Caos es cuando la luz, se enamora perdidamente de la oscuridad. – Uriel.
No sabía por dónde empezar.
Aquella redacción de historia que debía terminar me estaba robando las últimas horas que me quedaban de sueño. Tenía un grave problema para lograr concentrarme.
La noche se mostraba tranquila, a veces me quedaba mirando a través de la ventana, los visillos se mecían lentamente a causa de la brisa nocturna.
Los árboles hacían sombras extrañas sobre las paredes de mi habitación, la farola que estaba justo frente a nuestra casa, parpadeaba sin cesar.
Decidí levantarme sintiendo frío, cerré la ventana de un golpe seco notando un intenso escalofrío recorrer toda mi columna.
Tuve la sensación de ser observada, a lo que corrí el visillo viendo una figura alta y oscura junto a la farola, en un simple parpadeo, desapareció.
No era la primera vez que le veía.
Allí, al acecho.
Cogí mi bata poniéndola sobre el pijama, salí con la libreta y los libros en la mano, caminando hacia la habitación de mamá, ella estaba dormida, incluso roncaba.
No quería desvelar su sueño, pero tampoco era capaz de quedarme sola.
Si seguía así, tendría que contárselo a alguien.
Encendí la lamparita sintiendo esa misma sensación de vigilia, algo me decía que me asomase de nuevo a la ventana.
No lo haría.
Dejé los libros a un lado, decidiendo que lo mejor sería dormir, ya terminaría aquello entre los descansos de las clases.
Dejé mi cabeza caer sobre la almohada, notando como un frío helado se colaba por debajo de la colcha.
Miré hacia atrás, viendo por encima del cuerpo durmiente de mamá, como la ventana estaba abierta.
Mamá era calurosa.
El parpadeo de la farola resultaba demasiado molesto.
¿Seguiría esa cosa allí?
-Mamá...- La llamé, meciéndola lentamente. – Por favor, cierra la ventana.
-Hija... ¿Otra vez con eso? Sabes que con el calor no duermo bien. – Se quejó, ignorando mi súplica.
El calor sofocante que mi madre siempre sufría, sobre todo a la hora de dormir, se debía a su fase de menopausia, yo estaba congelada.
''Mierda...''
Tras tratar de ignorarlo y no ser capaz de pegar ojo, mis pies descalzos tocaron el suelo, caminando lentamente hacia la ventana. Cada paso que daba, parecía hacer parpadear a la farola.
Temblorosa, vi que en el exterior no había nadie, y la farola estaba simplemente encendida. Suspiré aliviada, cerrando la ventana para correr el visillo.
Entonces, lo sentí.
Unos ojos clavados en mi espalda.
La lamparita de la mesita de noche comenzó a parpadear.
-¿Mamá?
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ÁNGEL CAÍDO
Teen FictionGabriel, aniñado, dulce y encantador. Joshua, sereno, inteligente y místico. Miguel, fuerte, varonil y romántico. Lucifer, atractivo, galán y.... peligroso. Cuatro misteriosos chicos, que estarán dispuestos a todo, por poseer el alma de la mujer que...