Cosas oscuras.

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CAPÍTULO 5

"Cosas oscuras".

Aeron POV

El plan de Davos no había funcionado. Mi tío se tomó su tiempo con los hombres que él me dio, y aunque funcionó para recuperar su favor, no fue suficiente para detener su avance. Sobre todo cuando llegó la noticia que El Príncipe Canalla había tomado Harrenhal. Así que esta batalla estaba llegando más rápido de lo que esperaba y en lo único que podía pensar era en él: "Tenemos que ser buenos", que me dijo Davos cuando me dejó sólo en ese burdel.

Y aunque habían pasado varios días de eso, no había podido sacarme de la cabeza que parecía que siempre estaba dejándome. Cada vez que nos veíamos él era el primero en irse y yo siempre me quedaba viendo su espalda mientras se marchaba. Mientras la guerra se acercaba no podía ya negar que él era el pequeño cuervo de mi sueño. Tampoco podía negar que estaba obsesionado con él, y que esto no era algo unilateral, no con sus comentarios y su escena con la prostituta que era casi idéntica a mi.

Así que envíe un aviso a Árbol de Cuervos con una un mensaje que sólo a él le haría sentido y que estaba seguro que sólo él vería, porque decidí que ya habíamos desperdiciado demasiado tiempo.

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Mi suspiro resonó en el silencio del bosque.

Quizá había sido una mala idea, me dije. Quizá él no recibió mi mensaje, o quizá sí lo hizo y no le importó. Mi mente era un caos y mi estómago un nudo de nervios.

Aún no decidía que era peor, que él se presentará o que él no se presentará. Si él no se presentaba, a pesar de la humillación seguiría con mi vida. Habría dado el primer paso, por una vez, y no habría rendido frutos. Pero si él se presentaba... no estaba seguro donde nos dejaba eso porque esto no era una cita para charlas sobre guerra, estábamos más allá para fingir algo así. Lo que había entre nosotros llevaba gestándose años, tirando nuestros bordes por años. Hasta que estábamos tan deshilachados que ya no sabía muy bien quién era, porque quererlo a él me hacía dejar de ser quien debería ser. El caballero dorado de mi tío no querría esto, no se escondería en medio de un bosque en la noche, anhelando cosas oscuras.

Había pasado casi una hora cuando se escucharon pisadas casi demasiado ruidosas, como si tratará de advertirme de su presencia. Puse mis ojos en blanco ante tanta precaución por su parte.

—Eres demasiado confiado, niño bonito— su voz, grave y casi ronca, me provocó un pequeño escalofrío pero trate de disimular.

Él terminó de acercarse, dejando unos cuantos pasos de distancia entre los dos.

Estaba ahí parado, alto y con un aire de ser un grave error, luciendo enojado como siempre. Sin grandes atuendos, con unos pantalones sencillos, un jubón y una capa, todo de color negro.

—¿Dónde estabas?— espeté y aunque traté no pude controlar el reproche en mi voz.

Su sonrisa ladina se hizo presente.

—Llegue a tiempo, sólo estaba esperando a ver si esto no era una trampa por parte de tu tío— confesó. —No durarías un día en una guerra, niño bonito. Incluso te vi llegar.

Mi cara se sonrojó ante la idea de él espiándome mientras me paseaba ansioso esperándolo y luchando contra mis pensamientos.

—Así que... aquí me tienes, Aaeron. Vine sólo, cómo dijiste, al lugar dónde nos conocimos y a la hora del búho.— me dijo.

Entonces me bloqueé porque no había pensado más allá de verlo. La verdad era que nuestros intercambios verbales siempre los comenzaba él y no sabía cómo pedir lo que quería.

Blackwood x BrackenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora