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Narra Blue

Minutos después de desayunar, divisé a Rocket al otro lado del depósito de la Milano, agazapado junto a dos enormes cajas de trastos mientras organizaba montones y montones de objetos. Desconocía el propósito de todo aquello y por qué tanto él como Quill insistían en guardar cada pequeña cosa que encontrábamos. A pesar de ello, no podía contener una sonrisa mientras lo observaba realizar su labor.

Rocket era completamente ajeno a mi presencia mientras rondaba por la puerta. Me había dado cuenta de que tenía la costumbre de hablar solo cuando creía que nadie le escuchaba, pequeños murmullos y resoplidos, el tipo de voz tranquila que normalmente reservaba solo para Groot. Y para mí, si tenía la suerte de pillarlo de buen humor.

Finalmente, se percató de mi presencia. Sentado en el borde de una caja con las piernas cruzadas, levantó la mirada y nuestros ojos se encontraron. Su hocico se arrugó, pero en la comisura de sus labios se le dibujó una sonrisa.

"Estoy trabajando" declaró "vete a molestar a otro".

Le devolví una sonrisa mientras tomaba asiento en el suelo frente a él, adoptando mi forma humana. "Quill y Gamora están fuera, Drax está ocupado, los demás no se donde están y Mantis está... bueno, siendo Mantis. Ya sabes cómo es".

"Creía que te gustaba la rarita espeluznante".

"Sí, pero tú me gustas más". Espera, ¿acaso lo dije en voz alta?

La risa de Rocket me contagió, haciendo que esbozara una suave sonrisa. Extendí la mano para empujarle levemente el pie, siendo esa la manera más cercana que teníamos de mostrar afecto de verdad. No es que me importara, en realidad; al menos no cuando un gesto tan simple conseguía arrancarle una sonrisa genuina.

Siempre me había gustado la pequeña curvatura de su boca, la forma en que sus dientes puntiagudos brillaban en la penumbra de la Milano. Para él, estaba segura de que no era más que otro recordatorio de lo diferente que era. Para mi, era sencillamente encantador.

"Bueno", dijo Rocket con un resoplido, deslizándose de su caja para sentarse a mi lado con las piernas cruzadas. "Ya que estás aquí, haz algo útil y ayúdame a ordenar esta basura".

Me entregó un objeto... algo grande, abultado y claramente destrozado. Solo le eché un vistazo rápido mientras mis manos se rozaban con las suyas. Sus garras rozaron ligeramente mi palma, y las ásperas yemas de sus dedos presionaron mi piel.

Ambos nos detuvimos, con las manos aún en contacto. Las manos de Rocket eran mucho más pequeñas que las mías; diminutas pero letales, con aquellas garras afiladas y delgadas.

Rocket se tomó un momento adicional antes de apartarse, dejando caer de forma torpe esas preciosas manos a su lado. Agachó la cabeza, simulando buscar algo dentro de la caja a su izquierda; sin embargo, no podía ignorar cómo su mirada vagaba más allá para volver a posarse en mí. De hecho, era absurdo que un simple contacto accidental de manos provocara semejante agitación en mi corazón. Absurdo que Rocket se distanciara de mí como si hubiese cometido un error grave.

"Hey" musité, logrando que Rocket alzara la vista con las cejas fruncidas. Con lentitud, extendí el brazo. "¿Te importa si vuelvo a ver tus manos?" Me observó detenidamente, con los ojos entrecerrados en lo que interpreté como... desconfianza. Me apenaba profundamente cuando me miraba de esa manera, consciente de cuánto debió haber sufrido para esperar que incluso mi delicado contacto se tornara cruel.

"No importa" exclamé de forma apresurada, sintiendo cómo la vergüenza hacía que mis mejillas se ruborizaran. "Estás ocupado, así que debería dejarte continuar con lo que estabas haciendo...".

Rocket y Blue: Tú eres mi razón de vivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora