Secretos II

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YO LES DEBÍA ESTA CONTINUACIÓN. TARDÉ MUCHO, UNA GRAN DISCULPA. LES RECUERDO QUE EN ESTE FIC PLASMO MIS INTENTOS DE UN LEMON. A VER SI LO LOGRÉ, AHORA CON OTRA MUJER PARA NUESTRO FÉNIX.

Secretos II

Aquella lluvia de pronto dejó de ser una ligera caída de agua y se convirtió en una tormenta. Era fuerte, más violenta, pero para Ikki no dejaba de ser refrescante y relajante.

Así eran las cosas con él. Mientras la gente ya corría por las calles para refugiarse, él prefería seguir disfrutando de aquel milagro que era un diluvio.

Y es que, al igual que había disfrutado la suave llovizna, le gustaba sentir la humedad en su cuerpo de una forma más impetuosa. Sin duda, aquel clima le recordaba a otra mujer que había tenido en su vida.

El Caballero de Fénix dibujó una media sonrisa al pensar en Pandora o, como él la conoció primero, la señorita Heinstein. A veces Ikki se sentía como un ingenuo al haber caído tan fácil con ella y más cuando la propia Pandora le devolvió aquel recuerdo.

Y es que una de las habilidades especiales de la chica era justamente borrarle la memoria. Lo hizo una vez, cuando se conocieron siendo unos niños y ella trató de arrebatarle a Shun, y lo volvió a hacer poco antes de que iniciara de guerra contra Hades.

En aquel entonces, supuso Ikki, ella rondaba a Shun para saber cómo estaba el cuerpo que recibiría a su señor Hades. Por su parte, Ikki no había pasado desaparecido que esa chica espiaba a su hermano mientras éste pasaba unos días descansando en la mansión Kido y a veces salía a dar vueltas por la ciudad. En un principio, pensó que Shun tenía una admiradora que lo seguía a todas partes (sabía que su hermano menor llamaba mucho la atención de las chicas); sin embargo, el comportamiento de la misteriosa mujer no le parecía normal y un día, sin más, la abordó para cuestionarle sus motivos.

Evidentemente sus modos no fueron los más sutiles y eso no agradó a la chica. Y en esa pequeña discusión nació el fuego que caracterizaría a esa fugaz relación. Poco después él volvió a abordarla para disculparse por comportarse como un patán con ella y la chica aceptó sus disculpas, charlaron un poco y con unas miradas acordaron implícitamente volverse a ver.

Ikki no entendía lo que le sucedía. Según él, Esmeralda había sido su único amor, pero aquel extraño momento contra Kasa de Lymnanes le hizo reflexionar en que debía seguir adelante y guardarla como un sagrado recuerdo, no más. Esmeralda había sido la primera que tocó su corazón pero nada le obligaba a que fuera la única y la señorita Heinstein comenzaba a atraerle.

No obstante, sabía que era una atracción muy diferente. Ikki ya no veía el mundo igual después de Esmeralda; corrección, después de haber intimado con ella. Ahora él era consciente de sus propias necesidades y cuando empezó a tratar a Pandora, notaba cosas en ella que lo ponían inquieto sobre cómo solventar esas necesidades. Cuando la veía, notaba su blanca piel, sus ojos violetas, su largo cabello, su perfume, su andar y voz seductores, sus labios y hasta lo bien proporcionado de su cuerpo.

Lo que Ikki no sabía era lo que Pandora veía en él. Ella sólo buscaba cumplir con su misión de vigilar al recipiente de su querido hermano, pero se topó con ese muchacho que la estaba volviendo loca. A esas alturas, la chica también era consciente de su propia sexualidad. Apenas hacía poco había puesto fin a los encuentros con su futuro subordinado en la guerra: Radamanthys; un joven mayor que ella, más experimentado y que supo bien cómo guiarla en el camino del autodescubrimiento. Pero la guerra estaba próxima y era tiempo de terminar con eso.

Sin embargo, el hermano del cuerpo mortal de Hades le parecía muy atractivo y tenía esa personalidad de fuego que tanto la atraía (sin fastidiarla como lo terminó haciendo su primer amante).

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