Yo y Mis Malas Ideas

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Me he convertido en una muy mala persona, he acabado haciendo lo que menos debería de haber hecho; elaborar un calendario de citas para Álvaro y Bruno, con dos colores de rotulador para que la memoria visual no me traicione cuando la otra memoria ...

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Me he convertido en una muy mala persona, he acabado haciendo lo que menos debería de haber hecho; elaborar un calendario de citas para Álvaro y Bruno, con dos colores de rotulador para que la memoria visual no me traicione cuando la otra memoria pueda hacerlo. Yo y mis malas ideas, azul para Álvaro, color café para Bruno.

     Pues bien, esa idea la tuve el martes cuando en plena cita cafetera con Álvaro recibí también las primeras fotos del calendario solidario que Bruno ya estaba editando, con algún mensaje personal que las acompañaba, tipo: 

     No he podido esperar a dártelas en persona, cuando yo era la que aparecía en la foto, No dejo de pensar en todos esos animales y lo que haces por ellos, siendo mis bichitos los protagonistas de las imagenes, No te olvides de darle un beso de buenas noches a Lexi de mi parte, si era mi hijo quien salía en ellas.

     Tres negaciones a lo largo de la tarde que consiguieron una gran afirmación justo cuando me despedía de Álvaro. Bruno necesita más tiempo conmigo, yo lo necesito con él si no quiero que un teléfono sea la única unión que tengamos aparte de la cama.

     Y como además me parecieron unas imágenes de lo más perfectas, que me sacaron una sonrisa tonta y soñadora, entonces me dije: Alex, ¿por qué vas a estar con uno de ellos, disfrutando tu cita, mientras que la culpa te corroe si el otro se entromete de alguna manera? A esto tienes que ponerle fin, porque uno no puede meterse en tu mente cuando te estás comiendo al otro.

     Así que ayer miércoles, cuando tuve mi guardia, y tiempo demasiado libre para mí sola, pensé que si ya habíamos pasado una semana con este horario, ¿por qué no iba a funcionar para el resto de semanas que fuéramos capaces de mantener esta locura entre los tres?

     Y ha quedado de esta manera: 

     Martes y jueves por la tarde siguen siendo de Álvaro, él no bebe café, pero tiene disponibilidad completa de seis a ocho como yo, y ya no repetiremos hasta la tarde/noche del sábado, con su madrugada si la  necesitáramos, y lunes a la salida de la consulta para un nuevo beso. 

     Los miércoles noche, sin guardia, son para Bruno, ya hemos hablado de que no siempre podré dejar a Lexi con sus abuelos por el cole, por eso para él serán también las noches de los viernes y domingos,  en el fin de semana me es más fácil dejar a mi hijo en casa de algún Muñoz, porque si él duerme, yo puedo escaquearme sin mayor problema. Su turno es así, nocturno y en la oscuridad de lo privado  porque vamos a lo que vamos, y no voy a quitarme tiempo de calidad con otras personas para ir a follar. 

     Por lo demás, el día que esté de guardia, cambio el turno que les toque a ellos porque es día de Alex. De nadie más. 

     Eso sí, como mi teléfono está disponible las veinticuatro horas, los dos saben que ejerzo de madre y  veterinaria en ese periodo de tiempo, pueden llamarme cuando lo deseen, “OJO, HAY UN INCISO CON ROTULADOR ROJO EN EL HORARIO”, las llamadas serán  siempre y cuando no esté con el otro, porque la ley de Murphy se cumple a rajatabla con esto: Es como si el uno adivinase que estoy con el otro y se propusiera joder la cita con sus llamadas, mensajes y audios graciosos, románticos o sexis. 

CAFÉ A CIEGAS, con doble de azúcar. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora