Tres

102 3 0
                                    

Las hora pasaban, una tras otra hasta qué tocó el timbre nuevamente del recreó.

Estaba mirando a Gina como guardaba sus cosas, esperando a qué se levantará para salír afuera.

Tengo qué decir qué es una piba muy linda.

Encima tiene una hermosa sonrisa.

Pero es algo extraña, hay algo en ella qué me tiene confundido.

La quiero conocer un poco más, capaz ser amigos.

Si ella quiere.

— ¿Guido...? — Ella habló.

Yo salí rápidamente de mis pensamientos y la miré a los ojos confundido.

— ¿Mhm?

— ¿Vas a salír? — Preguntó.

Yo solo asenti con la cabeza, los dos salimos del aula.

Todo el recreó nos la pasamos juntos, aprendí cosas nuevas de ella.

Y ella de mí.

Por ejemplo le gustaba el rock argentino, el color negro.

Las flores en especial las margaritas, esas eran sus favoritas.

— ¿Qué vas a hacer después de clases?

— Tengo qué entrenar.

— ¿Vóleibol?

Ella asintió, otra cosa más qué le encantaba.

Sí, se qué sueno cómo un loco.

Perdón por eso.

— ¿Te gusta algún deporte? — Ella preguntó.

— No soy tanto de los deportes, soy más de pasatiempos.

— ¿Pasatiempos?

— Tocar la guitarra por ejemplo.

— Me encantan las guitarras.

Ella lo decía con tanta emoción, tenía una muy linda sonrisa.

Ese era otro punto de ella.

No me voy a ilusionar tan rápido, apenas la estoy conociendo.

Más adelante quizá.

Gina

Estuvimos hablando de un montón de cosas, ni siquiera escuchamos tocar el timbre.

Ya habían pasados cinco minutos desde que había tocado el timbre del recreó.

Los dos salimos de nuestra conversación cuándo la directora habló.

— ¿Perdonen?

Nos dimos vuelta cuándo la escuchamos.

La miramos confundidos.

No sabíamos que pasaba.

— ¿Ustedes vieron la hora?

Ahí nos dimos cuenta, nos disculpamos con la directora y fuimos directo a nuestra aula.

Todos nos miraban con una cara.

La verdad que a mí no me importo en lo absoluto, y al parecer a Guido tampoco.

Pero al pasar de los días comenzaron los rumores.

Yo no sabía nada de lo qué estaban hablando hasta qué mi mamá me preguntó.

— ¿Estás de novia?

La mire algo confundida, nunca pensé qué me preguntaría algo así.

Sabía qué odiaba a los hombres.

Y qué no los podía tener cerca más de seis minutos.

— Contestame.

— No ma, ¿Porqué preguntas?

— Tus "amigas" no dicen lo mismo. Además de qué te quedaste fuera del aula en horario de estar adentró.

— ¿Amigas yo, desde cuándo? Me conoces ma, sabes qué no tengo amigas.

Yo rodé los ojos algo cansada.

— Tu papá tenía razón.

Yo me de vuelta ya qué estaba de espaldas.

Me dió un escalofrío qué lo nombrará.

Ella sólo se me quedó mirando, yo también pero al poco tiempo me fuí.

Subí a mi cuarto y me quedé pensando un rato.

¿Él tenía razón...? ¿En qué tenía razón?

Estaba pensando hasta qué tocaron la puerta.

— Ya está la comida.

Fué lo único qué dijo. Después de eso cerró la puerta.

Rodee los ojos, pero aún seguía pensando en lo que había dicho antes.

Ni tengo muchos recuerdos con mi papá, solo se qué desde que cumpli los cinco él simplemente desapareció de mí vida.

No lo culpó de chiquita era pesada.

Bueno, me levanté y fuí a poner la mesa.

Comimos muy calladas, algo muy raro de nosotras.

Siempre sabemos hablar o ponernos a ver algo en la tele.

— No me pensas hablar vos. — Habló ella.

— Perdón estába pensando.

Esas fueron las únicas tres palabras qué le dije en toda la noche.

Después de comer levanté la mesa y lave los platos como siempre.

Pero pensando en mi papá.

¿Porqué lo pienso tanto ahora? Si no me hace falta.

Gigi no diría lo mismo...

Si, él me decía así.

Bajos Instintos ; Guido SardelliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora