Capítulo 5: Observaciones Silenciosas

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Desde la conversación con William, Yoongi se había convencido de que hablar con Jimin no era la mejor opción. Cada vez que veía a Jimin con Erik, la punzada de celos lo atravesaba, pero se obligaba a mantener su distancia. No podía permitirse debilidades ni favoritismos.

Mientras tanto, Jimin seguía desarrollando su amistad con Erik. Se sentía agradecido por la compañía y el apoyo que Erik le brindaba. No podía evitar pensar en Yoongi y en lo que había ocurrido durante la fiesta, pero el dolor de la culpa del ron seguía siendo una barrera.

Una tarde, mientras la tripulación disfrutaba de un breve descanso, Jimin y Erik se sentaron juntos en la proa del barco, observando las olas romper contra el casco.

-¿Sabes, Jimin? Me alegra que nos hayamos hecho amigos. Hace que esta vida en el mar sea un poco más llevadera -dijo Erik, sonriendo mientras miraba al horizonte.

Jimin asintió, devolviendo la sonrisa.

-Sí, siento lo mismo. No sé qué habría hecho sin alguien con quien hablar y compartir estos momentos -respondió Jimin, agradecido por la sinceridad de Erik.

Desde su posición en el puente, Yoongi observaba la interacción entre los dos hombres. Sentía una mezcla de alegría por Jimin y un profundo resentimiento consigo mismo por no poder expresar sus propios sentimientos. William se acercó a él, notando la expresión en su rostro.

-¿Todavía no has hablado con él? -preguntó William en voz baja, para que nadie más escuchara.

Yoongi negó con la cabeza, manteniendo la vista fija en Jimin y Erik.

-No puedo, William. No quiero complicar las cosas más de lo que ya están -respondió Yoongi, su voz llena de resignación.

William suspiró, apoyando una mano en el hombro de Yoongi.

-Estás haciendo esto más difícil para ti mismo. Pero entiendo que necesitas tiempo. Solo no esperes demasiado, Yoongi. Podrías perder la oportunidad de algo importante -dijo William antes de alejarse.

Las palabras de William resonaron en la mente de Yoongi mientras observaba a Jimin reír con Erik. Se preguntaba si había tomado la decisión correcta al mantenerse callado. Pero cada vez que pensaba en acercarse a Jimin, la responsabilidad como capitán lo retenía.

Esa noche, la tripulación decidió organizar una pequeña fiesta en la cubierta para celebrar una buena jornada de navegación y pesca. La música y las risas llenaron el aire mientras los marineros compartían historias y bebidas bajo el cielo estrellado.

Jimin y Erik se unieron a la celebración, disfrutando del ambiente festivo. Yoongi los observaba desde una distancia prudente, su corazón dividido entre el deber y el deseo.

-¿Por qué no te unes a nosotros, capitán? -gritó Jack, el artillero, con una sonrisa.

Yoongi sonrió débilmente y levantó una mano en señal de rechazo.

-Alguien tiene que vigilar el barco -respondió, aunque sabía que no era la razón real de su distanciamiento.

Mientras la noche avanzaba, Yoongi no podía apartar la vista de Jimin. Veía la alegría en su rostro y se preguntaba si algún día podría ser él quien provocara esa sonrisa. La idea de perder a Jimin, aunque fuera solo como amigo, le dolía profundamente.

A medida que las estrellas parpadeaban en el cielo, Yoongi decidió que, aunque no podía actuar sobre sus sentimientos ahora, se aseguraría de proteger a Jimin y estar allí para él, de la manera que fuera posible. La lucha interna continuaba, pero al menos había decidido no alejarse por completo.

La fiesta continuó hasta altas horas de la noche, y Yoongi se mantuvo en su lugar, observando desde las sombras, esperando el momento en que pudiera enfrentar sus propios miedos y dar el paso que su corazón deseaba.

A medida que la fiesta avanzaba, Jimin y Erik se unieron a un grupo de marineros que contaban historias de sus viajes. Las risas y los relatos animados llenaban el aire, creando una atmósfera de camaradería y diversión. Sin embargo, Yoongi seguía en la sombra, su mirada fija en Jimin.

De repente, una tormenta se desató en el horizonte. Las nubes oscuras y los relámpagos anunciaron su llegada, y la tripulación rápidamente dejó de celebrar para prepararse. Yoongi tomó el mando, organizando a sus hombres para asegurar el barco y enfrentar la tempestad.

Mientras los vientos huracanados azotaban el barco y las olas se estrellaban contra el casco, Yoongi se aseguró de que cada miembro de la tripulación estuviera a salvo. Sus ojos, sin embargo, buscaban constantemente a Jimin, asegurándose de que estuviera bien.

En medio del caos, Jimin resbaló en la cubierta mojada y estuvo a punto de caer al mar. En un instante, Yoongi corrió hacia él y lo agarró del brazo, evitando que cayera al agua. Los dos quedaron frente a frente, con la lluvia torrencial cayendo sobre ellos.

—¡Yoongi! —exclamó Jimin, su voz llena de sorpresa y gratitud.

—¡Tienes que tener más cuidado! —gritó Yoongi, su voz apenas audible sobre el rugido del viento.

Por un momento, se miraron a los ojos, y Yoongi sintió que el tiempo se detenía. Finalmente, lo soltó suavemente, asegurándose de que estuviera bien antes de volver a sus deberes.

La tormenta continuó durante horas, poniendo a prueba la habilidad y resistencia de la tripulación. Pero gracias al liderazgo de Yoongi, el barco y sus hombres lograron superar la tempestad. Cuando finalmente la calma regresó, la tripulación, agotada pero agradecida, comenzó a evaluar los daños y a repararlos.

Jimin se acercó a Yoongi, todavía empapado y con el corazón latiendo con fuerza.

—Gracias por salvarme —dijo Jimin, su voz suave pero llena de emoción.

Yoongi asintió, su mirada seria pero tierna.

—Es mi deber proteger a mi tripulación —respondió, aunque sabía que había algo más detrás de sus acciones.

Jimin lo miró fijamente, como si tratara de descifrar los sentimientos ocultos en sus palabras.

—Yoongi, sé que hay algo más que solo deber —dijo Jimin finalmente, su voz temblando ligeramente—. Lo siento por lo que pasó en la fiesta. No era mi intención causarte problemas.

Yoongi suspiró, sintiendo que su corazón se ablandaba.

—Jimin, no es solo por la fiesta. Hay muchas cosas que no he dicho, y no sé si es el momento adecuado para decirlas —admitió, su voz quebrándose ligeramente.

Jimin dio un paso más cerca, sus ojos llenos de determinación.

—Yoongi, si hay algo que quieras decir, estoy aquí para escuchar. No quiero que sigamos así, en silencio y con malentendidos.

Yoongi sintió un nudo en la garganta, pero finalmente decidió que no podía seguir reprimiendo sus sentimientos.

—Jimin, me importas más de lo que debería. Como capitán, debería mantenerme imparcial, pero no puedo. Cada vez que te veo con Erik, siento celos. No porque no quiera que tengas amigos, sino porque quiero ser yo quien esté a tu lado —confesó, su voz temblando por la intensidad de sus emociones.

Jimin lo miró sorprendido, pero luego una suave sonrisa apareció en su rostro.

—Yoongi, también me importas. Y entiendo tus sentimientos. No tienes que enfrentarlos solo —dijo, acercándose aún más.

En ese momento, bajo el cielo despejado y las estrellas titilando, Yoongi y Jimin encontraron un momento de paz. Aunque sabían que el camino no sería fácil, ambos estaban dispuestos a enfrentar juntos las tormentas que vinieran, apoyándose y protegiéndose mutuamente.

El Juramento del Capitán Donde viven las historias. Descúbrelo ahora