Alexia Calloway, la hija de la gran estrella Clay Calloway, lleva viviendo dos meses en el piso de arriba de Ash, su mejor amiga, ya que se fue de su casa cuando su padre le prohibió hacer lo que más le gustaba: cantar.
Pero ve su oportunidad en el...
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Esa noche, Alexia salió por la noche a tomar algo y comprar algo de ropa, ya que la necesitaba. Toda su ropa era la escasa que logró meter en su mochila al escapar de casa.
Compró una chaqueta nueva, un top y unos cordones nuevos para sus viejas converse, las que le había regalado su padre en su cumpleaños número quince y a las que les había dado mucho uso desde entonces.
Estaba volviendo a su apartamento por la calle mientras miraba su teléfono, pensativa al ver todas las llamadas perdidas de su padre.
Se sentía mal por no responderle pero él la regañaría y no le apetecía nada eso.
Pasó junto a una gasolinera, distraída, y no se dió cuenta de que un auto muy rápido le estaba dando vueltas a esa misma gasolinera.
—¡Cuidado, niña!—al oír esa voz tan grave, la leona levantó la mirada y vió a un enorme gorila corriendo hacia ella por la derecha
Frunció el ceño y miró a la izquierda, viendo a una furgo negra yendo muy rápido en su dirección.
Dentro de esa furgo iba Johnny, que sintió pánico al ver a la leona delante suyo y le pisó al freno desperado.
—¡No!
Alexia no tuvo tiempo de reaccionar y puso sus brazos frente a ella, rezando que frenara.
Por suerte, Johnny logró parar la furgoneta justo antes de tocar a Alexia y el enorme gorila la alcanzó, agarrándole del hombro.
—Niña, ¿estás bien?—preguntó con voz profunda y la leona lo miró, aún en shock
—¡Alexia!—Johnny bajó de la furgoneta corriendo y corrió a por Alexia para agarrarle de la barbilla e inspeccionarla, nervioso—¡Dios!¿Te he hecho daño? Lo siento mucho, estaba...
—Estoy, estoy bien—aseguró la leona, pero vió que el gorila seguía mirándola preocupada, así que le agarró la mano que tenía en su barbilla—Johnny, estoy bien.
—Menos mal—suspiró aliviado
—Bueno, Johnny, ¿conoces a la leona suicida?—se sorprendió el enorme gorila
—Papá, esta es una...una amiga—murmuró el gorila menor con nervios—Alexia.
—Un gusto, yo soy su padre—sonrió el gorila y Alexia sonrió apenas—Marcus, niña.
—Un gusto—asintió Alexia y miró a Johnny—Una duda, ¿qué hacías yendo tan rápido en una gasolinera?
—Eh....—murmuró Johnny nervioso y el enorme gorila se tensó —Hice....una apuesta con mi padre, fue estúpido, perdón de nuevo.
—Está bien, solo me asustaste —asintió la leona y miró su teléfono—Bueno, debería ir a casa ya, Ash quería cenar conmigo.
