Epílogo

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Su último aliento fue satisfactorio.

Al cabo de unos minutos todo se lleno de policias. Camine en dirección a la salida del bosque con tranquilidad. 

Amor

No es algo que haya sentido por alguien, ni por mi madre cuando la mate, ni por mi hermana cuando le corte su oreja, ni por las setenta mujeres que asesine. Las personas eran pasajeras uno no tenía por qué encariñarse. Con un solo movimiento en la yugular les cortaba la vida, era satisfactorio verlos agonizar y pedir auxilio. Aunque nunca funcionaba

Antonio me esperaba a las afueras del bosque, sonriendo.

—¿Está completo el trabajo?

— Sabes que si, siempre lo está

El no era detective, era mi mano derecha. Solo tuvo que acercarse diciendo que la ayudaría y ella vendría sola a mi, como todas.

Todo estaba bajo mi poder. De igual manera era hora de cambiar de lugar, era hora de buscar la venganza que tanto anhela en contra de mi padre. Ellas solo fueron mi juego previo, antes de ir por el premio mayor.  

Una sonrisa se formó en mis labios.

Ella tenía razón, yo siempre ganaba.


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