Crepúsculo y El Señor de los Anillos

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En el imponente salón del trono del palacio real, el ambiente estaba cargado de tensión. La Reina, con su majestad inmutable, revisaba una serie de documentos mientras su hijo, Eric, se mantenía de pie frente a ella, claramente frustrado.

— Madre, ¿realmente crees que esta persecución vale la pena? —dijo Eric, su tono lleno de desdén—. Estamos invirtiendo sumas exorbitantes en la búsqueda de una joven que ni siquiera sabemos si sigue en el reino. Mientras tanto, nuestros asuntos más importantes se están descuidando.

La Reina, sin apartar la vista de los papeles, frunció el ceño. Su paciencia estaba a punto de agotarse.

— Eric, tu falta de visión es preocupante. No estás entendiendo la magnitud de esta situación. —Su voz era firme y cargada de autoridad—. La búsqueda de Lavanda no es solo una cuestión de encontrarla. Es una cuestión de recuperar el control y preservar nuestra influencia.

Eric, visiblemente irritado, cruzó los brazos.

— Pero, Madre, ¿por qué estamos tan obsesionados con ella? ¿No deberíamos centrarnos en consolidar nuestro poder y en mantener la estabilidad del reino?

La Reina finalmente alzó la vista, sus ojos fijos en su hijo con una mezcla de cansancio y determinación.

— Permíteme explicarte algo que quizás aún no comprendas. —dijo, su tono calmado pero autoritario—. Nuestros estudios recientes han revelado algo crucial sobre la magia y el poder en nuestro reino. Se ha demostrado que la magia no es solo una cuestión de herencia, sino de inteligencia y capacidad. Lavanda, con su talento y su intelecto, representa un activo impresionante.

Eric frunció el ceño, sin entender del todo.

— ¿Qué quieres decir con eso?

— Lo que quiero decir —continuó la Reina— es que Lavanda posee un nivel de inteligencia que la convierte en una amenaza formidable. Desde temprana edad, aprendió a leer a los pocos años y comenzó a hablar a los meses de vida. Sus exámenes siempre fueron perfectos y su elocuencia, sobresaliente. Ignorar esto sería un error estratégico catastrófico.

Eric se quedó en silencio, procesando las palabras de su madre. La magnitud de la situación comenzaba a hacerse evidente para él.

— Entonces, ¿qué propones hacer? —preguntó finalmente, su tono ahora más conciliador.

La Reina lo miró con una mezcla de firmeza y esperanza.

— Continuaremos con la búsqueda, pero también debemos prepararnos para actuar según los resultados que obtengamos. Lavanda no es simplemente una joven fugitiva; es un desafío estratégico que debemos superar. No podemos permitirnos subestimarla.

Eric, aunque aún resentido, sentía una punzada de complejo de inferioridad. Su madre estaba claramente más interesada en Lavanda que en él. Nunca había recibido de ella el tipo de elogios que se le otorgaban a la joven, y ese reconocimiento exacerbaba su sentimiento de insuficiencia.

— Entiendo, Madre. Haré lo que pueda para apoyar la causa. —dijo finalmente, su tono mostrando una mezcla de aceptación y resignación.

La Reina le sonrió, satisfecha con la respuesta de su hijo.

— Gracias, Eric. Juntos, enfrentaremos este desafío y aseguraremos nuestro lugar en el reino.

La conversación terminó, y mientras la Reina regresaba a sus documentos, Eric se retiró, abrumado por una mezcla de inseguridad.

Eric salió del salón del trono con la mente agitada, la reciente conversación con su madre lo había dejado frustrado. Al caminar por los pasillos del palacio, su amigo Cain lo encontró, su mirada curiosa y expectante.

Rechazo ser la Protagonista inútil Donde viven las historias. Descúbrelo ahora