》Prólogo《

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Aveces los días más trágicos no vienen acompañados de un ambiente gris, lluvioso y frío

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Aveces los días más trágicos no vienen acompañados de un ambiente gris, lluvioso y frío. A veces ocurre con el día más brillante y cálido.

Un día completamente normal con el cielo despejado, el sol dando su conocida calidez y con el aire soplando de manera que te incita a tomar una siesta, no siempre significa el presagio de algo bueno.

Sin embargo, aquella pareja de un rubio con hermosos ojos azules, y un castaño de gran estatura, nunca se imaginó que su dicha acabaría en un día que transmitía tranquilidad.

Torger Wolff y Christian Horner, un joven matrimonio que pasaba un día relajado en su hogar, estaban a punto de vivir un mal momento, el peor.

Christian se encontraba en la sala, sentado en el sofá, mientras acariciaba su gran panza de siete meses, un embarazo ya avanzado y que le provocaba incomodos dolores de espalda, situaciones que ponen su humor bastante irritable y constantes idas al baño. Ahora está descansando mientras Toto toma una ducha, quien recalcó hasta dejar al pobre rubio fastidiado, que no se levantará hasta que él regresará, eso hacía ya cinco minutos y comenzaban a darle ganas de ir al baño, intento resistir, pero le comenzó a ser cada vez más difícil, por lo que decidió levantarse y caminar lo más rápido posible al baño.

— Ay, Jules ¿Por qué no puedes esperar a que tu padre regrese? — Murmuró mientras se apoyaba de la pared. — Tenias que salir igual de impaciente que él. — Soltó una pequeña risita mientras caminaba por el pasillo de las habitaciones.

Paso justo enfrente de la habitación que sería para Jules, hace algunas semanas habían terminado de decorarla. Tenía su cuna, estantes llenos de cuentos, libros que le enseñarían los colores, los animales y todo tipo de libro infantil estaba ahí, había alfombras que eran mejores que muchas camas, para que así no corriera riesgo de lastimarse. Se habían encargado de comprarle un guardarropa lo suficientemente grande como para dar y repartir, obviamente los juguetes eran lo que menos le faltarían a su pequeño Jules.

Christian al pasar por su puerta no pudo evitar sonreír con entusiasmo solo dos meses y podría tener a su bebé.

Estaba a unos cuantos pasos de llegar a su habitación, cuándo sintió una punzada en su vientre, fue tan fuerte que inevitablemente soltó un grito que puso en alerta al castaño que se peinaba frente al espejo del baño.

— ¡¿Chris?! — Gritó mientras soltaba el cepillo de peinar y salía rápidamente del baño.

— ¡¡Toto!! — La desesperación y miedo eran evidentes en su voz, preocupando aún más a su esposo. — ¡¡Toto!! Me duele. — A penas termino de hablar y otro grito de escucho.

Toto vio a Chris en el pasillo, el miedo le recorrió el cuerpo, sintió un escalofrío desde su nuca pasando por toda su columna, y ese característico algo en su estómago, de cuando sabes que algo malo está por pasar.

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