A Elena le sorprendió la disposición del aula. Estaba diseñada como una sala de conferendam universitaria, con bonitos pupitres escalonados apilados hacia amba y una gran pizarra negra con el escntono del profesor en la parte inferior. No se parecia en nada a las aulas sin alma de paredes blancas con sillas pupitre baratas dos en uno que habia pemado encontrar en las aulas estadounidenses de la televisión
Elena se sentó en el medio de uno de los escritorios del medio, dejó su mochita morada de la mansión embrujada al lado de su silla y sacó su cuaderno de composición con estampado de murciélagos morados, así como su estuche de lépices negro con forma de gato, Siempre le habia gustado la cultura alternativa y pensó que, dado que ahora iba a una escuela kteral para menstrues, bien podría aprovechar el hecho de que esto la haria encajar.
Elena dejó un cosas frente a ella, sonrió y comenzó a observar más de cerca su entorno. No habia nadie sentado a su izquierda y peso que no había nadie a su derecha, pero se equivocó cuando miró en esa dirección y saltó, af descubrir que el asiento ya no estaba vacio
Había un chico de piel clara, de un verde pálido, cubierto de puntadas y grapas de la cabeza a los pies. Su cabello tenía mechas blancas y negras, un corte mediano y estaba sujeto en una coleta corta detrás de la cabeza con dos flequillos que enmarcaban su bonito rostro. Su cabeza estaba cosida al cuello y, donde se unían las costuras, tenía dos pemos plateados a cada lado del cuello. Vestía una camisa blanca de vestir, un chaleco de cuadros azules, pantalones de vestir negros, una corbata negra, zapatillas blancas y negras no muy diferentes a las Converse de ella y un único pendiente de calavera azul que colgaba de su oreja derecha mediante una cadena de plata.
"¡Es tan lindo!", pensó la chica rubia, con los ojos brillantes de admiración por el chico monstruo.
"Este es el segundo chico lindo que conozco hoy, quiero decir, no esperaba que todos aquí fueran todos cuerpos enormes y brazos que podrían aplastar mi cráneo, pero ver a dos chicos tan lindos uno tras otro en el mismo lugar es inusual, ¿verdad?", pensó la chica bajita, antes de reanudar sus observaciones sobre la apariencia del chico de piel verde.
Sin embargo, sus ojos fueron lo que más llamó la atención de Elena; el izquierdo era de un azul eléctrico, brillante como un rayo, y el otro era de un verde jade no muy diferente al de ella, solo que tenía un brillo inquietante que los de ella no tenían.
Elena lo miró fijamente y él le devolvió la mirada antes de sonreír ampliamente y quitarse la mano derecha de la muñeca, tendiéndole la mano. Elena lo observó con los ojos muy abiertos, resistiendo físicamente el impulso de gritar como un loco al ver al chico arrancarse una extremidad como si fuera una muñeca Barbie.
-Hola, soy Franky Stein-dijo emocionado. Elena parpadeó y se dio cuenta de lo que
intentaba decir con su mano retirada. Sin querer hacer nada que pudiera ofenderlo, la chica rubia la agarró con su mano derecha y la estrechó con firmeza.
-Un placer conocerte, Franky. Soy Elena-dijo en voz baja, y Franky tuvo que esforzarse para oír su voz de campana. Sonrojándose un poco ante el agradable sonido, el joven monstruo Ileno de puntos volvió a colocar su mano sobre su muñeca y le sonrió aún más a la chica.
"¿También eres nuevo aquí?", preguntó, saltando arriba y abajo como un cachorro emocionado. Elena sonrió ante su entusiasmo y asintió.
-Bueno, considerando el hecho de que esta es una clase de nivel de asustadores y asustadores, y el hecho de que no estoy hablando de nadie como lo haría si hubiera asistido el año anterior y tuviera amigos, tendría que decir que sí-dijo, señalando juguetonamente el error en la línea de preguntas de Franky y siendo extremadamente cuidadosa de no decir "estudiantes de primer año en su lugar. El chico de cabello monocromático parpadeó sorprendido y parecía que estaba a punto de decir algo, antes de sonreír en tono de disculpa.
ESTÁS LEYENDO
Estoy enamorado de un monstruo
FanfictionLas cosas que chocan en la noche, que se esconden debajo de las camas y atraviesan las paredes. Elena Callenreese nunca había pensado tanto en cosas fuera del ámbito de la ficción, hasta que ella misma descubrió su existencia. Ahora inscrita en Mo...