CAPÍTULO 1

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Hoy promete ser un día memorable.

Mientras la oscuridad de la noche comienza a desvanecerse, sutiles rayas de luz aparecen en el horizonte, anunciando la inminente llegada de una nueva mañana. El cielo, antes envuelto en el aterciopelado abrazo de la medianoche, experimenta una impresionante transformación en un lienzo de colores rosa, naranja y dorado.

El esplendor de Flevance, conocido como el Reino Blanco, reluce con la llegada del primer amanecer de verano. Por fin, los lúgubres días de cosechas improductivas y decepcionantes han terminado.

El sol brilla intensamente sobre el Palacio Real, proyectando un lujoso resplandor a través de las opulentas cortinas de seda carmesí que adornan la cámara del rey. Asimismo, elaborados jarrones adornados con el oro más fino de la nación complementan la escena, enriqueciendo la austera estancia blanca a medida que se acerca el amanecer.

En la capital del tranquilo reino enclavado entre las dunas del desierto, el susurro del viento serpentea grácilmente por las calles, instando suavemente a los habitantes a despertar. A lo lejos, la silueta de los árboles se recorta contra un cielo cada vez más refulgente; sus ramas se extienden en un gesto de bienvenida.

A la vez que pasa el tiempo, los rayos del sol envuelven a Flevance, disipando los restos de la noche y dando paso a una nueva mañana llena de posibilidades aún por desplegar.

El problema, sin embargo, radica en el total desinterés de Law por explorar estas "posibilidades".

En lugar de sentirse entusiasmado, Law mira el techo de escayola infinitamente pálido con ojos desinteresados, reconociendo letárgicamente que es hora de levantarse. Exhala profundamente y se masajea la cara, cansado por el insomnio que le atormentó anoche.

Después de todo, hoy es el día en que conocerá a su futura, aunque no deseada, esposa. A pesar de que Law reconoce los beneficios que esta fatídica unión podría reportar al reino y a sus habitantes, alberga una profunda aversión por el concepto del matrimonio.

Reflexionando sobre sus experiencias y los principios que ha asimilado a lo largo de los años, Law, a punto de cumplir los treinta, afirma con seguridad que el bienestar de su reino debe estar por encima de cualquier sentimiento personal de desesperación. No se trata de elegir entre ambos, sino de comprender la naturaleza de la propia tierra de Flevance.

Y, sin embargo, permanece ajeno a cualquier conocimiento de la mujer con la que está destinado a casarse.

Más allá de su apariencia, Law no tiene ni idea de su personalidad, juicio o perspectiva en cuestiones de amor y aprecio. Su incertidumbre sobre este aspecto le inquieta interiormente, aunque no lo admita de manera absoluta.

¿Y si esta mujer resulta ser despiadada o, peor aún, sanguinaria? Dios no lo quiera, no quiere ni pensarlo.

No hace falta decir que la idea le abruma. Sin embargo, comprende la necesidad de afrontarla por la prosperidad y el brillante futuro de Flevance.

Con un último suspiro, Law se levanta de la cama. Aparta suavemente las pálidas mantas que lo envuelven, sintiendo la ausencia del sueño que lo ha eludido. Finalmente, sus ojos se entrecierran mientras observa la cámara de baño, lanzando de vez en cuando miradas de desaprobación, consciente de que sus momentos de indulgencia están llegando a un final inevitable.

Los criados no tardarán en llegar, lo que hace que Law se ponga en pie con un gemido ahogado. A medida que se acerca a su destino, contempla amargamente la desagradable perspectiva de una obligación matrimonial rechazada que no tiene ningún deseo de cumplir en este momento.

De hecho, la detesta con vehemencia.

No obstante, por encima de todo, como gobernante de un vasto imperio, Law debe cumplir con sus responsabilidades, aunque decida no aceptarlas.

Vínculo Amorfo (LawLu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora