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—Entonces, ¿Se acabó? —le preguntó a Minho esa noche.

Estaban jugando al ajedrez en la habitación del mayor, para dar la apariencia de que se habían retirado para pasar un tiempo a solas. Después del comentario de Park, Yoongi ardía en deseos de demostrar que estaba equivocado e intentaba aparecer como el novio más enamorado del mundo. Que claramente no se moría por la polla de otro hombre. 

—¿Qué quieres decir? —el otro arrugó la frente en confusión, un tanto distraído, mientras miraba su teléfono. Yoongi apostaría todo su dinero a que le estaba enviando un mensaje de texto a Taemin. Sólo este parecía hacer que los ojos del mayor se suavizaran de esa manera.

—Jimin ganó, ¿No? —lo miró en busca de un indicador. —¿Se acabó la disputa? ¿Los intentos de asesinato contra ti?

Las cejas oscuras de Choi se juntaron aún más. Dejó su teléfono a un lado y miró el tablero de ajedrez entre ellos. —No sé. Puedo sentir que algo malo está por ocurrir.

—¿Q-qué quieres decir?—presiono, no gustándole en absoluto como sonó aquello 

Encogiéndose de hombros, su jefe se frotó el entrecejo con los dedos. —Han pasado años desde que interactué con mi familia, pero todavía los conozco lo suficientemente bien como para sentir que el asunto no ha terminado. 

Una sensación de aprensión se asentó en el pecho del menor. —¿Cuándo crees que sucederá algo?

Los ojos negros del otro hombre se encontraron con los suyos, cautelosos. —Pronto.

* * *

El día de la boda estuvo despejado, soleado y hermoso.

Pero Yoongi apenas tuvo tiempo de notarlo. Se había quedado dormido.

Nunca le había pasado antes; siempre había sido puntual en extremo. Pero las palabras de Minho lo habían puesto tan ansioso que se durmió cerca del amanecer y por eso se le hizo tarde.

Se suponía que la boda comenzaba a las once de la mañana en Roma. Ya eran casi las diez y el lugar quedaba a una hora en coche desde la villa.

Se vistió lo más rápido que pudo y bajó corriendo las escaleras. Como había esperado, todos parecieron haberse ido ya.

No, no todos. Vio un coche que se alejaba y corrió tras él, agitando los brazos como un loco. —¡Espera!

Este se detuvo bruscamente y la puerta trasera se abrió.

—¡Gracias! —exclamó jadeando, mientras saltaba dentro.— Me quedé dormid-

Sus palabras se atascaron en su lengua al ver al otro ocupante del auto.

Jimin enarcó una ceja sin interés, acariciando lo que parecía una taza de café. —Tienes suerte de que mi coche tuviera una rueda pinchada, o te habrías perdido la boda. Me sorprende que Minho te haya dejado atrás.

Yoongi lo miró fijamente. —Fue considerado, dejándome dormir después de anoche. Debió verme agotado. —respondió con simpleza. Sabía que decir eso fue totalmente innecesario, pero no pudo resistirse a restregárle en la cara a ese idiota arrogante todo el increíble sexo que supuestamente él y Minho habían estado teniendo.

Ladeando ligeramente la cabeza, el rubio lo estudió por un momento antes de mirar por la ventana el paisaje que pasaban.

El también se volvió hacia su propio lado, pero después de unos momentos, su mirada volvió al mayor. El gilipollas se veía injustamente mortal en un esmoquin. Aunque por lo general todos los tipos rubios, bronceados y guapos lo hacían. Aún así, él podría haber puesto algo de esfuerzo en su apariencia. Podría haberse afeitado al menos. El rastrojo en su fuerte mandíbula lucía espinoso al tacto.

𝙄𝙉𝙎𝙀𝙉𝙎𝙄𝘽𝙇𝙀 - JimsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora