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escalones y cerraba la puerta a sus espaldas, el camarógrafo tomo a una de las niñas y la aventó a la escena.
El camarógrafo sugería que se besaran refiriéndose a la niña y a su acompañante quien, con anterioridad, fue obligado de manera brutal a ingerir sus propios residuos fecales. Ambos suplicaba con la mirada por la libertad; entre los llantos ahogados que emitían solo podían conjugar algunos pares de palabras intangibles. Los tres adultos comenzaron a desesperar, pero fue la mujer quien tomó la iniciativa.
Camino hacia sus dos hijos, se arrodilló a sus espaldas, y los sujetó por el mentón; apretó las mejillas con sus dedos, abrió ligeramente ambos labios de los niños y los juntó. Con rapidez poso sus manos en la nuca de los niños para que no se separaran. Ambos cerraron los ojos y continuaban berreando; los sabores pasaban de una boca a otra lo que provoco un repudio nauseabundo a la menor quien termino por vomitar dentro de la boca de su contraparte, este vómito se asomó por las comisuras de sus labios y empezó a rodar por sus barbillas, goteando contra sus rodillas. La menor, que aún yacía al pie de la escalera, salió disparada dispuesta a frenar los viles actos, pero no contaba con que sería apuñalada, apenas llegara al frente de la cámara. Esta vez, el camarógrafo entraría en escena.
Se arrodilló al costado del cadáver y empezó a destrozar la ropa de la menor con unas tijeras de jardín. Estas se llevaban algunas cantidades de piel que eran aventadas como si nada por el perpetrador.

Diversión Familiar (Versión Corta).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora