CAPITULO 14 LA SERPIENTE QUE MORDIO A EVA

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Se podían escuchar las voces fuertes de Valente discutiendo con sus hombres

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Se podían escuchar las voces fuertes de Valente discutiendo con sus hombres. Estaban en otra de sus casas de seguridad, su rancho privado, bien en las afueras, luego de que el bunker hubiera sido atacado. Sabían quiénes habían sido y de cierta manera lo había esperado. Lorenzo y Rica no eran de quedarse quietos si les amenazaban. Y, justo a tiempo Valente recibió el dato de su infiltrado por lo que pudo evitar por poco ser tocado por el fuego. Sin embargo, estaba encolerizado.

Suspiró a su reflejo en el espejo. Tenía aspecto horrible, cansado, deteriorado, ojeroso, había perdido varios kilos de los que tendría que haber subido estando ahora de casi 4 meses de embarazo con gemelos. Bajó la mirada a su estómago. Apenas asomaba panza. Se la acarició. Todo ese tiempo había estado muy triste, deprimida, confundida, sola, con el corazón roto. Quería que las cosas volvieran a ser lo que eran.

La puerta se abrió de golpe.-¡Pues, consígueme la jodida ubicación cómo sea, Wes!-Valente entró dando un portazo.

Se sobresaltó, pero no se movió. Los ojos de él conectaron con los suyos a través del reflejo.-Nena, ¿por qué estás así?-se acercó. Sus brazos la envolvieron estrechándola contra su cuerpo.

No contestó. ¿Qué podía decir? No sentía que pudiera decir nada que él comprendiera.

-¿Te hago infeliz?-le preguntó.

Bajó la mirada.

Él suspiró.-Sé que las cosas han estado algo revueltas, sólo van a durar un poco más. Voy a poner orden y las cosas en su lugar. Nadie me desafía.-terminó con una voz oscura, aterradora.

Ella volvió a alzar la mirada a su rostro en el espejo. El enfado y tensión endureciendo sus rasgos, el cálido azul de sus ojos parecía frío como un glacial. Él parpadeó, el enfoque de su mirada regresando a ella.-¿Em?-

-Yo...-no supo continuar.

-Em.-su voz perdió el tono dulce y amoroso.-No me vas a dejar.-una orden, una advertencia.

Lágrimas inundaron sus ojos.-Valente...-

Sus fuertes brazos la estrecharon envolviéndola como serpientes enroscándose alrededor de su cuerpo. Su gran mano le agarró con firmeza la mandíbula haciéndole doler.-Valente...-jadeó, no podía moverse, la tenía completamente restringida.

-No puedo vivir sin ti, Em.- dijo él. El pulso se le aceleró, cada pálpito era doloroso como púas incrustándose profundo en su corazón. Su rostro tatuado se apoyó en su hombro, su mirada siniestra sin apartarse de la suya en el espejo.-Y, tú no vas a vivir sin mí.-

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Retaliación a la ItalianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora