Vínculo Amorfo (LawLu)

CAPÍTULO 4

A medida que pasan los meses, el vínculo entre el príncipe de la Tribu del Este y el rey de Flevance se hace más profundo. Despertarse junto a Law parece surrealista, como un sueño vívido lejos del alcance de la realidad. A lo largo del día, Luffy observa cuidadosamente y emula las estrategias de su cónyuge para asegurar su reino y los territorios aliados. Pero al caer la noche, una sensación abrasadora envuelve su ser, nublando sus pensamientos y descongelando su corazón.

Inconsciente del origen de esta extraña sensación que le hace pensar demasiado, Luffy no puede negar el placer que le produce.

A pesar de pasar todo el día con Law, a Luffy le cuesta adaptarse a su presencia: un rey cuya naturaleza, a pesar de las negativas de Law, se aleja de la malicia y se acerca a su opuesto.

Law es un modelo de compasión, cuidado y justicia para sus súbditos. El bienestar de su reino es de suma importancia, hasta el punto de que Luffy se conmueve cada vez que se aventuran más allá de los muros del palacio para ver a Law hablar a los habitantes del reino como si fueran parientes, lo bastante cercanos como para evocar lazos familiares pero lo bastante distantes como para llegar a su resuelto corazón.

Es plenamente consciente de que no se está dejando engañar por una vil mentira. Sin duda, este rey es tangible, y Luffy no puede dejar de pensar en él.

—¡Cuidado, Luffy!

En un estado de profunda distracción, el príncipe apenas consigue esquivar el ataque de Zoro. Jadeando pesadamente, Luffy retrocede, apretando los puños. Normalmente es él quien está a la ofensiva, pero esta vez se encuentra a la defensiva. Zoro blande una de sus espadas y asesta un golpe contundente en las costillas de Luffy. Luffy da un respingo y rueda hacia un lado, ahogando una queja. Zoro frunce el ceño, preocupado.

—Hoy estás en muy mala forma —comenta Zoro, enfundando su espada en la vaina de la cadera—. Maldición, y te golpeé con el lado romo.

Luffy exhala cansado.

—No es nada... Sigamos entrenando.

Con una ceja levantada en señal de sospecha, Zoro observa cada movimiento de Luffy, sus sentidos atentos a los sutiles matices de su comportamiento. Hay algo en su postura —una tensión en el aire— que hace saltar las alarmas en su mente.

Los ojos de Luffy se mueven furtivamente de un lado a otro, como si buscara algo o a alguien. Sus dedos golpean nerviosamente la superficie rugosa del asfalto gris, delatando la agitación interior que se esfuerza por ocultar.

Zoro cierra su ojo, con la mente acelerada por la especulación y la incertidumbre. ¿Qué secretos se ocultan tras la inescrutable fachada de Luffy? ¿Qué verdades se esconden en las profundidades de su enigmática mirada?

Mientras los minutos se alargan hasta la eternidad, la tensión entre ellos palpable, Zoro permanece firme en su vigilia, sus sospechas ensombreciendo la cita clandestina que se desarrolla ante él.

Se trata, en efecto, de una situación insólita.

Ni que decir tiene que a Zoro no le gusta hablar de los dilemas de los demás, pero reconoce que Luffy suele ser mucho más alegre de lo que parece en estos momentos. Zoro ha sido consciente de ello desde su llegada a Flevance.

Por lo que se sabe actualmente, Law es uno de los principales culpables.

—Puede que me arrepienta de esto más tarde —suspira Zoro, rascándose la nuca—. Estos últimos días, te has estado comportando inusualmente distraído. Dime, ¿qué carga llevas, mi señor?

Luffy se lleva el antebrazo a la cara y se seca el sudor de la frente. Mira a Zoro, parpadea y luego decide bajar la cabeza mientras se endereza en el suelo.