Estaba recibiendo los informes bancarios, pero algo me preocupaba.
La competencia estaba averiguando el destinatario de los fondos y Vanesa estaba en peligro. Todo el mundo se iba a preguntar qué haría una empleada doméstica con un imperio tan grande y seguiría con su trabajo. Hablé con ella e hicimos una cita con el banco principal del imperio donde gran parte de los fondos eran depositados.
Se coordinó una reunión formal con el presidente del banco luego de unos días.Salimos en una carroza llena de lujos y vestimenta carísima, pero de forma inmediata guardé un vestido sencillo y uno caro de mi madre para Vanesa.
Cuando llegamos al banco, los guardias y sirvientes se quedaron boquiabiertos al ver a Vanesa bajando de la carroza con un atuendo tan elegante. Les hice una seña, llevando el índice a los labios, indicándoles que guardaran silencio.
Los leales sirvientes asintieron discretamente, comprendiendo la necesidad de mantener el secreto.
El presidente del banco no esperaba reunirse con un niño, por lo que al principio de la conversación fue bastante renuente.
Vanesa, al ver la situación, le explicó quién era yo en realidad. El presidente se mostró sorprendido y rápidamente pidió disculpas por su inicial incredulidad.
—Entiendo su sorpresa —dije con una sonrisa serena—. Sin embargo, me gustaría discutir algunos asuntos importantes.
Solicité que gran parte de mis transacciones se realizaran bajo pseudónimos, utilizando nombres famosos de mi mundo como "Madonna", "Michael Jackson" y "Elvis Presley".
La reunión transcurrió sin incidentes, pero el presidente seguía sin poder creer que los rumores sobre la niña prodigio fueran ciertos y que yo fuera realmente la dueña del imperio comercial del que tanto se hablaba.
Antes de retirarme, dejé claro otro punto crucial.—Necesito un seguro —dije con firmeza—. Quiero que el banco me indemnice en caso de que se filtre alguna información sobre esta reunión. De lo contrario, cambiaré de banco.
El presidente meditó nerviosamente, comprendiendo la gravedad de la situación, y finalmente aceptó.
Justo antes de salir, hice una petición sorpresiva.
—También quiero abrir una nueva cuenta a nombre de Sherlock Holmes —dije, pronunciando correctamente el nombre.
El presidente levantó una ceja, intrigado por el nombre, y preguntó:—¿Quién es Sherlock Holmes?
Simplemente opté por sonreír con malicia, dejando al presidente con más preguntas que respuestas.
Y la respuesta llegó rápidamente con el correr de los días.
Se logró generar justo ese estado del mercado de oferta y demanda. Los chismes iban y venían y la gente ya empezaba a temer sobre cómo sus secretos iban siendo cada vez menos secretos. La gente no dudaba de sus propios sirvientes, ya que teóricamente los consideraba invisibles, pero esa invisibilidad fue la causa principal de que la Sociedad Sherlock surgiera.
Los depósitos eran inmensos. No solo la nobleza estaba preocupada por el destino de sus secretos, sino que también trataban de averiguar quiénes eran los dueños de los monopolios de ventas. Cada vez más personas intentaban saber quién era el dueño de esta sociedad, cómo ingresar, de qué forma comunicarse con ella. La intriga y el peligro aumentaban con cada día que pasaba.
Los sirvientes, aparentemente ignorados, resultaron ser una red invaluable de información. Los nobles seguían viviendo sus vidas sin sospechar que los ojos y oídos de sus propios hogares estaban recopilando información para la Sociedad Sherlock. Los depósitos en nuestros bancos aumentaban a un ritmo asombroso, alimentados por la desesperación de aquellos que querían mantener sus secretos a salvo o descubrir los secretos de sus enemigos.
ESTÁS LEYENDO
Rechazo ser la Protagonista inútil
FantasíaEvangelina había estado de mal humor durante varios días después de leer la novela de poca monta que le recomendó su sobrina, El corazón de Lavanda. A sus orgullosos 68 años, esta jubilada sarcástica y elocuente, con un carácter indomable, se encont...