de la duda a lo que estaba sucediendole y se metió a bañar, dejó que la ducha calmara su ansiedad para volver a intentarlo.

She, He, Venti..Donde viven las historias. Descúbrelo ahora