Voy a cometer una locura, joder, ¡voy a cometer una locura!
Yo, Alex Muñoz, divorciada desde hace dos años, con una vida sexual más bien tradicional en cuanto al espacio y la postura, y más recientemente “de textura plástica” si nos ceñimos a las dimensiones y la duración del miembro que me satisface habitualmente, acabaré teniendo sexo con un hombre que me utilizará solo para eso.
Y me gusta la expectativa.
La temperatura en el interior del coche aumenta conforme Bruno y yo nos besamos, conforme la incómoda postura nos dificulta el acercamiento a través de nuestros asientos. Oigo mis gemidos, pero esta vez van acompañados por los del propio Bruno. Y así es cómo me excita de nuevo la sensación de ser observada. ¿Me pone saber que puedan mirarnos porque sí, o por ser con él?
Mis manos cobran vida propia cuando las de Bruno se mueven acariciando mis piernas. Mucho roce, muchas ganas acumuladas en mí. Quiero tocarlo yo, quiero notar su dureza. Él se sorprende de mi iniciativa con una sonrisa sobre mis labios y me pide más. Más fuerte, más rápido.
Obedezco.
Muevo la mano por encima de su pantalón, abarcando su longitud, y acabo por sorprenderme yo. Joder, estoy muy caliente solo con imaginar que esto entrará en mí.
—Bruno.
—¿Si? —me pregunta al encender de nuevo la luz.
Ese gesto me hace sonreír. Se toma muy a pecho que pueda mirarlo a los ojos.
—Vayamos a los asientos de atrás —pido con un gemido.
Él duda un instante y me mira con esos ojos oscuros ardiendo de deseo que, al igual que su erección antes, me piden en silencio que le dé placer.
—¿Estás segura?
—Nunca lo he estado tanto. Bueno, no —digo mientras recupero mi memoria, que con mi ex bien que fui yo la que también se lo pidió—, excepto aquella vez que…
—Alex… baja de tu montaña —me pide Bruno riendo y apagando la luz para besar mis labios, hasta conseguir que regrese a La Tierra con él.
El beso no solo cierra mi boca, sino que me abre un sin fin de posibilidades que hasta ahora desconocía.
Hace mucho tiempo que no hago esto y no sé si estaré capacitada para excitar a un hombre como Bruno, uno acostumbrado al sexo solo por ser sexo, por gusto y diversión, y sin que intervengan las emociones en él. Un hombre con todo tipo de relaciones en su pasado al que yo le pareceré algo así como un “misionero” en prácticas, que no tiene más que un ex de quince años y un dildo como compañeros de placer. ¿Qué pensará de mí, cuando siempre he necesitado sentir algo por ese alguien con el que follar? —sí, seamos claros, porque hacerse el amor en este coche, hoy no se hará, y mira, me vale.
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CAFÉ A CIEGAS, con doble de azúcar.
ChickLitCuando Alex se divorcia le pide ayuda a sus hermanos para volver a encontrar pareja, porque piensa que es mejor que otro se equivoque a que ella tenga que aceptar un nuevo fracaso. Y es así cómo comete su primer error, no pudo imaginar que se conver...