Capitulo 33

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Una semana entera sin noticias de él.

La incertidumbre y la angustia aumentaban cada vez que observaba aquel reloj sobre la pequeña mesa de noche de la habitación. Aunque se hubiera asegurado de traer a la abuela conmigo y de la compañía de Brenda no me sentía segura en ninguna parte de la casa. Había transcurrido mucho tiempo sin que recibiese una llamada o un mensaje de su parte.

Debía controlarme, no por mí, lo debía hacer por el bebé. Crecía a una velocidad que ni yo misma me explicaba, el último ultrasonido había dejado ver que sería bastante grande por su tamaño y su peso. Me asustaba lo que fuese a suceder.

—¿Dónde estás Stavros? —me apoyo en la ventana observando como el amanecer comienza asomarse.

De repente el portón se abre revelando su figura, i vista se centra en él y los hombres de seguridad que le siguen. Sin embargo Stavros no cruza su vista con la mía. Me alejo de la ventana para abrir la puerta de la habitación, camino asegurándome de no alertar a nadie, ni de menos despertar a la abuela Dafne.

Detengo mis pasos cuando lo escucho intercambiar algunas palabras con Franco.

—La situación se ha salido de control —le entrega su revolver al hombre de seguridad—. Voy a concentrarme en el asunto de Mónaco. Un error más de cualquiera y estaremos acabados —dice serio.

—Mi señor con todo respeto, los Russo son peligrosos. No contamos con los suficientes hombres para entrar en la mansión, su casa es casi una fortaleza.

—Encárgate de buscar a los mejores, atravesaremos esa fortaleza —ruge.

—¿Qué hay de la emboscada que hicieron en el aeropuerto y de la destrucción de la casa en Grecia?

—De eso me estoy encargando personalmente. Quiero que nadie se entere de esto, en especial mi abuela y mi mujer. Ninguna de las dos está para impresiones fuertes.

—Como ordene mi señor.

—¿Dónde está mi esposa?

—Los hombres han mencionado que la señora no ha salido de su habitación en toda esta semana, rara vez da paseos por el jardín, tengo entendido que hace tres días acudió a su médico para realizarse un ultrasonido y parece que todo marcha bien con su hijo.

Se queda un silencio un par de segundos.

—Debe de estar preocupada por mi repentina ausencia.

Salgo de donde me encuentro, mi vista se fija en la suya.

—Por supuesto que lo estoy —le respondo.

Me acerco hasta él, Stavros tiene la ropa desordenada, su pantalón esta hecho un desastre. Es como si hubiese salido de una pelea de perros.

—Me retiro mi señor —Franco desaparece al poco tiempo dejándonos a ambos solos.

—¿Dónde has estado toda esta semana? —le pregunto.

—¿Qué haces a esta hora despierta? —me refuta.

—He hecho una pregunta primero y quiero que la respondas.

—No son asuntos que deba compartir contigo Anneliese —dice y pasa de largo hasta nuestra habitación.

—¿Perdona? —Pregunto incrédula por sus palabras—. ¿Has dicho que no son asuntos que debas compartir conmigo?

—No puedo decirte nada, entiende eso —suena irritado.

—quisiera saber que pasa por esa cabeza, pero me estas complicando las cosas cuando intento ayudarte —lo sigo hasta la habitación.

Guardián Oscuro (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora