Capítulo III: El Señor Gerontte

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Ya todos estábamos en los minutos de entregar el examen de Historia, el cual había resuelto todo y me sentía muy bien al respecto. Una vez que lo alcancé al escritorio del Profesor, este me tomó suavemente de la muñeca y me dijo casi en tono de susurro:
-Luego de clase, quédate. -Lo miré con atención y asentí suavemente.

En mi asiento me quedé hasta que los últimos compañeros se fueron. Los minutos habían sido enemigos de la paciencia interna pero externamente era pura paz. ¿Qué querría el profe?

Se acercó a mi banco una vez que todos se fueron, sentándose en el banco seguido y bajando a mi misma altura me dijo empático:
- Anne, nunca te vi tan ausente como hoy y aunque fue un instante de la clase, me preocupé. ¿De verdad estás bien? - Él decía con un tono que jamás había oído, bajo pero humanitario, muy consolador, se oía bello. No podía hacer más que verlo mientras lo escuchaba preocuparse por mí y mis manos bailaban inquietas en mis bolsillos.

- No se preocupe profe, estoy bien. Solamente estaba con algo en la mente en ese momento y bueno, me aislé. -Le comenté resumidamente mientras él me veía interesado en esta charla.

- Ah, ¿sí? ¿Y está todo bien con eso que tenías en la mente? - Decía mientras relojeaba la puerta para que nadie interrumpiera. - Porque si necesitas conversar de algo, lo que fuera, yo podría escucharte o incluso ayudarte, si fuese el caso. - Se mostró predispuesto mientras colocaba su mano extendida encima del banco.

- Gracias por la oferta. Creo que la tendré en cuenta. - Asentí conforme con lo hablado y me sentí muy a gusto con él. 

- Bueno, cuando gustes por aquí andaré, a tu servicio. - Concluyó mientras se levantaba y se dirigía a su escritorio nuevamente para irse. 

- Pensándolo bien - modulé indecisa de mis palabras mirando el piso - creo que puedo comentarle algo.

- Lo que quieras. Te escucho.

- Resulta que hoy estaba impulsada a escribir antes de empezar su clase y me abstraje en ello -confesaba con timidez pero abriéndome por primera vez con un adulto sobre ese tema que me encantaba pero que extrañamente compartía - compuse unos versos sobre una historia que había escuchado y me inspiró.

- Ajá -su cabeza no dejaba de asentir como si se hubiese trabado y su mirada se había clavado en la mía. - Y asumo que te gusta eso que escribís, ¿no?

- Sí, me doy cuenta que me gusta pero que quiero seguir haciéndolo para que me salga mejor todavía. - Reflexionando críticamente sobre el asunto.

- Comprendo. Me encanta que te guste la escritura, es un tema fundamental - sonó a una frase bien de profesor. - Es más conozco a alguien que enseña a escribir a principiantes y dedica tiempo a compartir textos. ¿Te interesaría?

Me había fascinado la idea, no podía dejar de contemplar el rostro del profesor mientras me hablaba. - Sí, me encantaría -Dije por fin bajando la mirada. - Tendría que hablarlo con mis padres pero creería que no va a haber problema. ¿Tendría información para que lo contacte?

- Se llama Joan Gerontte, pero le gusta que lo llamen Sr. Gerontte. - Decía mientras me escribía en un papel los datos de contacto para que lo buscara luego. - Si no me equivoco está próximo a seleccionar algunos escritos para participar de un Taller de Escritura. Tendría que buscar la información para que te inscribas, si te interesa obvio.

Cada vez notaba más entusiasmo en su voz y al mismo tiempo, me encontraba más atrapada en esa conversación que parecía no acabar. - Bien, me encantaría averiguar más. Tendría que ver las edades de los participantes. - Aclaré antes de confirmarle que me inscribiría en algo que no conocía realmente. - Tengo que irme profe pero, le agradezco la buena charla y la info. - Saludé cordialmente con un beso en la mejilla y me retiré del aula y del colegio. Ya era mi hora de salida. Cuando vi la vereda del colegio, ya la mayoría se habían ido y no se veían almas por allí.

Una vez en casa no dejaba de maquinar la conversación que había mantenido con el profe. La verdad que me había interesado muchísimo lo que me comentó y esta oportunidad podría ser buena en este momento, pensaba. Tenía que buscar la forma de compartirla con mis padres y su permiso para empezar a incursionar ese camino del amateur escritor, que me da curiosidad y mucha intriga por conocer. Decidí encarar primero a mi padre porque mantengo una relación super unida con él. Preparé dos cafés con leche y un toque de canela y se lo alcancé a su estudio saludándolo. 

-¡Hola pa! Quisiera platicarte de algo, por eso te traje un cafecito como te gusta. -Y la mirada tierna y servicial cumplieron su función.- Quiero poder hacer algo de lo que me está gustando ahora, en esta edad, obvio que además del colegio.

-Pero ya hacés Hockey, Marianela ¿No te gusta? -Sorprendido mi padre pero tomándose el asunto con calma. Es un hombre reflexivo con quien se puede charlar sobre cualquier tema sin levantar humos. 

-No es eso, papá. Lo disfruto y me gusta mucho. Sabes que amo los deportes pero, necesito algo que me guste para expresar mis sentimientos también -comenté con un tono tímido-. Quiero algo relacionado a la expresión artística.

-¿Algo de arte entonces? - asintió pensativo su padre tocándose la barbilla. -Investigaremos qué hay y veremos alguna actividad que te pueda gustar. ¿Te parece?

Anne lo miraba agraciada y alegre de tener a aquel hombre de padre. Su felicidad estaba a flor de piel, en esos ojos cafés se reflejaba. En ese mismo instante suena un mensaje en su celular. Lo checa rápidamente por si es importante y confirma que se trata de un número no agendado. Lee y trata del Sr. Gerontte. Sería del profe entonces. 

-De hecho tengo información de algo que me gustaría intentar. -Dije con el teléfono abierto en mi mano. - Es un escritor que selecciona textos auténticos para un futuro Taller de Escritura que dará en los meses próximos. 

- ¿Cómo sabes de él? ¿De dónde ha salido? Cuentame un poco más.

El tiempo de charla continuó un rato. Charlamos sobre el Taller, la escritura, los textos que pude elaborar y las poesías que me han salido casi sin esfuerzo. Mi padre sorprendido que estuviera inmersa en este mundo. Concluí explicándole que para ingresar a ese Taller debía enviar un escrito personal a un correo y en caso de quedar seleccionada sería avisada.

-¡Gracias, pa! - lo abracé amorosamente por unos largos segundos y me separé viéndolo a los ojos mientras lo tomaba del mentón con mi pequeña mano.  

-Me parece increíble, hija. ¿Cuándo creciste tanto?- contemplándome en mi adolescencia mientras me separaba de él y me dirigía a mi cuarto. - Vete nomás. Te quiero. 

Ya en mi cuarto redacté un escrito nuevo que tuviera la fuerza de ganar. Después de horas de borradores e idas y vueltas, había quedado conforme. Había mandado a la dirección de correo del Taller mi siguiente escrito:

Hasta conocerte.
En amores no soy experta
Pero doy más de la cuenta,
Tampoco sé de sencillas flores
Mucho menos de bombones.

Soñando "Hasta conocerte"
Ahí sabré de versos y de amores,
De caminos, cielos y flores,
De lunas, bombones y licores.

Cuando no tenga a quién:
Tomarle la mano al caminar,
Acariciarle la mejilla al llegar
Te pensaré sin conocerte, lo sé.

Te esperaré para parlar 25/7
Después de un largo día,
Cuando no puedas levantarte
Allí, te daré la sonrisa mía.

Contigo, me deslicé por un tobogán
Y me aventé en el parabrisas del amor,
Contigo, supe cuándo apostar y ganar
Con mi Dios como barajador.


Y ya habiendo presionado el ENTER, ahora solamente quedaba esperar pacientemente a que alguien se dignase a responder. Ojalá sea positivamente, rogaba en silencio mirando el crucifijo de mi pared. 

Tus versos, mi perdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora