》Capítulo 1《

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El sol hacia acto de presencia, asomando su luz por el horizonte, iluminando y llenando de calidez a la ciudad

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El sol hacia acto de presencia, asomando su luz por el horizonte, iluminando y llenando de calidez a la ciudad. Pronto pequeños halos de luz comenzaron a filtrarse por las cortinas de aquel hogar en donde ya hacían un matrimonio descansando antes de volver a su rutina.

En un intento por acomodarse, aquel rubio de ojos zafiro, se despertó soltando un suspiro y terminó por llevar sus manos a su rostro en un intento de desaparecer el sueño. Lentamente abrió sus ojos adaptándose a la poca luz que había en la habitación, después de unos minutos, la resignación llegó a él y se sentó al borde de la cama.

Sin expresión alguna miró su alarma y aun faltaba media hora para que sonará, pero sin motivo de seguir en cama, se levantó para dirigirse al baño y tomar una ducha. El sonido del agua llego a los oídos del castaño que aún seguía en la cama, quien corría con la buena suerte de poder dormir otra vez, lo que para él fueron unos segundos, en realidad fueron alrededor de 20 minutos, cuando sintió que alguien lo sacudia para despertarlo.

— Toto, despierta... tienes que bañarte. — El castaño sintió como su esposo pasaba su mano por su cabello, lo cual provocó más ganas de estar acostado que de levantarse.

— Me bañe anoche. — La voz de Toto se escucho amortiguada por la almohada y el sueño.

— ¿Y eso qué? Levántate ya. — Sin esperar respuesta Christian salió de la habitación para ver qué podría desayunar.

Mientras tanto en la habitación Toto se levantaba para dirigirse al baño, pues sabía que cuando iniciaba su día y no tomaba una ducha antes, durante el resto del día se sentiría sucio e incómodo, aparte de que el agua fresca le ayudaría a despertarse.

Cuando por fin estuvo listo salió de la habitación dirigiéndose a la cocina, percibiendo el dulce olor de los hotcakes, algo extraño entre semana.

— ¿Hotcakes entre semana? — Pregunto a espaldas de Christian, quien estaba tomando su amado café.

— No pude resistirme. — Soltó una risita acercándose a Toto para dejarle un beso en sus labios y después por fin sentarse a desayunar. — ¿Cómo te sientes? —

— Me bañe con el agua más fría posible y aún así tengo sueño. —

— Te dije que regresaramos temprano, pero eres realmente terco. —

— Mattia no iba a permitir que regresaramos antes de media noche. —

Y tenía razón, cuando Mattia celebraba su cumpleaños no dejaba que nadie se fuera temprano. El problema surge que está vez fue entre semana y ahora estaban pagando las consecuencias.

El desayuno transcurrió con normalidad, comentando lo que posiblemente harían en su día, entre otras cosas triviales, hasta que Toto saco un tema que seguía siendo difícil para ambos.

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