Uno

196 6 0
                                    

Me llamo Gina, Gina Gutierrez

Odió a los hombres.

¿La razón? Simple, mi papá me hizo odiarlos. Incluyéndose a él mismo.

Cuando era más pequeña me encantaba estar con mi papá, pero todo eso cambió.

Todo era color de rosas.

Hasta qué cumplí los cinco años, era mi fiesta de cumpleaños.

Eran las dos y mi papá no llegaba, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho...

Lo esperé hasta las doce, pero el nunca apareció.

Ese día me sentí tan devastada, lo odiaba, desde ese momento comencé a odiar a los hombres.

Son iguales a mi papá ¿Se preguntarán porqué? Se van con la primera qué se les cruza en frente.

— Señorita Gutierrez, ¿Esta prestando atención? — Ella habló.

Sí, esa es mi profesora.

Algunos días la amo, pero otros días no tanto.

— Sí. — Dije.

Sólo quería qué se terminará la clase de una buena vez.

Estaba centrada en mis pensamientos hasta qué la puerta se abrió, a todos nos llamó la atención.

Curiosos nos asomamos desde nuestros bancos.

La directora había entrado, pero no estaba sola, ella venía con un chico.

Al verlo rodé los ojos disgustada.

Hoy era el día qué iba a tener mala suerte, Mayra no había ido a clases.

Por lo tanto me tenía qué sentar sola, para mi muy mala suerte la directora lo sentó conmigo.

No tuve otra alternativa.

— Bueno primero qué nada demosle una cálida bienvenida a Guido. — La directora habló. — Podes presentarte.

Encima tenía qué hablar, ya me quiero ir.

No lo quería escuchar, de tan solo verlo sabía qué era un presumido y bueno para nada.

— Hola, soy Guido Sardelli. Tengo dieciocho años y soy de Don Torcuato. — Él dijo.

Por lo menos tiene linda voz, y una sonrisa un poco tímida.

Basta, qué estoy diciendo.

Estaba adentrada en mis pensamientos pero la voz de la directora me hizo salir de ellos.

— Gina, ¿Podes darle un recorrido a Guido por toda la escuela?

No me queda de otra qué aceptar, ya qué si no lo hacía yo, no lo iba a hacer nadie.

— Sí, bueno. — Le respondí.

La directora me agradeció y seguimos con la clase, se veía qué era inteligente.

Porqué contestaba todo, y eran respuestas correctas.

Las hora pasaban, hasta qué llegó el recreó.

Ambos salieron, primero salió Gina y por detrás Guido.

— ¿A dónde vamos? — Él preguntó.

— Te voy a mostrar los pasillos y en dónde está el baño. Al último te enseñó el patio.

Guido solo asintió, estaba atento a cada detalle qué había.

Bajos Instintos ; Guido SardelliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora