Capítulo uno

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Una semana ha pasado desde que estoy en Alemania.

Mario siempre dice que cada decisión que tomes en tu vida marcará un antes y un después. Ahora aquí, no sé qué tan cierto sea eso. Fue un impulso venir aquí, me repetía constantemente, pero en casa sentía que me asfixiaba, luego que Arturo haya resultado ser un estafador, que solo quería mi dinero casándose conmigo. La propuesta de mi jefe a un mes en Alemania para que administre su negocio, no se veía tan loca. Mis familiares no estaban de acuerdo, pero nada perdía. 

Eran las doce de la tarde. Me encontraba en la cabaña que me habían dado en el bosque. En las noches lo único que se podía escuchar, era tu propia respiración hasta un punto era relajante, pero también te volvía loca. Felizmente, tenía todas las comodidades posibles, además venía seguido Jorge, mi vecino, vivía a dos horas en coche. La primera noche, él apareció con una caja de pizza, no pude decirle que no. Desde ahí siempre ha estado aquí, conmigo. Hay otra casa más cerca, a unos minutos, pero el dueño, nunca está en esta época de verano. Así que éramos solo Jorge y yo; era un año mayor que yo. Por el tiempo que hemos estado compartiendo descubrí, que es monocromático con la ropa y es muy callado cuando ve películas.

Sobre el negocio de mi jefe, podría empezar en dos semanas, recién. Según él quería que estuviera antes para que me adaptara al clima, yo no tenía ningún problema con ello.  

Lo único que quería paz en mi mente. Y sabía que en este lugar lo podía encontrar.  

El reloj marcó las ocho de la noche, hacía demasiado frío. Pero se había vuelto una costumbre salir a esta hora y ver el paisaje mientras el silencio de la noche me acompañaba. Siempre había pensado en que lo que más detestaba era estar sola, ahora es lo que más disfruto. Esa soledad abrazadora y única.

La luna me acompañaba, ella y su brillo; los pinos se movían al compás del aire. No se podía ver mucho, pero era refréscate estar aquí. Ya pasaba las once de la noche, tenía que volver. Mi paso era lento, sin prisa apreciando el lugar. Cuando llegue algo no cuadraba, las ventanas abiertas y esa luz prendida de la entrada. Todo estaba fuera de su lugar, alguien había entrado. Los cajones estaban tirados, papeles por todos lados y había algo peculiar en ello

 "Te encontré"

Estaba escrito y al acercarme más me di cuenta de que estaba pintado de sangre y un cuchillo embarrado de ella, y las paredes tambien. Todo olia a su sangre. En ese momento no lo sabía, pero ese solo sería el comienzo de mi tortura  


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