Prólogo: Parte II

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Despues de ser elegido, Doma se dirige al templo de Eúride, un templo de culto, y a petición de Cosmos coge los 10 cristales de la pureza.

Doma es inconfundible, por su pelo rojo y su armadura carmesí.
En ese momento, se oye un ruido, que resulta ser el protector del templo. Una estatua nombrada Korintos, que porta una maza de piedra, que maneja con dantesca fuerza y envidiable maniobrabilidad.

-¿Como osas llevarte los cristales?- Protestó Korintos.

-Vengo en nombre de Cosmos- Explicó Doma.

-¿Tu eres el guerrero humano de cabello rojo y armadura carmesí?- Pregunto la estatua describiendo al joven- Si... Demuestrame tu valía. Vamos allá.

Doma saltó, desenvainó su arma y golpeo a Korintos, sin causarle daño, este retrocedió.

-Que enano, ¡¡¡¿Te sirve ya eso...-Gritó Korintos mientras alzaba el arma-... Para ver que no me haces nada?!!!

Doma saltó antes de recibir el impacto, y el golpe le dió en la pierna débilmente.

En ese momento, Doma pensó y se dijo para sus adentros que si los golpes no le hacian daño la magia sí. Y la magia de los guerreros de la Luz eran...

-¡PRISA!- Gritó Doma.
Se volvió más veloz y Korintos no podia verle. Este ultimo empezó a golpear el aire.
-¡¡¡CEGUERA!!!

Korintos se cubrió de una espesa niebla negra que no le dejaba ver nada.

-¡¡¡¡¡SANCTUS!!!!!

Doma lanzó una gigantesca esfera blanca de destructiva luz contra el guerrero de roca. Que lo impacto y finalmente lo destruyo.

Todo volvió a la normalidad, y se oyó una voz en el aire...

-Chaval, tu fuerza esta más que demostrada...

-Me arrepiento de haber usado la magia...

-Usar la magia no es malo, es utilizar tus habilidades para proteger tu vida y la de tus amigos. No lo dudes nunca.
Y así, Doma siguió su camino

Final Fantasy: La leyenda de los Cristales.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora