Blackwood x Bracken

El pequeño cuervo.

CAPÍTULO 3

"El pequeño cuervo".

Aeron POV

...

—¿Ya lo conociste?— preguntó una voz a mis espaldas.

Era una mujer pálida con cabello largo y de un negro intenso que contrastaba con su piel. Su vestido era sencillo, liso y de un azul casi gris. Estaba parada en medio del camino, aún cuando podría jurar que no estaba ahí hace unos momentos.

Mi mano se tensó contra las riendas de mi montura.

—¿Necesita ayuda, señora?

Ella se rió de mí, con una voz tan rota que casi parecía que dolía.

—Eres un hermoso muchacho, y eso será tu perdición.— expuso mientras se balanceaba sobre sus pies, como si se estuviera meciendo. —Tu pequeño cuervo espera.

—¿Quién?— la cuestioné sin poder evitarlo. Y mire alrededor pensando que quizá esta era una trampa del enemigo, o una broma pesada por parte de mis primos.

—El cuervo enojado— respondió con tedio, como si fuera algo obvio. —Los Antiguos ya han decidido, la purga de los dragones debe comenzar y tu, hermoso niño, pagarás por tu casa con tu sangre. Y tu cuervo pagará por la suya. Ambos son el fuego que prende esta mecha.

Sus manos taparon su boca, como si no quisiera seguir hablando. Y entonces volvió a reír histéricamente con sus ojos fijos en mí pero aun así no parecía mirarme. Mi garganta trabajaba para poder pasar el nudo de miedo que se había formado. Sabía que necesitaba tomar mi arma pero mi cuerpo no parecía responder, sólo estaba observándola con los pies fijos en el piso del bosque.

Comenzó a acercarse a mí y entonces mi pánico creció porque estaba paralizado. Mi mente gritaba pero podía sentir la seriedad de mi rostro. Llegó hasta donde estaba, arrastrando con ella el olor a tierra húmeda y putrefacción , entonces con su mano pálida y de dedos azules, tomó un mechón de mi pelo casi con ternura.

—Te protegeré las espaldas y guardaré tus secretos... — su voz áspera comenzó a susurrar.

—...y daré mi vida por la tuya si es necesario.— mi boca se abrió para terminar la oración por ella. Eran palabras que conocía de memoria, que aprendí desde que era sólo un niño porque era el juramento que un Caballero le ofrecía a su Señor.

—Recuerdalo, tu cuervo ha llegado, hermoso niño.

...

Desperté sobresaltado, con la mano empuñando la espada. Aún sin saber si ella era real o no, si esto estaba sucediendo o no.

—Cálmate, idiota.— me ordenó otro de los caballeros de mi tío mientras me miraba con el ceño fruncido. Y entonces me di cuenta que estaba jadeando, casi como si sollozara, con las mejillas mojadas.

Dejé la espada en el catre en el que había estado durmiendo y me limpié la cara con furia. Nada de esto tenía sentido, ni el sueño ni mi reacción a él. Lo que recordaba era que había estado de guardia en la torre norte y ahora, según veía, estaba en las caballerizas.

—Límpiate y sígueme, niño. Lord Amos nos ha convocado.—me informó con desprecio y se marchó sin apenas dedicarme otra mirada.

Esperé a no escuchar más sus pasos y me senté de nuevo en el catre. Mis manos estaban temblando, así que trate de tranquilizarme. El restó de los caballeros y la mayoría de los guardias de mi tío me odiaban por igual. Nadie pensaba que tenía lo suficiente para estar aquí. Así que mostrar debilidad dentro de estas paredes no era una opción. Ni siquiera cuando no entendía cómo había llegado aquí en primer lugar.