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Hicieron la mayor parte del viaje en un silencio incómodo solo interrumpido de vez en cuando por algún comentario por parte de KyungSoo. Al menos le había explicado cómo se había convertido en el orgulloso propietario de un coche deportivo de alta gama. JongIn no entendía los detalles más técnicos, pero resultaba que KyungSoo era ingeniero y había inventado una especie de mini laboratorio portátil. Se trataba de una máquina pequeña y relativamente barata que estaba ganando popularidad en centros médicos de pequeñas localidades.

JongIn estaba muy impresionado, pero ni siquiera eso consiguió disipar la rara atmósfera que se respiraba entre ellos. Y la tensión seguía ahí cuando aparcaron el coche en un centro comercial a diez minutos de su destino. Los comentarios de KyungSoo sobre lo raro que era que JongIn no hubiera tenido rollos de una noche le habían violentado muchísimo, porque no, no los había tenido, ¿y qué?

No es porque no hubiera querido, simplemente, no habían surgido. Así que ahora no solo se sentía un fracaso como heterosexual, si no también como gay. Y eso sin tener en cuenta que el mero hecho de imaginarse haciendo una mamada a un tío le daba náuseas, lo que posiblemente le convirtiera en el peor gay de la historia. Seguro que KyungSoo era un supergay experto en comer pollas y metérselas hasta la tráquea. Un garganta profunda en toda regla.

KyungSoo carraspeó y dijo:

—He pensado que quizás te gustaría comprarte algo de ropa para la ocasión. ¿Qué opinas?

JongIn frunció el ceño. ¿Qué más le daría a Lovelace lo que él opinara?

—Soy tuyo durante el fin de semana. Vísteme como quieras. —KyungSoo hizo una mueca y fijó la mirada al frente.

—Quiero que estés cómodo, que te sientas a gusto en tu papel. Seguro que encontramos algo.

—No soy muy de trajes, pero supongo que será lo que se lleve en ese hotel pijo al que me llevas, ¿no?

¿Se suponía que este era su momento Pretty Woman o algo así?

KyungSoo suspiró y se quitó el cinturón de seguridad.

—Tampoco es que tengas que vestirte como si fueras a los Oscar, ¿eh?

—Pues no sé —dijo JongIn saliendo del coche. Ya no estaba seguro de lo que ser el supuesto novio de KyungSoo conllevaba—. A lo mejor alguna camisa, pero sin chaqueta. Ah, y unas gafas de ver. De esas con montura de pasta negra.

Puede que a KyungSoo le apeteciera más follar si JongIn optaba por un look inteligente.

—Sí, suena bien. Y podríamos comprar también algunos vaqueros y ropa informal, si te apetece. —KyungSoo le dedicó una gran sonrisa y, aunque al levantar la vista pareció paralizarse y no saber qué hacer, terminó poniendo una mano alrededor del cuello de JongIn y dijo—: ¿Qué tal si ensayamos un poco?

—S-sí, claro.

JongIn le pasó un brazo por la cintura y le gustó tocar toda esa firmeza.

Siempre había pensado que sería increíble tener un novio rico que le comprara cosas, pero con lo que estaba viviendo ahora mismo, ya no estaba seguro de lo que pensaba al respecto.

Los ojos de KyungSoo se oscurecieron, pero enseguida apartó la mirada, riéndose.

—Hay que ver qué brazos más largos tienes.

JongIn frunció el ceño.

—¿Qué se supone que significa eso? ¿Es algún tipo de frase en clave para ligar? Porque no la entiendo.

—No…, es solo que llevo bastante tiempo sin tener una cita. Digamos que tengo la máquina un poco oxidada… joder, eso ha sonado fatal —se lamentó KyungSoo apretándose el puente de la nariz y ruborizándose. Esa facilidad para sonrojarse era uno de los motivos por los que meterse con él había resultado siempre tan fácil.

 𝐋𝐚𝐬 𝐯𝐮𝐞𝐥𝐭𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐯𝐢𝐝𝐚 ⇝ 𝙺𝚊𝚒𝚂𝚘𝚘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora