𝑺𝐮𝐞𝐧̃𝐨𝐬 𝑭𝐮𝐞𝐫𝐚 𝑫𝐞 𝑬𝐩𝐨𝐜𝐚

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Si pensaban que la noche terminaría con una joven solitaria y triste por no poder cumplir un sueño fuera de época y una decepción amorosa, estaban completamente equivocados. La vida está llena de aventuras si decides salir de tu habitación. Al principio, cuando lo intentas, no parece así, pero si perseveras y sales de tu habitación más de un mes, verás las múltiples situaciones en que la vida te pondrá. Una de estas personas que rehusaba salir de su hábitat natural, bueno, le rompieron cruelmente el corazón igual que a Marianne Dashwood.

Tratar de huir no era la mejor opción, pero ver a alguien intentarlo era mejor que quedarse como una estatua temiendo quién se acerque. La mejor idea hasta el momento era socializar.

—Hola, Pen —la saludé, observando su capucha, que era una vestimenta rara para un baile—. ¿Qué haces?

—Nada... —respondió con nerviosismo, ocultando algo detrás de su espalda—. Iba a dar un paseo, ¿vienes?

—Claro —comencé a caminar esperando que me siguiera.

—No pensé que quisieras huir del baile. Todos te observan, ¿no debería ser agradable? —desvió cualquier pregunta que le fuera a hacer.

—¿Que parezcan psicóticos observándote?

—Tienes un gran punto. ¿Pero no es mejor ser adorable y observada que no ser notada? —empezó a distraerme.

—Bueno, no mentiré: esas miradas solamente inflan mi ego como un globo aerostático, pero no somos cosas, Pen —opiné—. No somos objetos que pueden alabar, admirar o tocar y después deshacerse de ellos. ¿De qué sirve toda la admiración y belleza que posea una mujer si todas vamos al mismo destino?

—No todas; algunas nos quedaremos como las temibles solteronas.

—Espero que en eso no te incluyas a ti, porque sé perfectamente que alguien te va a amar más de lo que se amará a sí mismo.

—¿Como quién, Anastasia? —preguntó irónicamente.

—Colin —respondí rápidamente.

—¿Colin? ¿Es una broma cruel?

—Claro que no es una broma cruel, Pen. Tú te casarás con Colin, no me preguntes cómo lo sé, simplemente lo sé —respondí—. No tengo ni la mínima duda de que se casarán. Yo lo sé, y yo seré quien bendiga su amor. Recuerda mis palabras.

—¿Por qué asumes eso?

—Tú conoces a Colin más que él mismo —respondí.—. Eres la única persona que le saca una risa que no sea forzada.

—¿Entonces, para ti, el amor se basa en hacer reír?

—No exactamente. El amor, para mí, es un entendimiento mutuo sin una sola palabra, cuando una mirada dice todo, algo que imagino es muy raro encontrar en la vida. También es alguien que te impulse a amar todo lo que te avergüence de ti, que no trunque tus sueños, o que, en el peor de los casos, te dé un golpe que acomode tus ideas.

—¿Un golpe?

—En mi defensa, acomoda las ideas —me excusé—. Pen, me gustaría preguntarte algo.

—Claro, lo que tú quieras.

—Tú eres Lady Whistledown, ¿cierto? —pregunté, fijando mi mirada en las flores del suelo, temiendo quedar en ridículo.

Penélope entró en pánico, pero no entendía por qué Anastasia estaba tan relajada; sabía el chisme del siglo, pero parecía no importarle. Trató de mantener su respiración relajada unos cuantos segundos y, cuando se reguló, preguntó:

—¿Cómo es que lo sabes?

—No fue muy difícil. Pusiste en la columna que Daphne y yo no nos importaba quién fuera el diamante de la temporada, y justamente la única persona que no dejó de mirarnos en esa habitación fuiste tú. Aunque no me creas muy lista, casi iba a ir a interrogar a todos preguntando lo mismo, con tal de alejar a todos de mí —respondí para finalmente reír.

The Tortured Poet's Department Donde viven las historias. Descúbrelo ahora