Capitulo 22

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CAROLINA.
-No lo sé, por favor yo...
-Carolina ¿No quieres estar conmigo?
-¿Entiendes lo que estas diciendo? Recién nos hemos vuelto a ver hace dos semanas y ya quieres que estemos juntos -dije nerviosa.
-Bueno, posiblemente sea porque no te he podido superar en nueve años y el hecho de que haya follado con chicas no quiere decir que te haya olvidado.
Escuchamos el sonido de un lápiz en el suelo.
-¿Eres imbécil? -grité. Mateo se había ido corriendo hacia las escaleras.
-Carolina...
-Nada Agustin, si quieres estar aquí tienes que cuidar tus palabras.
-No estoy maldita mente acostumbrado a estar con niños ¿Bien? No me pidas tanto -se paró exaltado.
-¿Qué? ¿Te vas a ir ahora?
-Joder no, sólo iré a hablar con Mateo no quiero que tenga una mala impresión de mi si sabe lo que significa la palabra follar.
-Lo sabe.
(...)
-¿Dónde irán? -pregunté al ver que Agustin iba hacia la puerta de la mano de Mateo.
-Oh nada -sonrió Mateo.
-MATEO.
-Gaston está arriba -gritó Agustin seguido del sonido de la puerta.
-¡Gaston! -comencé a subir las escaleras hasta la habitación de Gaston.
-¿Qué? -estaba acostado en la cama con la jaula de la serpiente a un lado.
-¿Dónde fueron Agustin y Mateo?
-Fueron a comprar algo -no me miró. ¿Qué le pasaba?
-Gaston, ¿Que está pasando contigo?
-Nada -bajó la cabeza con un puchero. ¿Iba a llorar?
-Gaston...
-Mamá, ¿Puedes dejarme sólo?
-Ni de broma Gaston dime qué pasa -me senté en la cama y toqué su pierna.
-Agustin... -¿Agustin? ¿Qué hizo Agustin?- Él...
-Gaston, ¿Qué pasa con Agustin?
-¿Él quiere ser nuestro papá o no? -junto su mirada con la mía. Gaston estaba inseguro. No pensaba que Gaston los quería, aunque demonios los conoce hace tan poco tiempo que tampoco yo estoy segura.
-Yo... No lo sé Gaston, ¿Por qué no hablas tú con él? -vi las pequeñas manos de Gaston juntarse delante de su estómago.
-Agustin quiere más a Mateo -¿¡Ese era el problema!?
-¡No! -mi pequeño estaba sintiéndose sólo y su mamá no estuvo allí, las ganas de comenzar a llorar junto a Gaston me invadieron y a los segundos unas lágrimas caían por mis mejillas- Gaston no digas eso -Gaston se subió en mis piernas y limpió mi mejilla con el dedo índice- Ninguno de nosotros tiene preferencia ¿Entiendes? Los queremos a los dos por igual.
-Mamá, se nota a kilómetros que Agustin quiere más a Mateo.
-¿En serio sientes eso? Agustin no habría comprado una serpiente para ti si prefiriera a Mateo.
-Van a comprar un hámster ahora -¿Qué? ¡Un ratón!
-¿Qué? -pregunté con un hilo de voz. ¡Un maldito hámster!
-Un hámster ese que corre dentro de la bola -odiaba todo tipo de roedor y Agustin compraría uno.
-Gaston, cuando llegue Agustin no abriremos la puerta ¿Vale? El puede llevar a ese ratón a la mierda si quiere pero a mi casa no entrará.
-Pero Mateo estará afuera también y se está oscureciendo.
-No los dejaré entrar con eso, ¿Qué? ¿Ahora esto va a ser un zoológico?
-Creo que sería injusto que yo pueda tener a Spider y Mateo no pueda tener al animal que quiera.
-Gaston...
-Yo creo que debería tener ese hámster.
(...)
-¡Basta de juegos, aleja a esa cosa de mi! ¡Mateo, maldita sea!
-Nobody is perfect -cantó mientras se acercaba a mí.
-Mateo, por favor.
-Hannah Montana está asustada, ¡La asustaste mamá! -gritó. Mateo creía que por que esa rata tenía una línea de pelo blanco era Hannah Montana.
-¡Tú! -corrí hacia donde Agustin- estúpido, ¿Cómo compras un hámster ahora?
-¡Mateo no! -gritó Gaston.
-¿Por qué?
-Porque las serpientes comen ratones -Aw, hice una mueca, eso era asqueroso.
-Agustin -gruñí
-¡Vamos! -me dio vuelta y junto su pecho con mi espalda mientras juntaba nuestras manos.
-Suéltame -me moví pero Agustin no pareció inmutarse.
-¿No te hace feliz verlos felices?
-Sí, eso estaría bien siempre y cuando no sigas trayendo animales a mi casa -fruncí el ceño, aunque él no me pudiera ver.
-No frunzas el ceño -sentí su sonrisa ¿Cómo supo?
-Agustin, esta casa es pequeña y hay tres animales ¿Qué quieres? ¿Qué vivamos como hormiguitas?
-Ven conmigo -comencé a toser ¿Qué?
-Compraré una casa grande, para los cuatro ¿Podemos ser una familia, quizás?
-No, no iré a vivir contigo -él estaba loco.
-¡Por favor! Puedes esperarme cada noche a que llegue del trabajo, y lo haremos muchas veces en mi oficina y tendremos más Mateos y Gastones.
-Estas loco -reí.
-De todos modos esta casa es pequeña.
-Quizás sea porque la compre mientras tenía que mantener a dos niños ¿Debe ser eso, no?
-Carolina...
-Agustin...
-Vive conmigo.
-Puedes venir a esta casa si quieres -giré mi cuerpo y junté mis manos detrás de su cuello.
-¿Qué? -rió- Es demasiado pequeña.
-¡Estas bromeando! Tiene tres habitaciones. Es justo lo que necesitamos Gaston, Mateo y yo, bueno y tu sí quieres.
-¿Estas en serio invitándome a vivir a esta casa?
-Agustin, sé que estás acostumbrado a vivir en lujos pero nosotros no -frunció el ceño- No quiero cambiar a los gemelos, su forma de vida está bien.
-Caro, ¿Estás diciendo que sí los gemelos comienzan a tener más cosas van a cambiar? -casi dijo en una carcajada. Agustin no estaba realmente listo para vivir con los niños y ser su padre.
-Sabes que es cierto -gruñí.
-No, yo crecí con malditos lujos y no por eso he dejado de ser humilde -él no estaba hablando en serio.
-Oh por favor, eres igual que tu pap...
-¿Crees que soy como mi padre? -gritó. Me solté rápidamente de él y pude ver a Gaston y Mateo a mi lado.
-Agustin no...
-¡No soy como él! -tomé sus brazos y traté de calmarlo.
-Está bien -susurré. La manos de los gemelos estaban en mis piernas, cada uno a un lado.
-Sabes que nunca me ha importado el dinero -murmuró.
-Lo sé -no, no lo sabía.
-Por favor créeme.
-Papá ¿Estás bien? -dijo Mateo fuerte. Agustin me miraba fijamente. Demonios el siempre ha odiado a su padre y fue un error nombrarlo en esta conversación.
Recuerdo como sí hubiera sido ayer cuando Agustin llegó a mi habitación llorando por su padre, lo había visto con una mujer que no era su madre en su oficina. Agustin estaba desesperado por decirle a Claudia, pero no lo hizo, no volvió a su casa por días.
-Sí -se alejó de nosotros y tomó su teléfono- Creo que me iré.
-¿Por qué no suben un momento? -le pregunté a ambos niños y bueno a sus animales.
-¿Puedes subirnos la leche después? -preguntó Gaston.
-Sí, ahora suban -ambos niños desaparecieron en las escaleras- Agustin...
-¿En serio crees que soy como él? -tocó su cabello y se sentó suavemente en el sillón.
-No, es sólo que...
-No soy como él, partiendo porque yo no separaría a mi hijo de la chica que ama...
-Agustin -sentí la sangre subir hasta mis mejillas. Era cómo sí "Agustin" fuera la única palabra que supiera decir.
-Pensé que estaríamos siempre juntos -susurró. Eso dolió.
-No eres como él, nunca lo serás -me senté en sus piernas y junté nuestras manos- Veamos -le dejaría en claro que no era como su padre- Tu nunca me engañaste cuando fuimos novios -Agustin negó- Lloras cuando algo es triste -frunció el ceño- Bueno al menos lo hacías. ¿Te acuerdas cuando vimos a ese perrito en la calle y...?
-¿Esto es alguna clase de arruinar a Agustin?
-No, sólo te quería demostrar que tu eres Agustin Bernasconi y no tu padre.
-Dilo otra vez.
-No, sólo te quería dem...
-¡No! Mi nombre, suena caliente en tu boca -mordió su labio inferior. Automáticamente puse ambas piernas al rededor de su cintura. Aún sentados en el sillón- Te quiero -susurró.
-Agustin no soy la misma chica de dieciséis años.
-Lo sé, ahora tus tetas son más grandes.
-¡Qué tonto eres!
-Pero sé que este sigue siendo tu punto débil -acercó su cara a mi oreja y mordisqueó.
-Agustin -me quejé. No estaba dispuesta a quedarme otra vez con las ganas.
-Sí, sé que están los niños -gruñó.
-La leche -miré a Agustin con esperanzas.
-Ve a hacerla -mandó
-No, la harás tu.
(...) 
-Están en tu habitación -gruñó Agustin.
-Entonces vamos a dar su leche -sonreí y tomé la de Mateo y Agustin tendría la de Gaston. Esperaba que les gustará la leche porque Agustin se había esforzado en hacerla.
-Están en tu habitación -frunció el ceño.
-Te quedarás así de tanto fruncir el ceño -bromeé pero a Agustin no le causó gracia- Vamos -murmuré. Agustin no se movió, me voltee a verlo y sonreí de ternura al verlo con un puchero.
-¿Dónde dormiré yo?
-¿No te irás a tu casa? -pregunté, Agustin se veía realmente guapo hoy.
-No -se acercó a mí y dejó un beso en mis labios.
-Eres muy lindo -dejé mi cabeza descansar en su pecho- ¿Por qué eres tan lindo?
-Porque me hicieron con mucho amor.
Sin importar los biberones en nuestras manos, nos besamos. Sentía la lengua de Agustin en mi paladar y sonreí, había extrañado tanto estos besos. Esos besos que sin palabras me decían lo mucho que nos necesitábamos, él me necesitaba y yo a él.
-Agustin, tenemos a dos niños hambrientos esperando por su leche -reí sobre sus la labios.
-El doctor dijo que no podían tomarla así -murmuró pasando su mano por mi trasero.
-Aguss -gruñí.
-Mh...
-Vamos -tomé su mano y caminamos hasta mi habitación. La cama estaba ocupada por mis dos chicos favoritos.
-Están dormidos -sonrió.
-Acuéstate allí y dásela a Gaston -ordené apuntando la punta de la cama que Gaston estaba acostado mientras que yo lo hacía en el lado de Mateo.
Agustin soltó una carcajada al ver como Gaston buscaba con sus labios estirados el biberón. Es tan malo ¿Por qué lo aleja de él si sabe que Gaston quiere luego su leche?
-Agustin.
-Lo siento -rió y pasó el biberón a Gaston que rápidamente la tomó entre sus brazos y se dio vuelta-Gaston no me quiere -hizo pucheros.
-Agustin.
-¿Dónde dormiremos?
-Yo dormiré aquí, quizás a Santa le gusté tu compañía.
-¿Es broma?

9 Años después - (Aguslina).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora