CAPITULO 3 EL JUEGO DEL GATO Y EL RATON MUERTO

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Dejó caer al piso el bolso con ropa de Lorenzo para lavar, y se sentó al borde de la cama

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Dejó caer al piso el bolso con ropa de Lorenzo para lavar, y se sentó al borde de la cama. Dos semanas habían pasado y todavía seguía encarcelado en la comisaría. A Stuart parecía costarle refutar las evidencias. Ir a juicio era definitivo. Lo que tenía su lado bueno y malo. Por una parte era una posibilidad de que pudieran suplicar al juez por una fianza, pero por el otro era suplicarle y que se la denegara, y fuera llevado a la cárcel en la Penitenciaria de Pendleton. Lo que estaba a días de distancia. No podría verle tan seguido, no con Vittoria. Era descorazonador.

Se frotó las mejillas secándose las lágrimas que habían vuelto a bajar. Todos esos días no había parado de llorar.

Oyó a Vittoria despertando. Se levantó caminando a la cuna. –Hola, mi solcito.-su voz salió algo aguada. La alzó llevándola a su pecho.-¿Quieres darte un baño con mamá?-

Vittoria sonrió sacudiendo las manitos.

Entró al cuarto de baño. Miró a la bañera cuando se detuvo abruptamente reprimiendo el grito a punto de salir de su boca para no asustar a Vittoria.

Sangre. Sangre en la bañera, las paredes. El cuerpo de Jackson el guardaespaldas estaba allí, con montones de apuñaladas por todos lados de su cuerpo.

Salió corriendo. Atravesó el dormitorio bajando las escaleras apresuradamente. Davinia estaba abajo al teléfono, cuando se giró al oírla.

Su boca se abrió para decir pero la voz no le salió. Davinia colgó rápidamente y corrió a ella.-¿Qué...-

Señaló arriba con el dedo. Davinia subió corriendo las escaleras.

Con piernas inestables, se acercó a una de las sillas y se sentó. Abrazó a Vittoria con fuerza, meciéndose adelante y atrás, en un intento de calmarse. ¿Cómo pudo pasar? Él se había quedado con Emma y Vittoria todo el rato que ella fue a visitar a Lorenzo.

Al cabo de un momento, Davinia volvió a bajar.

-Vale.-le dijo con voz agitada.-Tú quédate aquí y que nadie suba.-

Asintió, y salió corriendo a la puerta del restaurante. Regresó con Horatio pisándole los talones.

Subieron corriendo las escaleras.

Estuvieron casi media hora allí arriba. Ella quería subir para saber qué estaban haciendo pero no se atrevía. Aún temblaba recordando la imagen imborrable en su cabeza.

Luego de otros quince minutos escuchó pasos en el rellano, y Davinia bajó.

-¿No hay nadie más aquí, verdad?-le preguntó.

Asintió.-Sí.-

Davinia subió de dos en dos la escalera de nuevo. –Vamos.-le ordenó a Horatio y volvió a bajar.

Horatio descendió también. Sobre su hombro cargaba lo que claramente era el cuerpo de Jackson envuelto en sus mantas de dormir.

Tuvo ganas de vomitar de imaginárselo.

Retaliación a la ItalianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora