JongIn tenía las piernas entumecidas cuando se bajó del viejo y destartalado autobús a varios metros de Song Gas & Motel. El mero hecho de tener que enfrentar a su jefe de nuevo, explicarle que no era verdad lo de que se había tirado a Suzy y que, a partir de ahora, sería un empleado modelo, estaba poniéndole enfermo. Pero casi no había podido ni pagar el billete de bus, así que no le quedaba otra. Era como volver a la casilla de salida, pero ahora que sabía lo diferente que podía ser su vida, estaría más motivado que nunca para ahorrar y poder mudarse a Las Vegas. Si tenía suerte, puede que pudiera hacerlo en un año, o por ahí.
Caminaba por la carretera, la tierra azotándole la cara. Ya casi podía oler la gasolina y el aroma trajo consigo recuerdos nauseabundos de largos días llenos de nada, de una habitación apestosa con apenas espacio para una cama pequeña y de la ausencia total de satisfacción personal. Y esa iba a ser de nuevo su vida. Por lo menos estaba oscureciendo y no tenía que hacer el camino bajo el sol de justicia habitual. Todo a su alrededor tenía un color rojizo que hacía que hasta el suelo seco bajo sus pies pareciera de otro mundo. No le importaría hacer este camino con Soo.
Un coche salió de la gasolinera y pasó a su lado dejando tras de sí un suave ronroneo. Había varios coches más aparcados en la zona del motel, pero por lo demás, la gasolinera estaba desierta. Había llegado el momento de la verdad, de pasar vergüenza, de su peor pesadilla. Llevaba la bolsa de viaje al hombro y la apretaba tan fuerte que hasta le sudaba la mano. Desde esta distancia podía ver cómo Song se levantaba de su silla asquerosa y caminaba hacia la puerta. No, no iba a ser bonito de ver.
Song abrió la puerta con tanta fuerza que esta dio un golpe contra la pared. Se paró allí en medio, con los brazos medio extendidos y con la barriga cervecera asomando por debajo de la vieja camiseta interior que llevaba puesta y que en su día fue blanca, pero que hoy era de un sucio color amarillo. Bueno, por lo menos no llevaba la pistola.
—¡Qué tal, Sr. Song! —JongIn forzó una sonrisa mientras se dirigía a su antiguo jefe.
—Vaya, vaya, pero si es el hijo prodigogioso —dijo Song con una mueca.
JongIn se rio, a pesar de que no había nada de gracioso en la posición en la que se encontraba. Este era el momento más humillante de su vida, peor incluso que el día que su hermano descubrió porno gay en su ordenador.
—Ese soy yo, supongo. Las cosas se me fueron un poco de las manos el viernes, ¿verdad?
Song soltó una risotada y se cruzó de brazos por encima de ese barril que tenía por tripa.
—No esperaba volverte a ver después de la que montaste.
JongIn se acercó a Song con una mueca que esperaba que pareciera arrepentimiento.
—Ya, es que… estaba drogado. ¿Se acuerda del Sr. Jaguar? Pues me dio coca en el garaje y me volví medio loco. Lo siento. Nunca me he acostado con Suzy, la respeto mucho.
Song frunció el ceño.
—¡Es que deberías besar el suelo que pisa! Aunque después de todo esto no creo que vuelva a hablarte.
JongIn miró hacia abajo, a un bicho que se arrastraba por el suelo a sus pies. Así era exactamente como él se sentía: estaba arrastrándose ante Song.
Y, justo en el momento en que lo pensó, Song pisó al bichillo, rompiéndole el pequeño espinazo con su sucio zapato.
—Sí, tiene razón, no probaré la cocaína nunca más, jefe.
—Vaya, así que ahora me llamas jefe otra vez, ¿no? —se rio Song—. Creí que había quedado claro que estabas despedido en el momento que saqué el arma.
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𝐋𝐚𝐬 𝐯𝐮𝐞𝐥𝐭𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐯𝐢𝐝𝐚 ⇝ 𝙺𝚊𝚒𝚂𝚘𝚘
RomanceLa vida de Kim se ha ido la mierda. El que un día fuera el quarterback más popular del instituto, ahora trabaja en una gasolinera en medio de la nada. Lo último que necesita es encontrarse con el chico al que solía atormentar en sus días de colegio...